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lunes, 20 de julio de 2015

De Charlie Hebdó a la ley contra la LGTBfobia: discursos de odio y censura estatal.(Parte 2)

Por Pablo Pérez Navarro

Libertad de expresión, homofobia y censura estatal.  


Al fin y al cabo, es muy cómodo defender la libertad de expresión cuando no es nuestra sensibilidad la que se ve directamente atacada por su ejercicio. Y nada significa esa “libertad” cuando se administra a voluntad en función de los intereses políticos concretos de quienes la enarbolan como bandera. 
Si bien esto resulta evidente en el caso del cinismo de la derecha europea e internacional que se manifestó la semana pasada por las calles de París, la ocasión resulta más que propicia para arriesgarnos a pensar más allá, en relación con las llamadas a limitar la libertad de expresión que se hacen desde escenarios más próximos a la militancia de izquierdas.



Preocupante resulta, en este sentido, el amplio consenso que goza, entre los colectivos LGTB, la recientemente aprobada ley contra la lgtbfobia en Cataluña.
Muy en especial respecto al valor de su parte punitiva –el resto, es decir, las medidas para fomentar el trato igualitario de la diversidad sexual en ámbitos diversos como el educativo, el del deporte, la salud o los medios de comunicación, podrían ser una gran herramienta en la lucha contra la lgtbfobia-, que tipifica como faltas administrativas, castigables con multas e inhabilitaciones para cargos públicos, el uso de expresiones vejatorias homofóbicas, bifóbicas y transfóbicas, además de cualquier acción que conduzca a la discriminación o menosprecio de las personas LGTB.
Acciones que incluirían la propia difusión de los discursos homofóbicos, y hasta la distribución de ciertos libros, como pone de manifiesto la denuncia –eso sí, aún por resolver-, a El Corte Inglés por vender el libro “Curar la homosexualidad”. Denuncia que gozará de las simpatías, muy probablemente, de muchas de las que ahora defienden sin paliativos el “valor occidental” de la libertad de expresión, empezando por la que concierne a las publicaciones más claramente islamofóbicas del Charlie Hebdó. 

Por mi parte, y no sólo por las razones con las que argumentaba Judith Butler en Lenguaje, poder e Identidad que “la censura estatal [del discurso del odio] produce discurso del odio”, y que siempre merece la pena revisitar, creo que la homofobia, la bifobia, la transfobia y, ahora más que nunca, la islamofobia, exigen a la vez mucho más y mucho menos de nosotras.
Mucho más, porque ciertos discursos deben salir mucho más caros que la recepción de una simple multa, y no precisamente en términos penales o económicos. Debemos seguir siendo –o, mejor, serlo siempre más que nunca- capaces de organizar respuestas colectivas que, como la que está a punto de conseguir que la homofóbica y casposa letra que la murga Ni Fu Ni Fa preparaba para los carnavales de Tenerife sea retirada, no sólo desautoricen a quien nos pretende agredir con sus palabras, sino que tomen cada discurso de odio como punto de apoyo para señalar y combatir las mil y una formas de discriminación que conforman eso que llamamos “espacio público”. 

Pero también exigen mucho menos, ya que reforzar el poder del estado para limitar la circulación de cualesquiera discursos, para decidir cuáles merecen, y cuáles no, la intervención de la censura en cualquiera de sus formas es siempre un arma de doble, triple o cuádruple filo. Una cultura de lo “políticamente correcto”, que no tolerase, por la vía penal o administrativa, ni Charlies Hebdós, ni obispos de Alcalá, ni Ni Fu Ni Fas, antes o después se volvería contra nosotras, en nombre de la defensa de las sensibilidades religiosas, de la paz social o de la seguridad ciudadana: contra las que se besan al paso del papa, contra las que se manifiestan en capillas como la de Somosaguas, contra las que hacen parodias del PP con capuchas etarras, contra las que cocinan cristos, contra las que se manifiestan frente al congreso, contra las que cuelgan pancartas en la fachada de cualquier edificio; y un largo etcétera que conocemos ya, por desgracia, demasiado bien. 

