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domingo, 11 de mayo de 2014

Camino abierto hacia la Banca Ética: decisiones que transforman


Por Lucas Mallada

Hace unos días, en concreto el 6 de mayo, en Burgos  se organizó una charla para promover la Banca Ética, y lo que supone de diferente a las entidades bancarias convencionales, animados por el importante desprestigio que ha sufrido esta última.  Este hecho, por sí solo, no nos hubiera llamado la atención, y es que se enmarca en la propia campaña que está realizando FIARE, como Banca Ética para enraizar en nuestro país. Sin embargo el día 6 en el Centro Cívico de San Agustín y como ponente, además de Jesús Leandro Velasco Vicente, vicepresidente de FIARE en Castilla y León, estaba: AGAPITO GÓMEZ MARTÍNEZ. Y la presencia de este segundo ponente es lo realmente llamativo, porque es miembro de la comisión ejecutiva de AIBUR, es decir la Asociación de Impositores de Caja Burgos.

Su sola presencia, quizá ya sea el mensaje. ¿Qué ha tenido que pasar para que los ahorradores de la banca convencional, o mejor dicho de las extintas cajas de ahorro se estén planteando cuestiones éticas en las operaciones financieras? Pues ha pasado lo que todos hemos vivido, un tsunami que ha arrasado unos cuantos mojones que daban aparentes certezas a nuestras vulnerables vidas. Entre ellos la desaparición de las centenarias cajas de ahorros. El asunto puede deslizarse por complejidades de mucho calado porque está teniendo profundas consecuencias en la vida diaria de la ciudad y la de sus ciudadanos, y me quiero resistir en esta ocasión a dejarme llevar por tan tentadores derroteros.

Lo que sí comprobamos, en los tiempos del asfixiante paradigma neoliberal es que las instituciones, públicas o privadas, tienen que tener una función social, más allá de la mera rentabilidad económica de sus accionistas o propietarios. Y que esta reflexión se extiende cual mancha de aceite, más allá de iluminados, reformistas y heterodoxos, alcanzando a ciudadanos que hasta hace bien poco confiaban tranquilos en las bondades del sistema. Hemos asistido impertérritos al desposeimiento de unas entidades financieras, que aunque mal gestionadas y al servicio de la siempre voraz élite extractiva burgalesa (ejemplo palmario lo encontramos en José María Arribas Moral), eran de alguna manera cercanas y formaban parte del conglomerado de lo público. Aprovechando que se trataba de entidades públicas, se ha atribuido este tipo de gestión a su fracaso y se ha liquidado su patrimonio en manos privadas, lo que se supone una mejor gestión, lo que no se cuenta es como fueron manoseadas por inicuos intereses privados que jugaron alegremente con pólvora ajena, ya que ocurriera lo que ocurriera, pagaba “el rey”. Algún valiente tendría que atreverse a contarnos la verdadera historia de las cajas de ahorro burgalesas.

Pero más allá de todo esto, y eso que no querría deslizarme....está la pregunta clara, directa y concisa: ¿para que sirve una entidad financiera a la sociedad? Ya sabemos cuál es la respuesta de los libros, y haciendo una elipsis sobre ella, continuaré así: cuando no ayudan a cumplir los proyectos de los ciudadanos, cuando no tienen presente una rentabilidad social, cuando el carácter local les importa un bledo, cuando les interesan las ganancias rápidas y no los procesos de crecimiento propios y enraizados en el entramado ciudadano, cuando invierten en asuntos que destruyen a la gente o las redes sociales, cuando favorecen la existencia de una Ley Hipotecaria cruel e inhumana...¿nos interesa sostener y mantener un tipo de entidades financieras así? ¿Qué réditos sociales contribuyen a una vida mejor, cuando lo único que interesa son los dividendos de los accionistas?

Parece ser, que a la luz de la experiencia, incluso para los antiguos impositores de Caja Burgos, las nieblas empiezan a aclararse y el deseo de entidades financieras, en sobre las que tengamos algún poder de decisión los propios ciudadanos es mirado con mayor interés. Atrás comienza a quedar la mirada que sólo se centra en el interés otorgado: un 2 ó un 3 % TAE; más allá de eso, comprendemos que no podemos dejar nuestro dinero en manos de organizaciones que invierten en armas, en fondos de capital riesgo que cierran empresas o juegan a ganar si Grecia quiebra, en proyectos de nula rentabilidad social o que incluso generan dolor en alguna parte del mundo, porque inefablemente la ola del tsunami también nos llegará, lo hemos comprobado en nuestras carnes. Situar en la balanza la rentabilidad social en pie de igualdad con la económica es un gran paso adelante, y eso es lo que se pretende con proyectos como FIARE.

Cada uno tenemos una importante responsabilidad en el cambio social. Y no es pequeña en la cuestión de la elección de la entidad financiera en la que depositar nuestros ahorros. Invito por ejemplo a indagar en donde invierten nuestros capitales las entidades financieras con ayuda de organizaciones fiables como: SETEM, www.finanzaseticas.org, Centro Delás Justicia y Paz y otros que seguramente conozcáis. Así comprobaremos como algunos de los bancos españoles que más ganan como BBVA o Banco Santander, están manchados de sangre por sus inversiones en armamento controvertido. Lugares en los que también aparece la Caixa y otras sorpresas que dejo a vuestra responsabilidad.  El futuro está en nuestras manos y en nuestras opciones, nosotros hacemos el futuro.