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jueves, 13 de agosto de 2015

Sobre el VIH-Sida desde las prácticas artísticas y actividades docentes

Por Eduardo Nabal

Entrevista a PEPE MIRALLES: ARTISTA VISUAL Y PROFESOR EN LA FACULTAD DE BELLAS ARTES DE VALENCIA. 

DESDE 1993 TRABAJA SOBRE EL VIH Y EL SIDA DESDE SUS PRÁCTICAS ARTÍSTICAS Y EN SUS ACTIVIDADES DOCENTES.

-¿Cuál es la situación de las personas seropositivas en este contexto de salvajes recortes sanitarios?
Pepe Miralles: Todas las asociaciones con las que tengo contacto en Valencia se encuentran en una situación de precariedad (porno pobreza) absoluta. Cada vez es más difícil hacer proyectos con financiación pública e incluso encontrar fondos privados. Donde las asociaciones se han implicado especialmente es en crear estrategias que neutralicen el “Real Decreto-ley 16/2012” de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del sistema nacional de salud, que impide dar asistencia a personas que no tengan en regla sus papeles. En ese decreto se habla de que es necesaria la austeridad en el gasto público como un objetivo inaplazable. Es decir que el abandono de las personas y la muerte como consecuencia de la austeridad es uno de los objetivos de este real decreto.

-¿Desde cuándo empiezas a trabajar utilizando el VIH/Sida como tema en tus trabajos artísticos y cuál es el motivo?
P.M: En 1991 empecé a introducir esta problemática en mis trabajos y actividades.  Al principio pensé que era un tema que debía tratar, pensé que tenía la obligación de hacerlo, fundamentalmente, para cuestionar la construcción ideológica que de esta enfermedad se estaba realizando.  Con el tiempo, en mi contexto afectivo, empezaron a aparecer personas que enfermaron y murieron. Pertenezco a una generación diezmada por esta enfermedad. Poco a poco mis experiencias vitales fueron acercándome al sida desde distintos aspectos: la muerte de mis amigos, la vinculación con asociaciones, la lectura de lo que se estaba escribiendo o más bien publicando sobre el tema, y todo ello fue generando un interés creciente hacia estas problemáticas.

-¿Crees que el colectivo LGTB conecta y valora este tipo de trabajos?
P.M.: Mis trabajos no han sido nunca muy “visibles” en ningún ámbito social ni cultural. No paseo mucho por el sistema del arte ni tampoco por el mercado. Antes de la aparición de las terapias que consiguieron reducir considerablemente  el nivel de mortalidad, cualquier trabajo sobre este tema, una pegada de carteles o una exposición, era recibido por las personas afectadas como una ayuda a la situación vital que estaban viviendo. Los gestos y las palabras que te decían mostraban un profundo agradecimiento. Estoy seguro que muchas de las personas vinculadas a las asociaciones LGTB han valorado siempre este tipo de trabajos. Otra cosa es que todas las personas homosexuales valoren este tipo de propuestas.

-¿Cómo definirías tus trabajos artísticos?. ¿Cuál es la relación que estableces entre el arte y el VIH/Sida?
P.M.: Teniendo en cuenta que utilizo el arte, sus materiales plásticos y visuales, como elementos que me ayudan a materializar mis investigaciones, mis trabajos han estado siempre centrados en establecer un enfrentamiento a la enfermedad y a su perfil iconográfico. Algunas de mis obras se han basado en el compromiso con la prevención y con la dignificación de l@s enferm@s. Desde 2005 estoy realizando una serie de proyectos, todos denominados "Proyecto Sida Social", en los que uno de los objetivos fundamentales es establecer vinculaciones entre distintos agentes, tanto culturales, como sociales, universitarios, colectivos, de forma que se generen dispositivos de discusión y reflexión sobre las problemáticas que el VIH/Sida sigue presentando. Creo que definiría mis trabajos como posibilidades reales de encuentro, que no se escenifica y se espera que se produzca en una sala de exposiciones, sino que ocurren a partir de un proceso largo de conversaciones e intercambios fuera del ámbito expositivo artístico.

-Como artista, ¿qué visión tienes del colectivo LGTB?
P.M: Creo que en la actualidad estamos inmersos en un neoliberalismo gay de nefastas consecuencias.  Una de las cuestiones que más me preocupa es la homofobia del propio colectivo gay. No hay más que mirar las descripciones en las páginas de contacto: una gran parte de éstas valoran exacerbadamente la hipermasculinidad y rechazan la pluma o cualquier tipo de “mal rollo”, es decir, las subjetividades.  Nos estamos diluyendo en la normalidad heterocentrada a través de los códigos de género. Cualquier tipo de diferencia es vista con rechazo por el “buen chico gay”. Queremos ser normales y esta necesidad impuesta está produciendo una gran pérdida de especies diferentes. Pero la verdad es que no sé muy bien qué significa realmente “colectivo LGTB”.