Visto el consenso, la distopía en la que solicitaremos en respetuoso silencio multas administrativas mientras se nos prohíbe manifestarnos ante la sede de quienes publiquen sus revistas satíricas a nuestra costa o nos insulten desde sus púlpitos podría estar preocupantemente cerca.
Mucho más urgente sería, en la Europa que conocemos y en la que tan orquestadamente nos preparan, recorrer justamente el camino contrario. El de limitar el papel del estado a la hora de censurar el flujo de discursos –y de cuerpos- en el espacio público. Incluyendo los que nos ponen como objetivo a diversas minorías, ya sea que procedan de semanarios de izquierda o de derechas, de las murgas carnavaleras o de las jerarquías eclesiáticas.
Entre otras cosas para no tener que hacer recuento de leyes mordaza cada vez que salgamos a las calles para hacerles frente. Las políticas combativas y contestatarias pueden exigir más energía, pero tienen la ventaja de que su potencial transformador es de mucho mayor alcance que el de las políticas de la censura. Y quien crea que son compatibles, mal que nos pese a veces, se engaña.

Relacionado:
De Charlie Hebdó a la ley contra la LGTBfobia: discursos de odio y censura estatal. 1ª parte

martes, 15 de julio de 2014

Discriminación laboral y LGTBfobia

Por Eduardo Nabal

ENTREVISTA A JONATHAN LEMA TOURIÑÁN.
LICENCIADO EN DERECHO Y GRADUADO. ESTUDIA A FONDO LOS TEMAS DE LGTBFOBIA Y DISCRIMINACIÓN LABORAL.
Hola Jonathan. Has estudiado recientemente  la homofobia en el ámbito laboral. Un secreto a voces. Solo salen los casos más sangrantes o cuando la discriminación es claramente demostrable pero como cuantificar la homofobia en determinados sectores. ¿No crees que sigue habiendo una violencia simbólica en algunos empleos que no es igual en otros?
Soy partidario de pensar que hay empleos en los que existe predisposición en ubicar a una persona por razón de orientación o identidad sexual. Estos empleos, no obstante, suelen ser la minoría del abanico laboral que nos podemos encontrar hoy en día. Por otra parte existe la otra realidad, en la que la mayor parte de los trabajos (sobre todo los cualificados) presuponen un heteronormativismo del que no puedes salirte. El hecho que una persona tenga que participar en el teatro de ser quien no es, ya es toda la violencia simbólica que se necesita para pensar que hay mucho que cambiar. La única manera segura de trabajar dignamente y siendo que eres, desde mi parecer, sigue siendo el autoempleo.
Yo he conocido casos como el de Daniel Román en el que la homofobia o, más bien,  la transfobia que manifiesta una determinada institución (en este caso ONG) no se pone en primer término sino que se exponen otras excusas como el bajo rendimiento, malas relaciones con los compañeros etc. etc. ¿Es lo habitual?
Por desgracia es más que habitual, yo diría que es común. Normalmente el empleador suele usar siempre alternativas a la verdad para estos casos. Es común "maquillar" muchos aspectos a la ora d perjudicar a un trabajador, más aún en los casos de ser un LGTB, una mujer o a un extranjero.
Es muy difícil demostrar los casos como la homofobia/transfobia en el trabajo, como lo es demostrar cualquier caso de discriminación. Los poderes empresariales, agrandados con cada recorte y reforma laboral (muy comunes en épocas de crisis como la actual, aunque siempre constantes), cuentan con un gran potestad de discrecionalidad individual que suele predominar en muchos ámbitos laborales, lo que los salvaguarda de muchos comportamientos homofóbicos y trasfóbicos dentro del centro de trabajo o, siendo el ejemplo más significativo, a la hora de la contratación o de dirimir conflictos relativos a la sexualidad e identidad en el horario de trabajo. Me gustaría añadir como dato curioso que son los compañeros y compañeras de trabajo los que más suelen discriminar y de los que más difíciles es demostrar esa discriminación.
Hoy por hoy siguen sufriendo una doble discriminación las mujeres lesbianas. Pero es todo muy dificil de estudiar porque una profesora de un colegio concertado no vive la misma experiencia de exclusión que una camarera en el armario o que una periodista bien situada. El avance del feminismo tiene todavía esa asignatura pendiente ¿Cómo lo ves tú?
Me siento cómodo hablando de feminismo puesto que tuve una buena maestra. Mi antigua profesora ROSA COBO BEDÍA no me dejaría responder esta cuestión sin decir dos palabras clave: interseccionalidad y patriarcalismo. La "doble discriminación" que se menciona en la cuestión se conoce como interseccionalidad, lo cual implica que coexisten varias variables en un individuo que lo presuponen en este caso a ser múltiplemente discriminada. Por otro lado, la culpa de esta condena a las mujeres (porque yo lo veo así) es el machismo que existe en la sociedad instaurado por el patriarcado caduco que no aspira todavía a desaparecer. Defender los derechos de las mujeres no es una asignatura pendiente sólo del feminismo, sino de toda la sociedad.
Las mujeres siempre han tenido un "techa de cristal" que las hacía frenarse en ciertos puntos del mundo productivo (de su vida laboral). El entorno, la educación y la misma sociedad hace que la posición social de una mujer cambie. Así pues, no es  lo mismo ser una mujer que sólo se dedica a las labores domésticas (algo culturalmente impuesto por la clase de estado de bienestar que existe en España y compartido con los países del sur de Europa) que otra que tiene la oportunidad de estudiar y desarrollarse profesionalmente. Aún así, esta última tendrá que esforzarse siempre más que un varón a la hora de acceder y ascender respecto a un puesto de trabajo.

