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lunes, 14 de noviembre de 2011

Callejones sin salida...


La propuesta política de la socialdemocracia está agotada.
Esta afirmación tajante, estoy seguro, va a generar sorpresa, rechazo o regocijo, según afinidades. Sin embargo voy a tratar de explicarla y el porqué la mantendré. Aunque ustedes conozcan el anunciado final de la película, les recomiendo que sigan la trama, puede que en ella resida mayor interés que en una previsible conclusión, enunciada desde el comienzo.
    1-Perspectiva histórica.
Desde finales de la década de los 70, con la irrupción del ideario neoliberal y la ruptura del consenso de la posguerra en los países occidentales, la socialdemocracia ha tratado de permanecer a flote a costa de diluir sus señas de identidad. Con franqueza y cierta retrospectiva histórica podemos afirmar que se ha batido en retirada, una constante renuncia a sus principios obligada por propuestas sincréticas como la denominada “Tercera Vía”, propugnada por el sociólogo Anthony Giddens y llevada a la vida política por el camaleónico Blair y su nuevo laborismo. Hemos de reconocer en algunos esfuerzos intelectuales y políticos un sincero interés por responder adecuadamente a la ofensiva ideológica neoliberal, -no es el caso de Blair-, y abordar sin tapujos los temas de discusión y las cuestiones candentes: la viabilidad del Estado de Bienestar, la convivencia de sociedades crecientemente complejas y multiculturales, y sobre todo la imposición del escenario de liberalización del comercio mundial y de las transacciones financieras conocido como globalización. En este escenario el error  fundamental y primigenio ha consistido en renunciar al valor de la igualdad tan intrínseco del socialismo, y de no negociarlo en pie de igualdad, valga la redundancia con el de la libertad. La libertad en desigualdad carece de sentido y provoca desajustes aterradores como los que hoy día sufrimos en el planeta. Además la libertad que se ha impuesto sólo alcanza a los capitales y a algunas mercancías, por supuesto no ha estado en la agenda la libertad de movimientos de las personas, y ni siquiera los partidos socialistas o socialdemócratas han tenido el valor de discutirlo. El individualismo que ha germinado en una ideología economicista, ha impuesto la competencia voraz y la imposición de los privilegiados, de aquellos que contaban con ases en la manga. Y es en este punto donde los socialdemócratas han prestado su mayor apoyo para la legitimación política de un sistema originalmente injusto, han contribuido a la creencia de que todos  salimos del mismo punto de partida, que tenemos las mismas oportunidades, cuando las cartas están marcadas desde el mismo momento y lugar(sobre todo) del nacimiento. Medidas como la supresión del impuesto de transmisiones han sido errores garrafales en sus propuestas y que inciden en la creciente desigualdad. Por ello los partidos socialdemócratas son tan responsables como otros por la deriva del sistema. Ellos solos se han condenado al contenedor de residuos de las ideologías.
     2-Identidad y pérdida de discurso
El propio discurso, que trata de mantenerse en el poder agradando a todos (a todas las clases sociales, aunque les cueste reconocer el término), reduciendo impuestos a los más adinerados y ofreciendo servicios crecientes al resto de la población, con guiños específicos, ha empujado a los políticos socialdemócratas a una trampa mortal, y todo ello por negarse a afrontar la lucha de clases, a la que renunciaron hace décadas. Han vivido, como si los recursos fueran inagotables, y ante la realidad actual reaccionan de manera semejante a cualquier propuesta de corte liberal, eso sí suavizando el discurso para que los recortes sean más terapéuticos.
Una de sus más importantes cesiones ha afectado  al lenguaje, entre su dejadez, la vaciedad de sus discursos, la poca fe en sus propias ideas y el impulso de la ofensiva neoliberal nos encontramos hablando, por ejemplo de: capital social o humano, ajustes, gastos sociales en sanidad o educación versus inversiones en infraestructuras, rentabilidad social, crecimiento, recursos humanos, y sobre todo clase media. La aspiración de la socialdemocracia, representar a la clase social que ella misma ha parido y que tan ingrata se muestra en estos momentos, sí señores/as, las denominaciones obreristas quedaron para la arqueología de los acrónimos. El rechazo a representar a los desclasados, a los depauperados, el deseo de sumergirse en el “magma de la indefinible clase media” apolítica, ha tenido el pernicioso efecto de desmovilizar a las sociedades europeas, en el caso español este ha sido un claro objetivo del PSOE desde el mismo inicio de la transición, cuando la gente y el rico asociacionismo español en ciernes se convertía más en un problema que en una oportunidad para la política entre bambalinas. El partido mencionado ha funcionado como un tragaldabas de las energías de los movimientos sociales, absorbiendo su fuerza, dejándolo inanes y trasformándolos en lindos gatitos de Angora, completamente inofensivos para el poder.
     3-Falsa conciencia verde
Los principios ambientalistas de la socialdemocracia suponen un barniz que no se sostiene a las primeras de cambio. La defensa del medio ambiente es sólo una pose, que fomentan en los medios de comunicación, pero que abandonan en cuanto se les pone en el brete de toma decisiones que cuestionen el paradigma del crecimiento, que por otra parte sostiene la propaganda de sus políticas redistributivas. Esta es una de las cuestiones que más importan para la continuación de las sociedades humanas en la Tierra, y una vez más se hurtan del conflicto, suavizando, e incluso frivolizando un peligroso momento de inflexión. Cierto es que la inercia desarrollista se muestra como un tren bala, pero su previsible colapso no es menos real, en este sentido, se han quedado en los discursos y manidas poses de progre cómodo, incapaz de afrontar decisiones que implican enfrentarse al discurso dominante de una élite inconsciente e insolidaria. También en este asunto han dejado pasar la oportunidad, o peor aún, proceden ellos mismos de una mentalidad desarrollista, que implica el crecimiento de servicios públicos por encima de la “Huella Humana” asumible por todos. No han sido capaces de sustraerse a sus trampas dialécticas y compromisos sociales que les han mantenido en el poder...pero hoy eso ya no va a ser posible.
     4-Traición personal.
Su conjunción de intereses personales con políticos neoliberales es continua: “por sus obras los conoceréis” (Mateo, 7, 16). ¿Qué políticos socialdemócratas usan personalmente los servicios públicos que dicen defender, les suena de algo el colegio que escoge José Blanco para sus hijos? ¿Qué decir de la presencia de Felipe González como corporativo de Gas Natural o de Dominique Strauss Kahn como presidente del Fondo Monetario Internacional? ¿Un socialista presidiendo la principal organización que ha tomado como principio la construcción del “Paraíso/Infierno ultraliberal en el planeta Tierra?1 Aún tenemos ejemplos tan edificantes como los anteriores: Schroeder dirigiendo Gazprom, Ben Ali, tirano neoliberal de Túnez miembro de la Internacional Socialista...
El argumento de los socialdemócratas de resaltar el papel del Estado por encima del capitalismo de casino imperante, no es argumento suficiente, cuando dejan el Estado en manos de voraces tiburones que se apropian de sus recursos para intereses privados, utilizando las administraciones públicas como mera palanca de ascensión. Conocemos como la creación de grandes imperios privados no ha sido posible sin los recursos públicos detraídos en el origen, amén de privilegios y prevendas particulares, concedidos por los defensores del “bien común”. En este campo, el de las privatizaciones sospechosas de entes públicos y empresas públicas solventes, los socialistas han brillado con luz propia, no tiene nada que envidiar a sus oponentes políticos e ideológicos. Lo peor de los hechos, sin embargo lo constituye la legitimación que tratan de darles a los mismos.
     5-Demócratas de papel cuché.
Su apuesta ha resultado necesariamente imposible para un territorio concreto en un mundo interconectado o globalizado, no se puede sostener una alta protección social dentro de unas fronteras y renunciar al internacionalismo. Han negado el conflicto de dominación mundial de unos territorios sobre otros, no han querido revisar los conceptos de centro y periferia, -que tanto se manosearon solo hace unas décadas- y este olvido voluntario y vergonzante les ha abofeteado por la espalda. Ni siquiera han sido capaces de proponer la democracia en una región como Europa, ahora una y otra vez se resisten a preguntar a los ciudadanos, evitan refrendos populares, hasta sortean elecciones, su mentalidad es la del despotismo ilustrado, se creen más listos que los demás, pero sobre todo sienten el miedo a las respuestas de la gente, están demasiado unidos al poder.

