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martes, 20 de agosto de 2013

Sobre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC: Así no

Carta de los lectores

Un día más, me incorporo a mi puesto provisional en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas con toda la ilusión.
 Enciendo el ordenador y sigo la secuencia diaria, que se repite salvo que se rompa por algún evento o tarea: antes de centrarme en mis quehaceres, abro mi correo y a continuación algunas páginas de información (entre las cuales siempre está Burgos Dijital, por supuesto). Pero estos últimos días están siendo especiales porque al encender el ordenador siento la incertidumbre de si hoy toca que el ordenador se encienda o no, como cuando uno espera que digan el número en el sorteo de un jamón.

Me explico. Me imagino que todas y todos habréis escuchado o leído acerca de la precaria (por no decir terminal) situación del CSIC.
Para quien quiera documentarse más sobre el tema ahí va un enlace con información  (http://cienciaconfuturo.com/2013/07/08/conmocion-en-el-csic/), que digo yo que el presente no es momento ni lugar para ponerse a repetir la retahíla danzante de cifras, presupuestos, esto es lo que hay, “ay” que no nos llega o míralo tú que a mí me da la risa. Pero vamos, resumiendo la cosa es mayormente la que sigue: al menos parte del personal técnico y de investigación que trabaja en el Consejo  ha venido consiguiendo los correspondientes proyectos y planes varios a lo largo de los años (como debe de ser, que para eso se cobra), en los cuales ha de estar detallado para qué se va a destinar cada euro. El CSIC se queda siempre un porcentaje con el que se pagan gastos generales. Gracias a esto durante años se disfrutó de un superávit, inexistente hoy en día, que permitió tener una cierta liquidez para adelantar pagos siempre que era necesario.

Como el consejo tiene una caja única todo ese dinero se ha ido gastando (recortes presupuestarios, gasto de nuevas convocatorias propias, etc…), así que cuando el personal ha ido confiadamente a utilizar esos montantes para el desarrollo de su trabajo se ha encontrado con el mismo dinero que se encontró Clavijo: a saber, nada.

Ante la cara de pasta de boniato de la tropa la explicación es que ese dinero se dedicó a tapar agujeros o a pagar nóminas cuando la liquidez empezó a brillar por su ausencia, y sin avisar claro. Al preguntar desde cuándo viene esto pasando te contestan la clásica “uy” no sé, te paso con alguien porque yo no estaba. Concretamente, en el centro en el que yo trabajo dicen que no hay dinero seguro ni para cubrir la electricidad, de ahí mi alusión inicial a la incertidumbre.

Y todo esto desemboca en que o el CSIC recibe la inyección necesaria de liquidez entre finales de año y principios del venidero o se va a freír lo que tenga que freír,  ante lo cual pues te vienen a contar la misma milonga con la que nos bombardean por todas partes nuestros queridos mandatarios, que si la situación es fatal, la coyuntura económica, la crisis, la prima y la sobrina, que la cosita está muy mala y que no ha habido otra alternativa. Vamos lo de siempre, que al final hay que dar las gracias. Claro, no ha tenido nada que ver (entre otras cosas) la organización del dinosaurio CSIC o los sueldos de más de 4000 (han leído bien) que se calzan muchos “investigadores” mientras muchas y muchos investigadores se quedan en la calle o se tienen que ir fuera. No, todo eso da igual.
No creo que se permita que el Consejo desaparezca (¿alguien se imagina por un momento algo similar con el CNRS en Francia, por ejemplo?), pero mira que se recuerda veces lo de la inversión en investigación y desarrollo, y sobre todo en tiempos de crisis oiga, conocemos numerosos ejemplos a lo largo de la Historia. Y nada, que no hay manera, aquí ya ha empezado la liga y tenemos toritos, toma marcasssssspaña. Así que se inyectará el dinero, se taparán los agujeros de momento y se dejará al enfermo en coma en urgencias, hasta la próxima. Y no vayas a cambiar nada ni a reorganizar, no sea que el enfermo mejore.

Anoche soñé que charlaba con Ramón y Cajal. El sueño era confuso y solo recuerdo claramente dos cosas. Una es que estábamos bebiendo unos vinos en alguna taberna y la otra que al hablar de todo esto se le cayó un lagrimón de bolero por la mejilla mientras repetía una y otra vez: así no, así no, así no…


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