En mi experiencia con el mundo laboral más elemental (la cadena de una fábrica) la homofobia verbal era tan brutal que era dificil que nadie saliera o dejara salir del armario. Imagino que los colectivos LGTB no han llegado a los sectores económicamente más vulnerables o vulnerados o no siempre.
El colectivo LGTB ha llegado a todos los sectores. El valor del trabajo que ha hecho en España este colectivo desde los años 70 es incalculable. Lo que es más difícil es cambiar la mentalidad de un país en el que la palabra "maricón" se usa para todo. Parte del uso y el ataque despectivo hacía los LGTB está en la ignorancia. He encontrado casos de gente que era homófoba y no se consideraba como tal (inclusive gente que defendía al colectivo). Hay cierta parte de la homofobia, xenofobia, de la misoginia, etc., que uno no llega a darse cuenta que la profesa. El secreto para combatirla consiste en aplicar dos métodos: educación y visibilidad. Lo más sencillo es que la educación fuera primero y luego la visibilidad pero,  la historia nos ha demostrado que lo que suele funcionar es visibilizarse primero.
Existe el tópico de que hay profesiones más tolerantes que otras pero yo me temo que esto es una verdad a medias máxime en tiempos como los que vivimos. ¿Crees que la llamada crisis conlleva una posible vuelta al armario en los trabajos?
No es un tópico, es un realidad. Seamos realistas y aceptemos que hay profesiones que son más tolerantes con la homosexualidad (peluquero, dependientes, periodismo...). Incluso se da el caso (y la falsa verdad) de preferir homosexuales por pensar que sirven mejor para ellas que un heterosexual. Lo que nunca se verá (al menos de momento) es una profesión que sea tolerante con la transexualidad. La orientación sexual se esconde siempre mejor que la identidad.
La crisis, por su parte, hace todo lo que puede por atrasar más la lucha LGTB. Hoy la gente que realmente necesita en su trabajo piensa más en su bolsillo que en sus derechos. Pero, no sólo deberíamos hablar de una crisis económica, sino también de una crisis de valores. Hay mucha parte de la política que aprovecha toda oportunidad de retroceder en derechos. El ejemplo más claro es lo sucedido esta semana con la firma del acuerdo entre el gobierno de España y el Ruso respecto a la negación de la adopción para parejas homosexuales. Explíquenme a mí en que afecta eso a la economía.

Has hablado de la transexualidad como estigma y de las personas transexuales que, aún hoy, se dedican a la prostitución. No obstante yo creo que ha habido un cambio con la reciente visualización de las personas transexuales en diferentes ámbitos (la música, el cine o incluso en el ejercito). ¿Crees que está avanzando realmente o solo en la teoría o modernas corrientes sobre el género en ámbitos culturales elitistas?
Todo lo que sea visibilizarse es una ayuda inmensa. Los medios de comunicación han sido primordiales en esto pero no es suficiente. No queremos ver transexuales únicamente en televisión o en el Orgullo Gay. Lo justo sería verlos en una oficina, en una panadería, en un restaurante, o en cualquier puesto de trabajo que ocuparía cualquier persona si su preparación y experiencia lo permiten. Lo justo sería que pudieran acceder en igualdad de condiciones y, lo justo sería que una vez desempeñe su puesto se valore su trabajo por encima de la identidad, la que nada tiene que ver con su productividad.
Los transexuales, por otro lado, siempre los he considerado un grupo culturalmente potente. Han tenido que luchar siempre 100 veces más por sus derechos que los homosexuales o bisexuales y eso los ha hecho más fuertes. No estoy diciendo que sean invencibles pero si digo que no se puede dudar de su aportación a la cultura contemporánea. Carla Antonelli es mi ejemplo preferido y modelo a tener en cuenta.

