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jueves, 3 de septiembre de 2015

Entrevista a Gustavo Pecoraro, periodista y escritor argentino

Por Eduardo Nabal

Autor de "PALABRA Y PLUMA" (Editorial La Mariposa y La Iguana) 


Gustavo Pecoraro (Mar del Plata, 1965) es periodista, poeta, escritor y activista gay independiente. En enero pasado presentó en Madrid su colección de crónicas. "Palabra y pluma - textos políticos y otras mariconadas". Gustavo es militante en Argentina desde el programa de radio El Vahído de FM La Tribu y desde muchos otros ámbitos periodísticos como el Suplemento SOY de Página/12. También escribe sobre la realidad cambiante en que nos encontramos.

“El papa Bergoglio fue colaborador de la dictadura, es misógino como todo cura y llamó a la guerra Santa contra el Matrimonio Igualitario.”


-Hola Gustavo. Acabas de presentar en Madrid “Palabra y pluma - textos políticos y otras mariconadas”. Es, entre otras cosas, una recopilación de artículos y entrevistas que reflejan tu posición de compromiso en medios como el periódico Página/12, el programa radial El Vahído así como tu lucha por la causa LGTB y la visibilidad. ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Y la acogida en estos malos tiempos para sacar un libro en este país?  

Gustavo Pecoraro: Todo emprendimiento editorial independiente cuesta mucho. Mi intención con el libro era alejarlo de los espacios comerciales de difusión, no me gustan las grandes cadenas de librerías que parecen shoppings. Con esas premisas elegí esta editorial (La mariposa y la iguana) que me garantizaba esa independencia necesaria y una distribución en casi toda Argentina. Luego llegó al estado español gracias a los contactos y las amistades que forjé en los diez años que viví allí, y va a Chile, Uruguay y Perú en los próximos días. La selección de los textos así como la escrituras de los colaboradores que presentan los diferentes capítulos, y la edición nos llevó seis arduos meses. Pero el resultado me hace muy feliz. Estoy recorriendo el país haciendo presentaciones, que es una de las cosas que más placer me trae.

-Hoy día libros como el tuyo suscitan mucho más interés porque los ensayos académicos siempre tienen algunas limitaciones empezando por el lenguaje empleado. También la variedad de temas y el desparpajo aparente con los que los tocas lo hace atractivo. Pero ¿has desechado cosas que te hubiera gustado incluir? ¿Por ejemplo hubieras hablado del significado de la muerte de Pedro Lemebel? Y sobre México y los asesinatos políticos, ¿qué puedes decirnos que no sepamos?

Gustavo P: Interesante tu reflexión porque casualmente yo no tengo mucho que ver con la academia, por no decir nada. Mi lenguaje es social, alternativo si se quiere. Soy maricón, antes que varón, antes que varón cis, antes que gay u homosexual, antes que queer, y sí, lo que escribo también son mariconadas. La reivindicación de “lo marica” atraviesa el libro como ya lo hacía el anterior en clave de poesía, y seguramente lo hará también el próximo. Tuve que hacer una selección muy apretada porque el libro se fue de tamaño varias veces (tiene 300 páginas) que para este tipo de ediciones era un problema. Deseché sobre todo algunos de los casi 200 editoriales que desde hace 5 años desgrano en mi programa radial El Vahído, creo que fue la tarea más dura ya que es mi voz, mi ideología y mi pensamiento lo que salen en esas editoriales. Pero dejé una muestra muy simbólica de mis posturas en contra o a favor de muchas cosas.

-Hablando de Lemebel, el escritor chileno denunció la homofobia persistente en un sector de la izquierda. Esto es un verdadero problema porque causa divisiones y malentendidos pero también una realidad histórica que han sufrido las feministas y las personas LGTB en partidos y sindicatos. ¿Crees que ha evolucionado mucho desde "Hablo por mi diferencia"?


