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sábado, 8 de marzo de 2014

Transfeminismos : un desafío para el 8 de marzo

Estas son maniquíes, no son mujeres

Por Eduardo Nabal

El día de la mujer (obvio lo de trabajadora, porque casi todas lo son dentro o fuera de casa) este año va a ser especialmente crudo debido a la legislación de Gallardón que no solo devuelve a supuestos de los años 80 en la legislación sobre el derecho al aborto  sino que apuntala el retroceso social en unos recortes llenos de ideología machista, homofóba, paternalista, clerical…

Pero existen más problemas con este 8 de Marzo- problemas que se evidencian en ciudades como Burgos- más que en otras capitales de mayor tamaño o diversidad de población. Es la trampa de caer en la rutina de no mirar las aspiraciones de las jóvenes, de quedarse en campañas paternalistas sobre malos tratos, sloganes de diseño  que no dan armas de autoafirmación a las mujeres sino que las colocan en una inexplicable situación de víctimas. El feminismo de provincias sigue sin cuestionarse, desde su institucionalización subvencionada, cuestiones transversales como la heterosexualidad obligatoria o la realidad de las inmigrantes, trabajadoras del sexo, las seropositivas o personas con discapacidad.

Los grupos de izquierdas (que todavía no saben lo que es el 28 de junio) celebran el 8 de marzo con más complejo de culpa que ganas de transformación estructural de la sociedad. Así alguna periodista local les dedica un par de páginas, se habla de las mujeres víctimas de violencia de género y este año, esperemos, volverá una reivindicación que ya creíamos superada: la autodeterminación de las mujeres sobre sus derechos sexuales y reproductivos.

Pero poco cambiará en unas reivindicaciones legítimas pero que ya suenan a festejo sin más. Recientemente ha habido testimonios y han caído en mis manos libros como Transfeminismos: Fluctuaciones, fricciones y flujos (Txalaparta) que siguen asustando aún a un sector institucional o tradicionalista del movimiento pero que plantean (y ya no es tan nuevo) desafiar el concepto de los binarismos de género así como la interseccionalidad de la opresión de las mujeres con otras formas de discrimación más o menos visibles: la edad, la clase social, la raza, el lugar de procedencia, la heterosexualidad obligatoria.

Cuando se habla en el 8 de Marzo todo el mundo (incluido el que escribe estas páginas) parece con derecho a opinar. Pero el tema es otro. La consideración de la categoría mujeres como algo unitario o incluso como algo biológico lleva a situaciones de anquilosamiento que, sin quererlo, propician que cuando gobierna a sus anchas la derecha clerical se den pasos atrás pero no solo en cuestión del derecho al aborto libre y gratuito (un tema sangrante este año) sino también sobre la visibilidad lésbica, la reproducción asistida o las condiciones de vida de las mujeres en cárceles, psiquiátricos y hospitales. Algunos de estos temas trata con rigor y valentía  Transfeminismos (Txalaparta), una impresionante recopilación de pequeños ensayos a cargo de Elena Urko y Miriam Solá. 

Los varones antipatriarcales, antes llamados “machos solidarios” nos dan mucha grima a la gente LGTB porque contribuyen a afianzar la heterosexualidad como institución política así como la división hombre/mujer, con una jerarquía dualista cuestionada ya desde diversos frentes (y no precisamente académicos).

La realidad de las mujeres gordas o discapacitadas aparece también en el libro igual que en algunas publicaciones recientes se ha hablado de la visibilidad de las gitanas y del patético papel de los hombres en las organizaciones políticas y sindicales en cuestiones de género o diversidad sexual aunque en las concentraciones intenten dar una imagen que chirría por su mezcla de tufillo cristianoide y mala conciencia.

Todo esto obvia que han sido las propias mujeres (y no precisamente las de clase alta) las que han cuestionado la categoría mujer del feminismo clásico, abriéndolo a opresiones de raza, género, sexualidad y diversidad funcional además de mostrar el lado machista y heterocentrado que sigue jugando la ciencia y la tecnología en la vida de mujeres muy diferentes entre sí e incluso pertenecientes  a distintas culturas que evolucionan o involucionan.