Normalmente se supone (lo que no siempre es verdad) que el trabajar en trabajos mal pagados y, hasta hace poco, considerados masculinos predispone a soportar distintas formas de homofobia. No obstante tenemos el ejemplo del futbol. Muy pocos jugadores –ricos y famosos-  han salido del armario. ¿Crees que hay profesiones que todavía beben de la masculinidad hegemónica o el heterosexismo como norma implícita?
Es un argumento muy utilizado el de que "las cosas siempre han sido así". Cierto es que las clases más bajas sufrirán discriminación en proporciones más altas que las altas. Lo anterior no implica que las clases  más pudientes, como por ejemplo los ya mencionados futbolistas, no tengan que sufrir discriminación.
Esta discriminación por orientación sexual tiene que ver con la masculinidad. Se asocia que una persona no es "hombre suficiente" si no es heterosexual, lo cual obviamente no es cierto. Ser homosexual siempre presupone, por parte de quien es homófobo, que ha de existir cierta androginia o acercamiento al sexo opuesto que no gusta por implicar debilidad. En resumidas cuentas, hay más machismo que heterosexismo. Todo se reduce a que tener rasgos del sexo femenino te hace débil. 

Cuando un colegio, una asociación o incluso una empresa ligada a la Iglesia discrimina muchas veces se ampara en “sus propias creencias”. ¿Qué armas legales y no legales  tenemos aquí y ahora contra posiciones fundamentalistas de exclusión?
La respuesta es fácil. Si negociando no se consigue nada, se debe a una denuncia de manera inmediata. Los Juzgados, al Defensor del Pueblo y las asociaciones LGTB son tres buenos ejemplos donde uno podría empezar para la búsqueda de justicia.  En España, está prohibido todo tipo de discriminación, inclusive amparándose en la libertad de creencias. Si no se respeta la ley española quien tiene un problema son las instituciones que discriminan y no las personas discriminadas. Hay decenas de caso en prensa cada año donde esto ocurre y que la mala publicidad ayuda bastante en estas situaciones. Obviamente, existen excepciones donde es más difícil pelear, como por ejemplo la suscripción a asolaciones privadas. Éstas tienden a autorregularse con estatutos y la pertenencia requiere otros términos que los que pueda garantizar el Derecho.

En muchos trabajos aún existe el “no lo digas, no preguntes”. Es curioso porque aunque haya gente que lo lleva con más soltura para muchos y muchas sigue habiendo una continua negociación con el silencio, la enunciación, el miedo, la solidaridad o el secreto a voces ¿Cuál crees que es la mejor postura de entrada si es que existe una mejor que otra? Hay gente que piensa que el permanecer o no en el armario en su ámbito laboral es una posición política, otra que es una cuestión privada e íntima y otra que no depende solo de él o ella.
Uno es libre de vivir su orientación como quiera. Si decide ocultarla me parece que está en su derecho siempre que no sea nunca impuesto. Los temas laborales forman parte de la esfera privada que existe entre el trabajador y el medio que lo rodea. Si se decide ir por la vía del silencio, solo se conseguirá agrandar cada vez más las actitudes homófobas. Personalmente, soy partidario de las políticas "all out", esto es, que todo el mundo se encuentre fuera del armario. Algo utópico pero que ayudaría a dar el último de los grandes pasos que necesita el colectivo LGTB.
Respondiendo a la otra parte de la pregunta, si la empresa donde realiza su labor discrimina lo normal sería actuar. Es una posición difícil el tener que lidiar con este asunto y entiendo que es muy fácil decir que uno ha de luchar cuando quiere callarse y dejarlo pasar, pero estamos hablando del ambiente de trabajo que te rodea. Este ambiente en el que convives ciertas horas de tu día (tu jornada laboral) puede llegar a causarte enfermedades laborales como el estrés o la depresión como las más comunes. Hacerle ver al empresario que puede perder mucho si el ambiente laboral no es el adecuado (bajas médicas, denuncias, conflictos con los sindicatos...), es para mí una de las mejores estratagemas. Los mencionados sindicatos tienen una labor primordial en este asunto puesto que tienen un carácter más estable y permanente en la empresa, así como cierta autoridad en la misma. No estaría mal la idea de que trabajasen más a menudo con las asociaciones LGTB en búsqueda de un avance más continuo y menos itinerante.

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Entrevista a Daniel Román, expulsado de su trabajo a causa de su cambio de sexo
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lunes, 19 de mayo de 2014

Homenaje a las víctimas de la violencia homófoba


Por Burgos Dijital

Ayer día 18 de mayo en la glorieta que el ayuntamiento de Burgos ha dedicado a José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei y beatificado por Juan Pablo II en 1992,  se rindió un breve homenaje a las víctimas de la homofobia.
Escogida la fecha 17 de mayo como día Internacional contra la Homofobia, día en que hace solamente 24 años se eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales.