G.P: Vivimos bajo el capitalismo y bajo el patriarcado y la izquierda también, aunque a veces parezcan de otro planeta. Y digo a veces, porque a pesar de lo crítico que soy con la izquierda, tengo ilusión en la izquierda. Cualquier activista LGTBI tendría que sentirse de izquierda, y la izquierda debería abrirse  a los nuevos tiempos y realidades.

El problema de este “doloroso amor” entre los movimientos sociales (en este caso hablo del colectivo LGTBI) y la izquierda, es que la izquierda siempre nos ha mirado con desprecio. O éramos “débiles”, o éramos “la decadencia burguesa”. O Castro no nos quería por “peluqueras”, o nos mandaban a los UMAPS. La creencia del “hombre nuevo” y su consiguiente “fortaleza” por la mayoría de la izquierda mundial en los años 60 y 70 colocó a las reivindicaciones LGTBI en un plano menor dentro de sus reivindicaciones, o en muchos casos en la más absoluta negación o desprecio.

Hace ya bastante que se viene articulando mejores experiencias, pero hasta que la izquierda no deje de ser una especie de “reserva moral” de lo social, las luchas de nuestro colectivo serán ninguneadas ante un clamor sindical o un paro.

Reitero, tengo ilusión en la izquierda, pero para confiar en ella aún debe demostrarme que mi lucha es también primordial para ella.

Lemebel fue una voz solitaria (o casi) en esta denuncia. Contó en Chile con un PC que luchó contra Pinochet. En Argentina el Partido Comunista apoyó a la dictadura de Videla (al igual que Rusia).

Ese “doloroso amor” aún no copula y mucho menos acaba.


D.P: Hay muchos personajes más familiares allí que aquí, otros son universalmente conocidos, escritores, realizadores. Tu conociste La Radical Gay. ¿Qué entrevista te costó conseguir más y cuál fue mejor acogida? ¿Crees que el Madrid de hoy ha cambiado mucho, o no tanto como parece?

G. P: Como te comenté, viví una década en Madrid y me relacioné con distintos grupos LGBTI del Estado Español. Yo también tenía mis deseos de ciertas entrevistas. Creo que en cada viaje que hago a Madrid a visitar amigos retorno con el grabador listo para seguir entrevistando personas que me nutren o a las que quiero interpelar. Las de mayor satisfacción son las entrevistas que rescaté de mi trabajo comunicacional en los 80-90, personas que en muchos casos ya han fallecido pero que fueron fundamentales para algo así como los cimientos culturales y sociales de la comunidad LGTBI de la Argentina: Cris Miró (la primera travesti pública y popular del país), Batato Barea (performer de extraordinario símbolo de la cultura de vanguardia y la resistencia en los 80), Américo Ortiz de Zarate (director de “Otra historia de amor” película pionera en tratar la temática gay adecuadamente), etc. También voces que interpelé en un discurso y con los años fueron deviniendo en otro. Y de la actualidad es muy difícil elegir porque hay entrevistas a muchas personalidades trans y travestis de la Argentina que me enorgullecen como Vida Morant, Lohana Berkins, Marlene Wayar, Susy Shock, u otras referencialidades como el burgalés Javier Sáez del Álamo, que es todo un lujo.

-“Palabra y pluma” tiene un calado político y una inmediatez desde el periodismo activo del que carecen otras recopilaciones de artículos publicados en castellano. En Europa vivimos momentos en los que no hay que tener pelos en la lengua, a pesar de que en España se acaba de aprobar la Ley Mordaza que impide registrar o grabar actuaciones policiales, entre otras cosas. ¿Cuál es el momento sociopolítico allí en Argentina? ¿Como ves la Europa de la Troika y el futuro de los disidentes?