-¿Crees que los hombres que hacen sexo con hombres están concienciados y hacen sexo seguro?
P.M.: Esta pregunta puede contestarse viendo los últimos estudios sobre infecciones. Los últimos estudios evidencian que los hombres que hacen sexo con hombres están en la cabeza de las nuevas infecciones. Son recortes ideológicos y socialmente nefastos.

-¿Y cuáles crees que son las causas de esta situación?
P.M.: Pues creo que las causas son múltiples. Una de ellas sería la percepción de que se trata de una enfermedad de personas mayores, de tiempos atrás. Otra, que los jóvenes no han vivido la época más dura de la enfermedad, no han visto morir a sus parejas ni a sus amigos; y la otra tendría que ver con la información que se tiene de lo que se considera la cronificación de la enfermedad. Para los más mayores el cansancio en el uso del preservativo puede ser una de las causas por las que se está bajando la guardia. Me parece muy bien que alguien, conscientemente, no quiera utilizar preservativo. ¿Pero cuántos no lo utilizan como consecuencia de unas percepciones erróneas sobre la enfermedad y sus consecuencias?

-Háblanos del proyecto de la Cátedra Arte y Enfermedades.
P.M.: Es un proyecto muy importante para la Universidad Politécnica de Valencia y para todo el equipo que trabaja en las diversas actividades que realizamos. Estamos estudiando metodologías de trabajo entre estudiantes y pacientes partiendo de la idea de “estética dialógica”. Además uno de los proyectos más importantes es una cartografía de los trabajos artísticos que se han ocupado de diversas enfermedades, todo tipo de enfermedades, que estará al servicio de investigadores que quieran continuar aportando conocimiento a estas cuestiones.


domingo, 26 de julio de 2015

El trabajo más sumergido

Por Venecio Almirante


Muchos desconfiamos del discurso del humanismo. Ya lo hizo Franz Fanon al afirmar "el negro" (debió haber dicho  también la negra  pero no lo hizo) "no es un hombre". 

Obviamente no se refería al  género sino al concepto de humanidad como algo que entró en crisis antes de Foucault y las post-feministas. 
El acceso a la ciudadanía no se hace nunca en igualdad de condiciones ni estas desigualdades se viven de la misma forma. Vamos, que eso de "todos somos personas", para los posters. 
Entre otros, los grandes perdedores en las batallas de los derechos civiles del siglo pasado (las mujeres e incluso el colectivo LGTB o multirracial hicieron limitadas conquistas pero las hicieron) han sido los y las enfermos mentales. Los grupos de psicología crítica son muy reducidos y han sido desautorizados porque ya desde el mismo núcleo en el que sobreviven los enfermos mentales (la familia) se ven objeto de posiciones muy delicadas. 

Que la asistencia sanitaria en este país nunca ha sido maravillosa -y ahora menos- no es ningún secreto. Pero los abusos psiquiátricos entran en una órbita en la que está permitida la ofensa y hasta la violencia, ya que determinados diagnósticos crean categorías de personas que no son tan personas como otras. Siempre es por tu bien.  Esto nos lleva al tema del oportunismo de las instituciones y los poderes públicos (o peor aún privados) con respecto a la atención a personas con cualquier tipo de discapacidad. 

A la explotación laboral se le llama por el terrible eufemismo de inserción laboral y que consiste en caer en las redes eternas de trabajar gratis para conseguir muy poco. No nos engañemos, pocos esperan mucho de los enfermos mentales en estos tiempos y por estos lares. Pero al mismo tiempo el deterioro de las condiciones de vida en éste y otros estados europeos ha llevado a un crecimiento exponencial de gente con problemas psicológicos y además mal atendida o, simplemente, no atendida. 

El Partido Popular ha hecho una reforma para criminalizar determinados tipos de trastornos, o sea que la enfermedad mental puede, según dónde y cuándo, dejar de ser un eximente para ser un agravante. Esto, claro está, no está aprobado pero está entre sus proyectos más temibles como el volver a echar para atrás los derechos sexuales y reproductivos de mujeres y ¿minorías sexuales? 
Muchas veces al no marcar la casilla de la Iglesia estamos marcando la de un montón de asociaciones que todavía dependen mucho de la iglesia, más en la Castilla profunda. Atravesados por mentalidades paternalistas, los enfermos mentales de Burgos tienen suerte si pueden trascender la categoría decimonónica de "tonto del pueblo". 