El acto consistió en la sustitución simbólica de la placa que da nombre a la glorieta, José María Escrivá - sacerdote y santo considerado por algunos como "uno de los principales promotores de la homofobia durante el régimen franquista"-  por otra placa con el texto "A las víctimas de la violencia homófoba" y la lectura de escritos por parte de las personas asistentes.

"...todavía nos encontramos con diagnósticos psiquiátricos que identifican la transexualidad como “trastorno de la identidad sexual”. Parece que en las últimas décadas la población LGTBI (lesbianas-gays-transexuales-bisexuales-intersexuales) hemos ido progresando y conquistando la igualdad de derechos con respecto a la población heterosexual. Pero todo paso ha sido minúsculo en comparación con todo lo que queda por conquistar,: en torno a 76 países, entre los que se encuentran Sudán, Irán, Yemen, Arabia Saudí o Afganistán, aplican la pena de muerte a personas homosexuales.

Venimos observando desde hace unos años un resurgir de movimientos homófobos, amparados debajo de ese paraguas que es la ultraderecha europea, por ejemplo en Rusia, donde estos grupos han asesinado a jóvenes homosexuales. También en Francia, donde recientemente han tenido lugar manifestaciones contra los derechos homosexuales. La opresión no se da de igual manera en todo el planeta, hay diversas opresiones, por ello la lucha de las personas LGTBI ha de ser un movimiento autónomo, organizándonos y sin dejar que nuestra lucha quede subordinada a ningún otro tipo de opresión ni, por supuesto, a otro movimiento.

¿Qué es lo que pasa cuando una persona no quiere instaurarse en la norma heterosexual? Son marginadas, rechazadas, discriminadas en el mercado laboral y en la sociedad, y muchas se ven forzadas a sobrevivir violentamente en el mercado sexual sufriendo estigma social, e incluso, violencia física. 

Aunque en algunos países no se criminalice la homosexualidad, ésta no tiene una aceptación social sólida. La homosexualidad se tolera a regañadientes siempre y cuando reporte beneficios económicos en eso que llamamos “mercado rosa”,. Esto es, la vida de las personas LGTBI en países capitalistas se desarrolla mayoritariamente en un ambiente estrictamente comercial y mercantilizado. Es la situación del “eres gay si tienes dinero”, a lo que se suma que las únicas referencias homosexuales se encuentran en el ámbito televisivo, con puros estereotipos...". "Hay demasiadas personas que están siendo censuradas debido a su orientación sexual o identidad de género, o por hablar sobre temas que afectan a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT).
Inaceptable..."
"... Muchísimos jóvenes viven auténticos infiernos en casa y en clase. Los derechos civiles están bien, pero no son suficientes.
Debemos ser libres para hablar sin miedo a la violencia, la intimidación o el enjuiciamiento, ya sea en la calle, en una asociación o una reunión, en la escuela, en la universidad u online".

"Contra la homofobia, seguimos luchando"
"- Estamos hoy aquí para apoyar a todas las víctimas de la homofobia y lesfobia, asi como también para apoyar a todas las personas LGTB que sufren acoso o que simplemente tienen miedo a mostrar su identidad sexual, nos hemos dado cuenta que uno de los motivos por los que se produce este miedo es por una falta de protección a nuestro colectivo en los institutos, y desde aquí queremos hoy pedir que se asegure una protección segura y responsable en todos los institutos, que se nos ofrezca un asesoramiento adecuado y se utilice un lenguaje no exclusivo en clase, asi como el castigo a los insultos y comentarios homófobos".

Desde aquí seguiremos luchando para que se acepte la homosexualidad, para que el hecho de ser gay no sea una cosa por la que tus compañerxs se asombren, y que se repitan casos como el de Eurovisión en el que un travesti Neuwirth adoptó la figura de Conchita Wurst y ganó Eurovisión, casos admirables que nos enseñan que las cosas están mejorando.
Pero ojalá fuera todo tan bonito, a Conchita se la ha criticado por todas las vías posibles, twitter, instagram etc… muchas personas han considerado que “un puto transexual” no debería ya no solo participar en Eurovisión, sino directamente no pertenecer a Europa, o mejor no estar vivo, comentarios como estos o el hecho de que en China la cara de Conchita estuviera tapada por tener barba, nos  muestran la realidad de cómo la homofobia existe en todo el mundo...".