G. P: Argentina está en un momento bisagra. O vamos a la derechización política con algún gobierno tipo el PP de acá, o vamos a la resistencia. Soy bastante pesimista en cuál será el futuro: veo más cercanos a los “peperos” que a alguna fórmula progresista. Y para ser consecuente cada vez que tengo un micrófono o un canal de mi comunicación a mi alcance, planteo que hay que prepararse para resistir. Que no nos cojan desprevenidos. Acá es claro que la Iglesia y los sectores conservadores han puesto pata en el gobierno de Cristina Kirchner (que fue la que promulgó la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género en una articulación inédita y aplaudible con el colectivo LGBTI que viene luchando hace casi 50 años) pero que ahora titubea, negocia con el Vaticano, no muestra claramente sus cartas a jugar, y lo que vemos que en el partido del gobierno aparecen candidatos conservadores como el gobernador Daniel Scioli u otros similares, y se alejan los que podríamos -amablemente- definir como la sucesión del proyecto kirchnerista del 2010 al 2012 donde el colectivo LGTBI tuvo su Edén (por darle una definición más o menos graciosa). Tampoco estamos inmersos en unos “Relatos Salvajes”. Sí en una sociedad que se descompone en creencia y donde el escepticismo crece y el chaqueteo están a la orden del día. ¿Cómo vamos a esperar que la sociedad se sienta optimista si cada día vemos en todos los espacios políticos ruptura, peleas, conflictos, luchas internas tremendas y lo más bajo de la más bajo de la política encarnada en los grandes políticos, diputados, gobernadores y fauna de todo tipo? 


Una de las cosas más tremendas que vive la Argentina es la poca capacidad de autocrítica que tenemos como sociedad, incluso en las cosas más pequeñas como la ayuda solidaria, y la decadencia de muchos sectores políticos que se construyen desde un lugar partidaria y que se pasan al otro bando luego de haberse fortalecido en otra. Me da mucho asco esa clase de política. Pero también, para hablar de la otra cara: hay espacios alternativos, nuevas corrientes políticas no-partidarias, lugares de encuentro, espacios culturales y otros, que discuten futuro. Y eso es muy alentador. Hay una juventud entusiasta y que quiere hacer las cosas bien, o al menos no hacerlas como las hicieron todos los que no son ejemplo para nadie. En esa juventud pongo mi esperanza de futuro, y confío.

-Hablas del "matrimonio igualitario". Algo que se consiguió hace unos años en España y que ha garantizado ciertos avances y visibilidad. También ha suscitado, en algunos sectores, una parálisis política cuando algunos pensaron “ya hemos conseguido lo fundamental” o, peor aún, “Ya somos iguales”.


G.P: Considero al matrimonio igualitario una conquista muy buena del colectivo LGTBI, sobre todo por cómo se consiguió que fue luchando duramente y públicamente contra la Iglesia de Bergoglio (que hoy se olvida que nos declaró la guerra) y la derecha política. Pero no la considero la mejor conquista de nuestro colectivo, ni mucho menos. Me parece algo más, que está ahí. Es nada más y nada menos que hay un derecho que no teníamos y que nos ubicaba como ciudadanos de segunda. Pero como todo derecho, el utilizarlo a no, es cosa de casa uno. Igual que votar, por ejemplo. ¡Y mira que es importante votar! No creo en el matrimonio igualitario para regular mi vida sexo-afectiva ni amorosa-legal, pero debo reconocer que sí solucionó y dotó de ilusión a muchas parejas del mismo sexo. Por eso mismo, lo aplaudo. Por eso mismo, aunque parezca contradictorio, digo sigamos pensándonos como diferentes, como disidentes, y no nos quedemos normalizados ni diluidos en una igualdad con los heterosexuales, que nos borre como seres diferentes con identidad y orientación diferentes y que nuestra sola existencia, nuestro sólo ser, sirva para enfrentar las normas de patriarcado, que para no hacerlo tan queer, son varón y mujer, celeste y rosa, mama plancha papa trabaja, mama cría hijos para fuma en pipa. Somos diferentes, tenemos formas de relacionarnos diferentes, y debemos discutir –una vez que tengamos todos los derechos- qué somos, hacia dónde vamos, y cómo nos construimos.


