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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Gamonal y la Plaza de toros

Plaza de toros de Burgos

Por Juan Vallejo


Una de las desgracias más dura de sobrellevar, es la que le ha caído al barrio de Gamonal. La pléyade de alcaldes nefastos que vierten su inutilidad y torpeza, su dependencia del Gran Jefe Méndez Pozo sobre el famoso barrio, no tiene parangón. Hacen buenos a los de la dictadura: Martín Cobos, Dancausa, Muñoz Ávila, o el nefasto Peña San Martín que dejó a Burgos en el paradigma de la corrupción junto a Méndez Pozo desde su infausto partido, el SI, otros como Niño, Aparicio, y el amortizado y desdichado Lacalle al que toca ahora derramar sus miserias sobre la ciudad. Sin personalidad alguna, fundido y amortizado por los recientes hechos de enero en Gamonal, quiere vomitar sus estertores como primer edil sobre el barrio que desveló la corrupción que asola al Ayuntamiento, paralizando la obra del bulevar de la calle Vitoria en donde el cacique de la constructora Río Vena tenía la mordida bien urdida, dirigiendo a un atrabiliario Alcalde que apenas si pudo terminar una carrera y de un largo historial de corrupciones en sus ediles durante su corta legislatura.

Ahora, en unos días, si nadie lo remedia, su grupo del PP, volverá a dañar y a hacer sufrir al pueblo de Gamonal y por ende al burgalés. En plena canicula, cuando prácticamente nadie se entera de las mafias municipales, el amortizado Lacalle concede a Méndez Pozo las obras de un invento, esta vez para la Plaza de Toros, a la vera del barrio de Gamonal. La obra de casi seis millones de euros, la más cara de los presupuestos presentados, es concedida al delincuente más famoso de Burgos, Antonio Miguel Méndez Pozo, presidente de los Amigos de Silos ( qué prestigio más vergonzoso para los monjes benedictinos ), presidente de la Cámara de Comercio, otro nido de medradores, presidente de las excavaciones de Atapuerca ( su experiencia en cavernas más cercana es la de Alí Baba y los cuarenta ladrones) y de un sin fin de prebendas y sinecuras con ánimo de diluir sus delitos y su fama de codicioso y corrupto.

La Asamblea de Gamonal, no va a consentir un insulto más a su inteligencia permaneciendo pasiva ante tamaña desvergüenza. Las carencias del barrio, en donde la venganza de Lacalle se traduce en sanciones por doquier a los conductores, con denuncias por aparcar donde nunca se ha impedido estacionar, dejando los espacios restringidos y amenazando con la zona azul a una de las poblaciones obreras más precarias de la ciudad, en donde se da el mayor índice de ancianos que atienden en sus domicilios con sus pensiones a hijos y nietos. Este nuevo despilfarro del funesto alcalde, no es otra cosa que el broche final de la miserabilidad que le caracteriza, ya que su destierro en Madrid ya está fabricado, como lo está el de su ínclito y tapado mediocre Teniente de Alcalde Ibáñez. 

Veremos la diáspora que se efectúa en cuanto Podemos instale su presencia en las próximas elecciones y destapa la inmundicia imbricada, legislatura tras legislatura, bajo las alfombras del Concejo. Está por aflorar la gran corrupción de Lacalle. Lo mismo Cristino se cuelga los círculos concéntricos en su traje de camuflaje del emergente y fascinante partido Podemos con tal de seguir en el pesebre donde abreva sus deposiciones quincalleras, que ha dejado la ciudad hecha un Cristo. O el intelecto del concejal de cultura Fernando Gómez, vuelve a la fábrica de huesos de Atapuerca. Cosas veredes.

Gamonal no va a permitir a una ralea municipal de esta naturaleza, ni una mordida más que derroche los dineros de los impuestos municipales más altos de los ayuntamientos de España.  La hartura de los gamonaleros, curtida desde los hechos de Eladio Perlado y el bulevar de la calle Vitoria, no es otra cosa que el exponente del desprecio de un Ayuntamiento a sus vecinos.  La legislatura de Lacalle y la calaña política que pudre el Ayuntamiento burgalés, tiene los días contados. Al tiempo.


