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viernes, 7 de septiembre de 2012

Al compás del Chacachá





Visto que "Good Fly" ha dado los primeros  para abandonar el aeropuerto de Burgos y teniendo en cuenta la delgada  línea de vida que le queda a éste, analizaremos las otras  vías posibles de  transporte para llegar o salir de la ciudad.

En primer lugar encontramos la reformada estación de autobuses con la novedad de que ya no se encuentran las bombas de gasolina en el centro de la pista y con detalles de mosaico que nos recuerdan a aquellos tiempos en los que se desprendían azulejitos de colores de las piscinas del Plantío.  A parte de eso, la estación en sí es lo que es y no merece la pena hacer sangre en discutir si podría o no ser más moderna o más bonita . 

El problema radica en la confusión que inspira a los viajeros, donde mediante unos paneles que rememoran al Cid Campeador cabalgando por una pantalla de plasma vemos cómo paulatinamente aparecen informaciónes de las llegadas y salidas pero que en ningún momento indican en que dársena se disponen a descansar o a o partir.  Todo ello aderezado con los momentos de tensión que se producen cuando uno puede observar cómo los viajeros buscan qué coche es el que le corresponde y pidiendo información a una única persona con chaleco ante la cual uno pregunta si es un trabajador de la O.R.A o un controlador aereo del aeropuerto de Burgos.
 
El caso más escabroso versa sobre aquellas situaciones de demora del autobús pues desparece la información del panel no sabiendo si llegará o ya se fue el transporte.  Por último cabe reseñan para aquellos viajeros noctámbulos que no encontrarán ninguna ventanilla de información abierta  a altas horas de la noche con lo que la paciencia y azar serán su mejor compañero de butaca.

La otra vía que nos queda es la estación "Rosa de Lima" la cual dejó huérfano el edificio del siglo XIX de la antigua estación a la espera de la última iluminación de Lacalle o de una concesión quizá al clero, quien sabe…  Al apearse en la antigua estación una persona que no conociese Burgos o quisiese rememorar viejos tiempos podía visualizar la Catedral, y caminar a pie hacia el centro de Burgos dando una vuelta de reconocimiento. En la mayoría de los casos uno podía consumir en los establecimientos locales, experimentar una primera toma de contacto con la ciudad o pasear por los márgenes del río Arlanzón.

Teniendo en cuenta que  los datos de turismo en Burgos arrojan un panorama desolador, pues no se han incrementado desde el año 2002, ubicar  una estación a las afueras de la ciudad planeta varios inconvenientes:  El primero de ellos, que a excepción de que uno disponga de vehículo propio, familiares o buenos amigos que le venga a recoger; deben de conocer los horarios de los autobuses públicos o hacer uso de un taxi para llegar a las entrañas de la ciudad a no ser que quieran jugar un partido en la pista de tenis de las urbanizaciones colindantes;    El segundo problema es que a primera vista para alguien que no conozca la ciudad, ver una llanura sin atractivo alguno hace que el usuario se pueda plantear coger un billete de vuelta o cargar  las maletas con ropa de abrigo a la espera de que salga su tren.

Con todo esto  únicamente nos queda el último cartucho:  la pista de tierra del Camino de Santiago.A priori parece la mejor alternativa pero una vez pasado Ibeas de Juarros el destino nos obsequiará con un manto de humo que arrojan las chimeneas de las pocas fábricas que quedan con vida, dándonos la bienvenida a la ciudad.


 

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