Ahora se ha dado en la Argentina (y creo que en muchas partes del mundo) una especie de personas LGTBI vueltos al rebaño del Pastor Francisco ¡qué horror! La Iglesia es nuestra máxima enemiga, la que nos condenó, condena y condenará maquillada por los propios putos, las lesbianas y las trans para que creamos que Bergoglio dejó de ser Bergoglio y es ahora Francisco. Mucho ojo con las normalizaciones que nos impone desde dentro del colectivo con la anuencia de los enemigos de afuera.

-Tu nuevo libro es un espejo de una transformación social, la voz de un espectador privilegiado. ¿Pretendes dar herramientas nuevas o no tan nuevas para que tengan una utilidad y un compromiso sociales más allá de la crónica?


G.P: Pretendo abrir canales de diálogos desde mis posiciones –claro- sobre todo con el nuevo activismo de jóvenes gays, lesbianas, bisexuales y trans.
Las herramientas nuevas no existen, lo que hay que hacer es leer, estudiar, escribir, pensar, dudar, y dejar de creer que hay discursos puros a los que debemos rendir obsecuencia.Duden, es lo mejor que le puede pasar a la juventud. 
Dudar, repensarse y generar nuevos argumentos, nuevas organizaciones, nuevas propuestas políticas, nuevos caminos. Es el tiempo para que la Juventud dé un paso al frente y se saque de encima a las dinosaurias y los dinosaurios del colectivo LGTBI. Incluso a mí (risas).

-Tú conoces algunas formas nuevas de hacer política en todo el mundo nacidas a raíz de la lucha contra el VIH o al amparo de la llamada “teoría queer”. Tu libro intenta no obstante llegar a un público amplio y ser variado, dentro del rigor. ¿Te interesa el contacto con lo que se hace fuera?

G.P: Todos los días leo los periódicos más importantes de la Argentina, también El Mundo, Público, y muchas revistas y artículos que me llegan desde España. Leo a autores y autoras que sé que escribirán cosas que me ayudarán a pensar, leo a periodistas que me complementan, que me ayudan a crear mis ideas. Y escribo mucho. Constantemente estoy siendo como una especie de alquimista de mi propio pensamiento, incluso con los textos con los que –a priori- no coincida. Es vital para mí ver lo que pasa en todos lados, a veces me pierdo de cosas por los idiomas diferentes en que están escritos, pero siempre hay un alma buena que lo traduce. Vuelvo a mi obsesión con la juventud, si se dieran cuenta de lo importante que es leer y crear idea, y no sólo escuchar y repetir, cambiarían mucho más las cosas. Pero parece que hay un cómodo acostumbramiento a repetir lo que repite el otro, sin ningún tipo de actitud crítica o al menos de reflexión, algo que me aterra.

-Hablas del Papa Argentino que tenemos ahora. ¿La gente progresista en general, y el movimiento LGTB en particular, hace tiempo que negó todo tipo de credibilidad a la Iglesia Católica como institución o allá es algo matizable?

G.P: Como todo, el marketing ha hecho de las suyas. Bergoglio, cómplice de la dictadura, llamó a una guerra de Dios cuando el matrimonio igualitario, misógino como todo cura, protector de la pederastia en los más altos niveles de la jerarquía católica, ahora parece un señor noble, bienintencionado, preocupado por todas sus ovejitas. Para describir esto nada mejor que un argentinismo: “Algunos “putos” se mastican cualquier cosa… (risas)”


miércoles, 8 de abril de 2015

Poesía lesbiana y queer. un desafío pendiente


Por Eduardo Nabal

El libro Elena Castro "Poesía lesbiana y queer" (Icaria, 2015) viene a llenar un hueco en el que las mujeres lesbianas reivindican su historia y su trayectoria vital  a través de la poesía escrita en castellano. 
Aunque esta presente -en las más contemporáneas- la herencia de la francesa Monique Wittig (escritora, ensayista  y poetisa comprometida con su tiempo) el libro se remonta a las  primeras manifestaciones de poesía lesbiana en el estado español desde Lucia Sánchez Saornil ( anarquista de tiempos de la república) a Cristina Peri Rossi y otras contemporáneas menos conocidas que han convertido el lenguaje en un laboratorio maravilloso contra la invisibilidad y, también, contra los binarismos de género. 
En medio nombres silenciados en la dictadura como Gloria Fuertes (vista como una solterona en su época)  o ya en transición la obra de gente como Ana Maria Moix, que se movieron entre la poesía y la prosa poética.