La socialdemocracia ha querido surfear por encima de los conflictos, no afrontándolos de la forma adecuada, viviendo en el mito de la inagotabilidad de los recursos y el crecimiento infinito. Escamotear los retos de las sociedades, evitando medidas impopulares, -pero más justas que las que nos van a aplicar desde la derecha neoliberal-, no nos ha ayudado a concienciarnos, a educarnos, a prepararnos para abordar con madurez el cuello de botella de nuestra civilización. Ahora la inmediatez nos obliga, las medidas van a resultar más onerosas y algunos quieren mantener a toda costa su parte de pastel. No queda más remedio que proceder a un reparto de los recursos, de la forma más justa, es ante esta disyuntiva, con la que la socialdemocracia salta por los aires, está demasiado cerca de las élites, forma parte de ella, no puede legislar en su contra. Ya no consigue convencer al resto de la población, no tiene cómo, su posición servil ante los poderosos la ha puesto en evidencia una y otra vez. Si está aportando algo positivo el momento histórico que vivimos esto está siendo la eliminación de las caretas, creo sinceramente que estamos viendo con claridad el manejo de hilos y la desnudez de las garantías de un sistema que creíamos protegía a los ciudadanos de los intereses más egoístas, así como descubrimos decepcionados el verdadero rostro de algunos que se habían proclamado nuestros adalides. Nos toca asumir la responsabilidad de nuestra lucha, no podemos dejarla en manos de otros, menos aún si se apellidan socialdemócratas2, o socialistas directamente.