"...Hemos de tener también en cuenta que no solo las personas LGTB sufren la homofobia, hay heterosexuales a los que por ser más “afeminados” o no cumplir los esquemas sociales se les tacha de “maricones” y “bolleras” y sufren un acoso homofóbico por el hecho de parecer gays..".

sábado, 17 de mayo de 2014

Cine LGTB : Amor y coraje en el cine turco

Por Eduardo Nabal
“Tamman Miyiz” de realizador  Çagan Imark es la gran sorpresa del cine turco LGTB de este año. Dirigida con solidez, inteligencia  y lirismo nos acerca a una singular historia de amor/amistad entre un joven  escultor de emocionalmente inestable y un chico con discapacidad. Humor y drama, angustia y pasión en una sociedad todavía marcada por el machismo y formas más o menos  sutiles de fanatismo. 
El encuentro entre Temmuz (Aras Bulut Iynemliun joven escultor abiertamente gay  pero de existencia frustrante y algo errática e  Isham (Deniz Celiloglu), un joven con diversidad funcional, atado a su silla de ruedas- y con un autoimagen bastante dañada- está dado por el director y guionista con desarmante naturalidad, economía expresiva,  delicadeza y  valentía  y aborda un tema que muchas cinematografías de países  legislativamente “mas avanzados ” no se han atrevido a tocar: la diversidad sexual   unida a la diversidad funcional.  
La propuesta desde el comienzo es interesante porque la parte mas frágil de esa pareja que se va ir formando es precisamente, al menos al principio el cuidador, alcoholizado y abandonado por su amante, algo alocado pero en el fondo temeroso a encarar las situaciones. 
El amor homosexual (o la amistad íntima, al director le gusta jugar con esa ambigüedad) entre un  muchacho discapacitado y su cuidador obsesionado con el joven desde el comienzo del filme está tratado con sensibilidad y una extraña mezcla de realismo social y poesía, eludiendo el morbo y la tragedia y acercándose con fuerza y cierta ironía  a los dos personajes principales  y sus sentimientos. Solo algunos secundarios algo gruesos, definidos con apresuramiento, empañan la belleza de un filme que acaba resultando una pequeña obra maestra y un alegato intemporal contra la desconfianza a todo lo “diferente”. “Tamman Miyiz” sin grandes discursos y huyendo de cualquier tipo de moralina llega al espectador desde el comienzo.  
La vulgaridad de algunas secuencias oníricas- asociadas en cierto modo al alcoholismo del protagonista- no logran empañar la belleza de muchas de las imágenes que mezclan la música y el movimiento de forma asombrosa, además de ir, en algunos casos, acompañados de diálogos inteligentes que no temen incomodar al espectador como la petición de asistencia al suicidio de Isham o la incapacidad de Tammar por hacer valer su arte escultórica  y su propia personalidad ante la arrogancia del mundo en el que se desenvuelve. Es curioso como la relación, a pesar de su fisicidad no es “del alma”, predestinados a encontrase. 
En las respectivas familias hay con cierta tensión pero si la relación  entre Tammar y su madre está marcada por el afecto y pequeño desgarros la de Isham es mucho  más violenta debido que frente al cariño y el apoyo  de su madre se encuentra el desprecio de su padre, al no adecuarse, a su modo, a un modelo convencional de masculinidad, al que tampoco se acomoda Tammar recibiendo, de forma algo menos brutal, el desprecio patriarcal y el olvido de su familia. Tammar es descrito, incluso por el mismo, como un soñador –casi un esteta- mientras Ishrin es más práctico aunque también capaz de tener ensoñaciones y momentos de ilusión o desperación. La relación es progresiva y el pasado de ambos está dado con breves pero inteligentes pinceladas en forma de flash-backs. 
El momento en que Tammar recupera la inspiración tallando en esa estatua a la que antes le hablaba solo el rostro de su nuevo no compañero de casa es uno de los momentos más hermosos del cine reciente venido de Turquía con una mezcla de imágenes y sonido que superan lo mejor del cine de Ozpetek y con mayor intimismo y menos superficialidad disfrazada de profundidad de algunos momentos y filmes del, por otro lado, estupendo Faith Akim (Al otro lado)  . Al director no le interesan las imágenes turísticas de Estambul sino como contar con palabras pero, sobre todo, on imágenes una “historia casi divertida”. 
Çagan Imark con muy pocas pinceladas – y sin muchos aspavientos ni ningún alarde tremendista- sabe abordar temas tan diversos como las dos sociedades turcas, las diferencias de clase, el estigma de los discapacitados, la estructura patriarcal de la familia  y la tolerancia represiva hacia los gays y algunas mujeres, como la madre de Ishan que sufre en sus carnes la violencia machista de su marido.  
En la parte final el realizador (uno de los nombres nuevos más importantes del cine de su país) incluye un momento de suspense y chantaje que propicia que el filme se desboque en un final desgarrado, tal vez demasiado cercano a la metáfora y al melodrama clásico pero rodado con el mismo pulso a la vez delicado y firme con el que el director se acerca y aleja a los personajes principales. El final del filme puede abrumar a algunos espectadores que lo encontrarán algo afectado y/o cursi pero el pulso narrativo del realizador y la interpretación de los dos jóvenes lo dotan de una fuerza muy personal, esa fuerza que atraviesa esta apuesta aparentemente modesta.