Otros artículos de Juan Vallejo:
Instituto Municipal de Cultura de Burgos versus Cultura
Méndez Pozo, los huesos de Atapuerca y los asesinados en el monte de Estépar

martes, 19 de agosto de 2014

Instituto Municipal de Cultura de Burgos versus Cultura

Arco de Santa María en cuyo interior se ubica la sala de exposiciones

Por Juan Vallejo

Un año más, si Dios no lo remedia, llegado diciembre, el Instituto Municipal de Cultura, IMC, perpetrará otro de sus vergonzosos eventos concediendo la sala emblemática de la ciudad, el Arco de Santa María, al pintor del Río. Este hecho, no tendría mayor significación si no hubiese adquirido carácter de eternidad a lo largo de los años, en que el organismo municipal cede anualmente, gratis et amore, la sala referida. Esta forma sistemática de prevaricar, agrede y desprecia a tantos y tantos creadores, jóvenes y no tan jóvenes, que luchan por exponer su obra en cualquiera de los espacios expositivos municipales que pagamos y mantenemos los contribuyentes. Es más: ni siquiera se contesta a sus intenciones de colgar o mostrar su obra,  sus instancias van directamente a la papelera. Este desprecio y esta desvergüenza, viene de muy lejos. 

El referido pintor monta cada Navidad su tienda de cuadros en el Arco de Santa María con el único afán de vender sus productos, lo cual, está prohibido según el Reglamento de las salas de exposiciones municipales. No se pueden vender cuadros en las salas de exposiciones municipales. Como prohibido está exponer dos años sucesivos en dichas salas.


Sí, el Reglamento contempla esto y que es a Criterio del Alcalde ceder la sala un año consecutivo. Lo que tendría explicación si la obra mereciera la pena o el evento así lo necesitara, una antología, una monográfica, etc. Pero da la casualidad de que año tras año, esta actitud repugnante del IMC, vierte su capricho sobre los bolsillos de los ciudadanos que pagan la luz, los empleados, los anuncios, etc, etc, a este pintor, alimentando estos circos que, bajo el signo del arte, tratan de satisfacer las bufonadas del personaje y sus correligionarios, dando a la ciudad un estigma seudocultural que nada tiene que ver con la seriedad que cualquier exposición requiere. Las obras se exponen recién pintadas, tiernas y sin el más mínimo criterio de seriedad.



El concejal de Cultura Fernando Gómez
Este agravio por parte de Ayuntamiento y su ínclito Concejal de Cultura, el siniestro Fernando Gómez, vertido sobre numerosos artistas, clama al cielo. No ya por el mero hecho de conculcar el Reglamento de las salas de exposiciones propiedad del Ayuntamiento, de sus vecinos, sino por las esperpénticas y siniestras muestras que se cuelgan en las paredes del Arco de Santa María, que nada tienen que ver con el arte y sí con el afán de comercializar dichos engendros que no resistirían ni una frase de cualquier ducho en pintura.
No es de extrañar pues, que la mayoría de las jóvenes y los muchachos creadores de Burgos, busquen cielos más propicios para enseñar su talento, pues quien debería volcarse con ellos, sólo lo hace con los bufones y palafreneros del Alcalde y sus secuaces; ya saben: los Cristino y compañía que inundan las plazas y paseos de chatarra, dejando Burgos hecho un adefesio que clama al cielo, pues los visitantes no dan crédito a lo que ven entre lecheras, armatostes, herreros, castañeras y quincalla sin fin.

Por cierto: este capricho de las "aparecidas" que, desde el alcalde Aparicio no tiene fin, ha propiciado un feísmo en la urbe digno de formar parte del museo de los horrores. Al lado de la Real y Antigua de Gamonal, dos artefactos del concejal pesebril, Cristino Diez, un personaje carrocero metido a ferrallista ( todo mi respeto a este gremio en donde se necesita talento y mucho oficio), muy bien descritos por este medio el 5 de agosto, que hieden. Sí, esa es la impresión que da ver las deposiciones de este individuo, que ha encontrado su forma de vivir de las arcas municipales después de nutrir la mafia del Méndez con los Peña y demás defenestrados del Concejo, aunque para ello tenga que dar vuelta a la chaqueta cada dos por tres; que presume de ir a dormir a los plenos municipales. Así durante once años: lo típico de elementos sin moral ni dignidad. Esta desfachatez, avalada por el Alcalde, no es otra cosa que el exponente más claro de la podredumbre de que está impregnado el Ayuntamiento de Burgos, cuyos concejales van alimentando, legislatura tras legislatura, la democracia más miserable de España, para deshonra de los burgaleses que con los elevadísimos impuestos que pone Lacalle a sus ciudadanos, pagan a esta caterva de vagos y vividores y los caprichos del IMC.


No contentos con el ridículo y el hazmerreír de la pretensión de Capital Europea de la Cultura, que dejó al jurado epatado con las infamias de los Cuevas, Cristinos, etc, siguen año sí y otro también, insultando al pueblo de Burgos y a sus creadores con la impresionante miserabilidad, que el Arco de Santa María exhibe con el nombre de exposición de pintura, cada Navidad.