Pero la transversalidad o no digamos ya la transexualidad son temas tabúes en un 8 de marzo que es más avanzado en México que en Castilla, a pesar de la violencia y el asesinato sistemático  que se practica en algunos lugares de Latinoamérica contra mujeres y niñas. Violencia que propicia esa policía que ahora intenta lavarse la cara sin saber nada de nada. Que arremete contra todos y todas. Ahora les toca el turno a las mujeres que reclaman sus derechos básicos.


6 comentarios:

  1. La afirmación: "Los grupos de izquierdas (que todavía no saben lo que es el 28 de junio) celebran el 8 de marzo con más complejo de culpa que ganas de transformación estructural de la sociedad" me parece una falta de respeto hacia algunas organizaciones de la ciudad que,no solo el 28 de Junio,el 8 de marzo, sino todos los días del año, luchan contra la homofobia, la discriminación sexual y los derechos de las sexualidades no normativas.

    Las grandes afirmaciones gratuitas como ésta no construyen resistencia organizada; antes bien, crean reticencias y quiebran complicidades.

    Oscar

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  2. Me gustaría pedir al autor, a Eduardo Nabal, que abundase en algunas de las cuestioens que apunta en el artículo. Puede que muestre cierta ignorancia, pero no para todo el mundo son comunes cuestiones como la transexualidad, y aquello que menciona, tan interesante, de la superación de la discrimianción sólo por el feminismo, abriéndose a otras consideraciones muy interesantes: disfuncionalidades, clase social, origen étnico...
    Sería muy interesante y enriquecería los debates. Gracias.
    Emilio Iturriaga.

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  3. Alguna recomendación sobre lecturas de transgenerismo, o deconstruccionismo de la sexualidad?
    Gracias!

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  4. Vamos a ver por supuesto que no todos los movimientos sociales ni las personas que los integran son iguales. Pero me sorprende que alguien se ofenda porque diga que hay grupos de izquierdas que lo saben lo que es el 28 de junio (es una invitación a dar nombres y apellidos, y eso no es rentable políticamente). En los grupos de izquierdas de Burgos lo último de la agenda son los feminismos y las cuestiones de diversidad sexual. Basta con ver la agenda de partidos, sindicatos, movimientos etc. Por supuesto se empiezan a cuidar estos temas pero muy poco, mucho menos que en ciudades grandes (menos amenazadas por el miedo y el sectarismo). Bueno, en las bibliotecas es difícil encontrar lo último que se publica sobre estos temas (ya que no se tiene muy en cuenta- e incluyo no solo las bibliotecas públicas y municipales sino también las de sindicatos, ateneos, bibliotecas,alternativas etc. Pero si alguien realmente quiere produndizar en esto gratis tiene en pdf "El eje del mal es heterosexual" En bibliotecas municipales "Intersecciones (Platero)", "Por el culo" (Javi Saez) o "La hermana, la extranjera" (de Audre Lorde): Entre las novedades "Transfeminismos" (Txalaparta) un interesante y ameno libro colectivo presentado en muchas ciudades del estado (no en esta).

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  5. No digo que no haya gente que luche aisladamente contra el sexismo o la homofobia. Pero mi experiencia es que llamar a las puertas de partidos o sindicatos, grupos o asociaciones en busca de cuestiones de género es una experiencia desalentadora. No seamos hipócritas, en asambleas, efemérides, jornadas de formación en general la gente de izquierdas pasa bastante (bueno basta con ver y oir a Pablo Iglesias) aunque claro en ciudades grandes se ve más y se articula más la interseccionalidad entre todas las formas de opresión o silenciamiento.

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  6. Es mas se exige a los militantes LGTB de las organizaciones de izquierdas (afortunadamente cada vez menos) doble trabajo, discreción y pedigree cuando no se hace con los artistas modernillos que dependen del ayuntamiento. Vamos a ver oigan a Maduro, Pablo Iglesias y otras estrellas del firmamento progresista. ¿Somos algo para ellos/as?

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