Desde las múltiples y complejas sensibilidades de las izquierdas hemos de imaginar nuevas propuestas, sin escamotearnos al contexto presente y a las contradicciones sistémicas de las que no podemos escapar y que ineludiblemente nos lanzan a la confrontación -esperemos que constructiva-, este ha de ser nuestro reto. Si aún eres de las personas que cree que la socialdemocracia puede aportar algo constructivo que no sea un remedo de ideas neoliberales, rebajadas con agua y azúcar, te emplazaré a que rememores estas y otras reflexiones dentro de algunos años, no muchos, no creas, esto va más de prisa de lo que nos gustaría....en el futuro nos encontraremos. No obstante, reitero que cuanto antes demos la espalda a estas propuestas políticas, antes comenzaremos a pensar seriamente en planteamientos realmente alternativos y nuestra agonía, acaso, sea menos prolongada.

Lucas Mallada.

7 comentarios:

  1. Buena reflexión. Añado algunas cosas más.

    En las últimas décadas los gobiernos europeos socialdemócratas han estado, con muy pocas excepciones, de rodillas frente al imperialismo estadounidense. Políticos como Schmidtt influyeron perniciosamente en la frustrada ruptura con el franquismo y en la caída del bloque soviético.

    En el estado español, en cualquier caso, nunca hemos tenido un gobierno socialdemócrata. Los trabajadores y trabajadoras hemos visto cómo desde 1982 la legislación laboral iba retrocediendo, hasta llegar a la paradoja de que en el franquismo existían más garantías legales para conservar el puesto de trabajo en caso de un despido injusto. Felipe González, y Zapatero después, han recortado progresivamente nuestros derechos. Hay que recordar que de las cuatro huelgas generales que se han convocado desde la transición tres han sido con gobiernos "socialistas". También se han endurecido las leyes de inmigración, y la relación de iglesia y estado sigue siendo patética. Lo único que nos han traído ha sido corrupción, amiguismo y un falso progresismo. Quizás lo único coherente con el ideario socialdemócrata que el PSOE ha hecho en nuestro país sea la legalización del matrimonio homosexual.

    En lo referido a los Derechos Humanos, por otro lado, estos gobiernos por lo general son de lo más hipócrita. Frente a su discurso "buenista" o "con talante", se dedican a tener relaciones comerciales, académicas, diplomáticas y armamentísticas con estados como Israel, Colombia, Arabia Saudí...

    Así que, salvando a Oloff Palme, la socialdemocracia hace décadas que murió como proyecto.

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  2. Todo esto me recuerda las sesudas reflexiones del cerdo Napoleon.

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  3. Pues debería recordarte otras cosas, a mi entender. Si criticar la evidente podredumbre de la socialdemocracia es recordarte "Rebelión en la Granja" pues apaga y vámonos. No votaré al PSOE, qué le vamos a hacer, aunque por ello te recuerde a un estalinista.

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  4. puedes votar a nadie, o votar a Rayoi, que es lo mismo.

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  5. Hoy en día el único partido que sigue el ideario socialdemócrata en el estado español es Izquierda Unida, ya que para mal o para bien hace tiempo que no plantean públicamente el cambio de sistema y prefieren insistir en medidas reformistas.

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  6. Celebro la calidad de los comentarios, lo que indica el nivel de los lectores, con veladas referencias orwellianas... Sin embargo, destaco el último que describe a IU como el único partido socialdemócrata en España. Creo que el autor ha comprendido la intención del artículo e interpreta con agudeza la realidad política, lo cual me genera cierta desazón...
    El autor

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