No hay acto, festejo o movida, en donde no estén estos botafumeiros con la copa en la mano, disfrazados de artistas, llenando el ambiente de boutades y simplicidades o riéndole al Alcalde sus ocurrencias, eso sí: chupando el objetivo de las cámaras para su ego y el de su filántropo, el ex-preso Méndez Pozo, a quien tanto deben y veneran. Si no teníamos suficiente con la brutal especulación de este individuo, cuyos edificios cuartelarios deslumbran por su fealdad, hiriendo de muerte el paisaje urbano, ahora la ciudad muestra por rotondas y bulevares, los engendros del concejal Cristino. Pero no se le ocurra a usted describir este horror vacui, esta inmunda basura, porque el malabarista Lacalle le tildará de Cultureta.
El concejal Cristino Díez y su "sardina nuclear"

Qué diría el gran Maese Calvo si levantara la cabeza y viera la deposición hecha en homenaje a las víctimas del Yak 42 en la rotonda de Alcampo, o el testículo de Mahamut que pretende semejarse a una gota de sangre, en el monumento a los donantes burgaleses, embutido en un demencial sagrario en la confluencia de la calle Vitoria y Eladio Perlado.Y qué me dicen del espantoso busto que pretende ser Juan XXXIII a la vera de la Barriada que lleva su nombre.

Parece venido de ultratumba, como si le asustara el pedestal en donde le han castigado, el panorama que contempla. ¡Qué bien lo describe en estas páginas Carolina R. Tenaz! Un papa que asusta a los niños y a los adultos espanta. Cristino y sus cristinadas, intitulaba el artículo. 
Por no hablar de la inmundicia depositada en la iglesia de Gamonal, en su cabecera, único estilo gótico-alemán que existe en España, en donde este individuo ha descargado un aborto de hormigón que deja a los peregrinos sin habla. ¿No hay manera de parar estos delitos y atentados contra el paisaje y la cultura ? Alguien debe tomar cartas en el asunto y prohibir a este hombre seguir atentando contra la ciudad, sus plazas y sus calles. Y a quien se lo consiente, expulsarle de inmediato de sus competencias. ¡Ya está bien! ¿Dónde están los arquitectos, paisajistas urbanos, profesores de ética y estética, la Universidad;  estamentos que tenían que haber puesto el grito en el cielo ante este espantoso costumbrismo de llenar de fetos la ciudad? ¿O están todos vendidos a la mafia municipal? ¡Qué vergüenza! No esperen nada de la Fernán González. Ya saben: otro muermario nutrido a base de talentos.


Cabe preguntarse, qué delito han cometido los burgaleses, para que se insulte de esta manera a su inteligencia, después de vaciarles los bolsillos para pagar a estos indeseables. No se extrañen si un día aparecen Podemos, Queremos o el Sursum Corda y destierra toda esta corrupción al abismo de los engendros de donde nunca deberían haber salido.
El libro sobre los abortos que irrumpen en las calles y plazas de Burgos, está por escribir. Ardua labor le espera al que lo intente y un gran éxito comercial, pues todavía no estamos curados de espanto. El numen del concejal devenido a escultor, amenaza con otra defecación en otra rotonda; y el pintor del esperpento con abrir su tienda de cuadros de nuevo en el Arco de Santa María por Navidad. Eso sí, a costa nuestra. ¡Horreur! Avisados quedan.

martes, 5 de agosto de 2014

Cristino y las cristinadas como síntoma

Por Carolina R. Tenaz.


Atenas, Florencia y otras ciudades pueden comprenderse a través de sus escultores.  No es casualidad que Fidias, el escultor del Partenón coincidiera con Pericles en el siglo de oro ateniense, ni que Miguel Ángel arrancara junto a los Medicis el Renacimiento en la ciudad toscana.  Ambos escultores apoyados por mecenas dignos de tal nombre son la concreción plástica de la efervescencia intelectual, social e incluso espiritual de sus civilizaciones.  Sus obras son indicios que condensan y sintetizan el sentir de la sociedad que las engendra, convirtiéndose en los iconos de la democracia ateniense, en el caso del griego y del Renacimiento italiano en el del toscano.  Iconos, en definitiva, de épocas de esplendor y grandeza.  

¿Gota de sangre?
¿Criadilla de Elefante?
Emblema de los donantes
de sangre.
Trasladando esa tesis al Burgos contemporáneo, obtenemos la desoladora certidumbre de hallarnos en unas coordenadas espacio-temporales detríticas, pues no cabe duda que el escultor de cabecera de la ciudad no es otro que el sin par... Cristino Díez.  Podemos constatar que Cristino no es un mal síntoma sólo por la proliferación sin recato de obras escultóricas de mal gusto y peor ejecución.  Además es junto con su amigo y compañero José María Peña, condenado por corrupción urbanística y posteriormente indultado, la persona que más tiempo ha ocupado el puesto de representación en el Ayuntamiento de Burgos.  Este personaje, que hoy dormita plácidamente en los plenos del ayuntamiento, en el siglo XX llegó a ser incluso concejal de cultura.  En la ciudad hay quien afirma, no sabemos con qué intenciones, que ha sido tan buen político como artista, y que además domina con la misma fluidez el castellano, el inglés y el francés.  Con estos antecedentes, parece evidente que algo huele a podrido en Burgos.  
Monumento emblema de la OTAN
Monumento al derramador de sangre ajena.