Si uno es un marica en Madrid tiene un sentido, si es un gay en Burgos se puede dar por satisfecho.  Con el concepto de discapacidad o la todavía patologizable transexualidad la cosa empeora. 
Por supuesto hay muchos tipos de discapacidades y enfermedades mentales. El mismo concepto de enfermedad mental precede al enfermo. Pero esa es otra historia. El caso es que a la hora de buscar un trabajo encuentran una (al menos hasta hace poco) cierta facilidad si se trata de trabajos ínfimos y pagados, en el mejor de los casos,  a mitad de suelto que los "capacitados". 
No vamos a entrar en detalles clínicos pero sí en algunos relativos al sueldo y las condiciones de trabajo que uno se encuentra en fábricas o empresas que luego se llevan lucrativas medallas por su labor humanitaria. De nuevo lo humano es un concepto a negociar. 
Así, trabajar todos los días de la semana más un sábado sí y otro no y cobrar como mucho el salario mínimo es la oportunidad que ofrecen a las personas con discapacidad las asociaciones premiadas por dar mano de obra barata a las empresas. 
En estos tiempos poca gente se atreve a quejarse cuando bajan los sueldos y los millones están depositados  en paraísos fiscales. 
No tiene nada de paradisiaco el ambiente donde se trabaja, no solo en LÓreal-Aspanias donde, al fin y al cabo, acabas malcobrando un sueldo sino en asociaciones por todas conocidos (como Prosame, Apace, Fundación Lesmes etc) donde se puede llegar, en algunos casos, a no cobrar absolutamente nada por hacer un trabajo completo y hasta complejo para una empresa con nombres y apellidos y, por supuesto, grandes beneficiarios que, en ocasiones, ni siquiera están en Burgos. 

Y como en los viejos manicomios se junta todo tipo de "maladies" (incluyendo el dolor de espalda junto a la esquizofrenia, la diversidad funcional o los miles de patologías nuevas que se han creado bajo la etiqueta de trastornos) para una misma labor que puede consistir en hacer cables para frenos a cambio de nada o en meter botes y tapones de champú o desodorante a velocidades de fábrica decimonónica bajo los gritos de gente que (dada tu condición) te trata como a niños díscolos. Es aquí donde entra la deshumanización del enfermo mental como persona a la que se ayuda pero también se explota y se considera que mentalmente es bastante manipulable. Esto lleva a un descontento que se aplaca cuando las familias están hasta agradecidas de que sus bichos raros tengan la mañana y parte de la tarde ocupadas. Pronto pagarán para que vayan o puedan ir a engordar las filas de las  fábricas de desodorantes. 

Un certificado de discapacidad te puede abrir las puertas para un trabajo pero conlleva una condena. Es como si a falta de empleo los condenados hicieran cola para ir a galeras, exagerando la nota. Uno se da cuenta de que los únicos enfermos peligrosos están en el poder o camino de él (con "la crisis" crece el oportunismo y la insolidaridad). 


Con esta estafa bancaria crecen estos enfermos, pero para quitarle la pelota a la explotación capitalista hay que confiar en los médicos. Ellos dirán: eso es genético, cada vez tenemos más claro que es genético. Lo cronificarán con medicación, así tendrán una raza genética de robots que son recluidos cuando les aprietan demasiado las tuercas y se atreven a gritar en la cinta transportadora.  Lo malo del Hospital de Burgos - aparte de su carácter laberíntico y ostentoso- es que no se puede fumar y que hay cámaras de vídeo en las habitaciones de los enfermos mentales, pero dicen que se come de miedo. Así que el que se queja, como yo,  es porque quiere o porque no tiene cura.

martes, 10 de marzo de 2015

Entrevista a Juan Francisco Lorenzo : Médico internista del hospital de Burgos

Por Burgos Dijital

Juan Francisco Lorenzo es médico internista, Jefe de Sección de Medicina Interna en el hospital de Burgos y lleva trabajando con personas afectadas por el VIH-SIDA desde el inicio de los años 80.
En su libro "SIDA, relatos desde la pandemia" recoge una serie de experiencias y vivencias con personas que se han ido, cómo se han ido y le han dicho "adiós doctor".
Refiriéndose a la necesidad de una casa para personas enfermas de SIDA ya escribía : "....el sainete de la casa del SIDA en Burgos,....mientras los políticos hacen política con el asunto, que es lo suyo, los enfermos se mueren en la calle, hace 15 días el último...."señores gestores: ¿ cuántos muertos necesitan para tomar decisiones? "......

Por razones sin fundamento y según explica él, porque quizás no sea del "agrado de algunos políticos, o no caiga demasiado simpático", fue destituido en 2012 como jefe de Sección, recientemente una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha obligado a la Consejería de Sanidad a restituirle en su cargo.

En la entrevista el doctor Lorenzo nos habla de las motivaciones personales que le llevaron a trabajar en la prevención, detección y tratamiento del SIDA, del perfil actual de las personas afectadas, de las repercusiones de los recortes presupuestarios en materia de Sanidad y la opinión que le merece la apuesta de la Junta de Castilla y León, Consejería de Sanidad, por la implantación de las Unidades de Gestión Clínica.