La relación entre estos dos “marginados” de la sociedad patriarcal turca esta dada con humor, ironía y ráfagas de poesía que aligeran los aspectos más oscuros y espinosos  de un relato lleno de humanidad pero también con zonas oscuras como la pasividad inicial del joven  Temmuz o la  inicial desconfianza de Ishan ante su nuevo cuidador. Llena de apuntes sociales que dejan ver un transfondo marcado por la intolerancia Tamman Miyiz” es un hermoso filme que elude la tragedia sin caer nunca en el ternurismo.  Países como Turquía, Venezuela o Canadá nos sorprenden con la audacia temática y formal de sus propuestas frente a cierta parálisis creativa  en el cine europeo LGTB en general, y el español en particular. 
“Tamman Miyiz?” muestra dos protagonistas imperfectos pero llenos de vida interior cuyo encuentro parece dar sentido a una situación personal difícil para ambos. 

jueves, 14 de marzo de 2013

De mártires y verdugos

Foto de archivo Jornadas Mundiales de la Juventud en Burgos
La historia más grande jamás contada no es necesariamente la de un hombre, sin más arma que su palabra, enfrentado a todo un imperio. No es tampoco la de un creador de sueños, ni la de un hacedor de milagros.

La historia más grande jamás contada es la de un mito forjado gracias al paso de los siglos que borra las huellas en la piedra y a la irresistible tentación de quién detenta el poder y se autoafirma como único y legítimo sucesor de la esencia mágica que nos da graciosamente la vida eterna tras nuestra mortal existencia… Es el mito de la persecución, del martirio y del sacrificio y del perdón.

Desde los tiempos de Roma hasta nuestros días se han acumulado e inventado de manera sistemática un sinfín de evidencias de este incesante intento del “Mal” de destruir a los únicos herederos legítimos de la Verdad que daban su vida por contárnosla. Esa es la identidad de los cristianos, y especialmente la de los católicos, tan “bien acostumbrados” a sentirse siempre amenazados.

Basta cualquier movimiento colectivo o individual contrario al dogma, es decir a la Verdad, para que sus sacerdotes hablen de persecución y martirio, y 2000 años después (si en esto tampoco nos mienten) seguimos en las mismas…

En España se llega al paroxismo, y el mito se refuerza de tal manera que incluso cuando parecen ser ellos los perseguidores o los colaboracionistas de la “caza de brujas” del momento que toque, se presentan así mismos como los injuriados, los heridos, los amenazados. Sólo un un ejemplo de tiempos pretéritos pero muy cercanos: la campaña orquestada en 2005 ante la Ley del matrimonio homosexual, que no hacía más que ampliar los derechos civiles a una pequeña parte de la población, por la Iglesia Católica S.A. que presionaba en las calles, influía en los despachos y se manifestaba con absoluta virulencia contra dicha Ley presentándola como una afrenta y una ofensa que ponía en peligro a la familia católica, y por lo tanto a los amenazados mártires cristianos.

Foto cedida JMJ en Madrid
Tampoco convendría olvidarse del paripé montado recientemente con las famosas Jornadas Mundiales de la Juventud, con las calles de Madrid como escenario nada improvisado de una propaganda ideológica que evidentemente no compartimos todos. De nuevo ahí ante las protestas se presentaban como los corderos dispuestos de nuevo al holocausto de sus infieles perseguidores, y de nuevo se demostró que bajo las pieles de cordero estaban los lobos bravucones e intolerantes pero bien relacionados con la Ley y el Orden.

Pero el mayor paradigma de esta teoría se muestra evidente al comprobar la política de la Iglesia ante su inexistente revisión y petición de perdón por su colaboración e inestimable ayuda ideológica, económica y en muchos casos física que facilitó la destrucción de la Segunda República y la masacre civil posterior perpetrada por la miseria moral y la intolerancia cruel de unos cuantos poderes fácticos que fueron posteriormente bendecidos.