Monumento al donante de sangre

Hasta que Lacalle volviera a amenazarnos hace apenas una semana con plantar una nueva cristinada, esta vez en una rotonda de Villalonquéjar,  el ayuntamiento había sido especialmente punitivo con Gamonal y sus inmediaciones, donde se concentran la mayoría de sus obras perennes.  La primera de la que tengo memoria es la del "Monumento al donante de sangre".  Esta agresión a Gamonal fue perpetrada gracias a la ayuda de numerosos empresarios de la ciudad, que curiosamente se han cuidado mucho de promover el arte del prócer burgalés en sus respectivos barrios.  A mí siempre me ha recordado al emblema de la OTAN.  Lo cual tiene su gracia porque mientras aquí es un homenaje a los donantes de sangre, en Bruselas lo es para los que la derraman.  La escultura es una recreación personal del emblema de los donantes de sangre, que está constituido por una cruz azul y una gota roja que cae.  Lo que más me sorprende de este monumento es que por las dimensiones esa gota de sangre tiene toda la apariencia de una criadilla de brontosaurio.  El truño metálico es de considerables dimensiones  vendida al peso nos podríamos quitar un pico de la deuda de la ciudad..  


Juan XXIII. El papa bueno...
La segunda de las obras perpetradas en Gamonal por obra y gracia del ayuntamiento de Burgos es la del busto de Juan XXIII.  Como hemos señalado una de las cualidades de Cristino es la regularidad.  Ya hemos dicho que en la ciudad se le considera tan buen político como escultor  Gracias a esta obra descubrimos además que Cristino domina con la misma destreza el arte abstracto y el figurativo. No era fácil conseguir que el conocido como "El papa bueno", famoso por su imagen risueña y campechana inspirara miedo.  Cristino, no solo lo consigue,  lo borda.  Hay una leyenda urbana que dice que  las mamás de Fátima y Lavaderos amenazan a sus hijos si no se duermen  o no comen la fruta no con el coco u otro personaje de ficción, sino con la imagen de Juan XXIII que Cristino modeló.   Nadie como él para inspirar pavor.   La primera vez que lo vi, dudé.  No sabía si se trataba de Torquemada o  Urtain disfrazado de papa.  Luego leí lo que viene en el pie del busto y me sacó del error.   
Aunque parezca mentira "esto" es un homenaje
a las víctimas del Yak-42.




En esta legislatura Cristino ha gozado de tiempo libre, pero para nuestra desgracia no ha desaprovechado el tiempo.  Además, como casó bien y medró mejor hace las obras gratis.  De este modo ensucia la ciudad y además hay quien aún se lo agradece.  La tercera cristinada plantada en la ciudad es el monumento situado en las inmediaciones del Centro Comercial Camino de la Plata.  Se trata de un homenaje a los militares muertos en el accidente aéreo del Yak-42.   Las familias de esos militares  fueron humilladas vilmente por Federico Trillo, ministro de defensa del Aznar quien asignó los restos mortales frívolamente al pito pito. Formalmente la escultura me parece un completo desatino.  Para empezar porque si se quiere hacer un homenaje no se hace una escultura en medio de una rotonda.  Tiene toda la apariencia de tratarse de un delirio cristiniano  de Ciencia Ficción.  Al verla no puedo evitar pensar en una especie de amenazante artrópodo alienígena.   

En todo este asunto hay margen para la esperanza.  Los tiempos están cambiando, y  lo que está a punto de nacer tendrá que hacer una relectura del régimen que ahora fenece. La proliferación de obras de Cristino el"Sardinas" no es, aunque a veces lo parezca, el anuncio del apocalipsis, sino la mejor evidencia de la arbitrariedad y corrupción moral en la política en general, y en el  gobierno del espacio público en particular.  Son el síntoma de una ciudad en crisis de valores éticos y estéticos.  Las obras de Cristino están sujetas a consideraciones subjetivas, como las expuestas aquí, pero su proliferación no.  Mientras en la ciudad hay otros artistas a los que sistemáticamente se les niega exponer en el espacio público, Cristino, se vale de su complicidad con el poder para plantar sus truños en el espacio público de las víctimas de la corrupción.  Las estatuas se eliminan con la misma facilidad que se perpetran. Los nuevos tiempos deberán limpiar la ciudad de los símbolos de la corrupción y la mediocridad y sustituirlos por otra iconografía que represente la limpieza, la honestidad, y la esperanza de ese renacimiento que ya se anuncia.