 Qué decir de esa Iglesia que se aprovechó de la situación para convertirse en la gran beneficiada y garante del nuevo statu quo. Qué decir de esos sacerdotes que incitaron al odio desde sus púlpitos, que colaboraron en fraudes electorales aprovechándose de la ignorancia del pueblo inducida por su recelo a las ideas liberales, que cogieron las armas para matar a sus semejantes, que justificaban las matanzas y consagraban los fusilamientos y los “paseíllos”, que miraron hacia otro lado mientras se torturaba y se violaba sistemáticamente, que señalaron con su dedo acusador a quien odiaban para hacerle desaparecer, que con su abuso de poder y su alma inmunda y negra como un abismo de sombra separaron  familias enteras, destrozaron almas y violentaron hogares, que con su poder reeducaron y vaciaron el cerebro a generaciones enteras cargadas de prejuicios y de ignorancia…

Foto de archivo 
Aún hoy beatifican a los suyos y condenan al olvido a los que nunca fueron aceptados como parte de su “cuerpo”, de su comunidad, mientras cacarean hipócritamente que todos somos hijos de un mismo Dios. Aún hoy sigue habiendo decenas de miles de españolitos, como Machado sabía vernos, enterrados miserablemente en el olvido y en el desprecio. Aún hoy las sotanas siguen poniendo palos en las ruedas de aquellos que sólo quieren recuperar a los suyos. Aún hoy estos fariseos siguen sin reconocer públicamente que no todos somos hijos de su Dios (perderían clientes), sino que los perdedores y todos sus descendientes son hijos de un Dios menor.

Por mí, desde aquí, el mayor de los desprecios para este ejército de inmorales que mientras nos vende la falsa idea de que la Iglesia es universal y nunca entra en disputas partidistas, conserva homenajes de todo tipo en sus templos a una parte de los españoles (“los caídos por ¿España?”) y niega a muchos otros la posibilidad de recordar a los suyos y de hacer visible la injusticia de la Historia, escrita siempre por los vencedores. Sólo de esta manera se explican reacciones como la de los monjes de San Pedro de Cardeña que sin hacer un verdadero y público acto de contrición acerca de su colaboración necesaria en la creación de una campo de concentración y exterminio en su feudo hace 75 años, tienen la desvergüenza de negar el merecido homenaje a las Brigadas Internacionales, incumpliendo además resoluciones administrativas.

¡¡POBRES MÁRTIRES!!

domingo, 30 de septiembre de 2012

Cartas a Burgosdijital: Chocolate con...homofobia


La cafetería burgalesa “Candilejas” no acepta a lesbianas
El lunes pasado, 24 de septiembre, en la famosa chocolatería burgalesa  “Candilejas”, se produjo un acto homófobo repudiable que queremos denunciar ante toda la ciudadanía burgalesa. Los sucesos transcurrieron así: dos chicas (pareja) entran en la cafetería para tomar un chocolate, después de pedir y ya sentadas en la mesa, la dueña del local se acerca despacio, para que el resto de clientes no lo escuche, y nos informa de que “estos comportamientos no los acepta”, y que “por respeto a los demás” nos deberíamos marchar.

En apenas un minuto de estancia en el local la dueña del Candilejas se percató de que éramos lesbianas y, claro, eso no lo podía tolerar; pero lo que nosotras no toleramos es que este tipo de actos homófobos que denigran a las personas salgan impunes. Queremos visibilizar este caso porque creemos que la denuncia y la visibilización sistemática de este tipo de actuaciones discriminatorias es la única vía para que cesen, para que se tome consciencia de que en nuestra sociedad sigue habiendo innumerables agresiones homófobas y lesbófobas todos los días, tal y como recoge la Memoria del Observatorio contra la Homofobia que elabora anualmente el Frente de Liberación Gay de Cataluña (FAGC), que afirma que este año se han incrementado un 2,5%  el número de agresiones homófobas en el estado español con respecto al pasado año, así que todavía nos queda mucho camino por recorrer para alcanzar esa igualdad que tanto nos venden.

Queremos animar desde estas líneas a que todas las personas que se vean implicadas en una agresión homófoba lo denuncien inmediatamente, lo hagan público, ya que es la única manera de visibilizar un problema que desde las esferas del poder no quieren reconocer.

¡Ninguna agresión sin respuesta!

Laura y Jessica