Llegamos por fin a la uruguaya Cristina Peri Rossi y a algunas nuevas poetisas españolas como  la contemporánea Txus García que huyen del esencialismo y la corrección política. 

El libro, desde su brevedad pero erudición, llena un hueco enrome que en otros países ocupan u ocuparon nombres como Adrienne Rich,  la propia Wittig, Jeannette Winterson, Nicole Brosard, Cherrie Moraga, Patty Smith   o Audre Lorde. 

Estamos ante un ensayo nada académico pero riguroso y documentado que recorre la historia de las mujeres que plasmaron en papal y versos de arrebatadora sinceridad su diferencia o su amor por otras mujeres, su exaltación del cuerpo femenino desde la mirada y la pluma femeninas. Peri Rossi articula una voz contra el acomodamiento de la gente LGTB en instituciones capitalistas y  heterocentradas.

Si ya desde la primera mitad del siglo se empieza a hablar del cuerpo como lugar de escritura estas nuevas poetas van a problematizar el sexo y el género. 
Algo que se remonta a San Juan de la Cruz o Santa Teresa pero que ellas realizan con clara intención performativa y de vindicación del sexo , la carne y la existencia lésbica.  También poniendo en la picota el sexo del hablante o el oyente así como cuestionando los regímenes sociales de "Lo normal"


A los cincuenta
ya nadie es romántico
todos han aceptado el matrimonio
gay o hetero, que mas da
y la hipoteca de por vida
solo algunas locas llaman a las dos de la madrugada
para gritar "Haría el amor hasta morir"
C. Peri Rossi

Si los poetas gays de Lorca a Panero, pasando por Cernuda, alcanzaron reconocimiento casi universal algunas de estas mujeres todavía se encuentran en un terreno impreciso redefiniendo, reivindicando o cuestionando aquello que se ha dado en llamar "escritura femenina" y que aquí acaba siendo además de un elegante recorrido histórico por una serie de autoras en el tiempo que les toco vivir una maquina de guerra contra el binarismo hombre/mujer hetero/homo sin abandonar la pasión de contar aquello que se silenció en nuestro país durante tantos años: el amor, el desamor, la lucha, la soledad y la fuerza de las mujeres lesbianas que cuentan sus historias e interpelan a nuevos sujetos lectores y potencialmente creadores que se empoderan en un nuevo espacio público y privado.

A la espera del último poemario que María Castrejón (escritora incansable) podemos leer y disfrutar de principio a fin  este ensayo lúdico, ameno y bien documentado sobre las poetas que hicieron historia en un mundo de mentiras, secretos y silencios.

Unos versos de Txus García

Aquí estoy me llamo Txus y soy transgénero
Llevo años siéndolo
Mi madre me trans-vestía como a una señorita
[...]
Hice la primera comunión trans-vestida de blanco
era una pequeña gordita y folclórica.
Era Marika.


sábado, 4 de abril de 2015

Entrevista a Gracia Trujillo, Transmaricabollo de Sol

ENTREVISTA A LA PROFESORA Y ACTIVISTA  GRACIA TRUJILLO
Con motivo de la publicación del libro “Feminismos lesbianos y queer” (Plaza y Valdés, 2014) junto a otras muchas autoras de todo el estado español.  Desde distintos puntos de vista.
"Estos últimos años estamos sufriendo un ataque sin precedentes a todo lo público, un intento de empujarnos décadas atrás en lo ideológico…”
Por Eduardo Nabal
-Aunque tú has optado por el compromiso con la izquierda vivimos un momento político no solo de recortes económicos sino también de retroceso en cuanto a los derechos de las llamadas,  por algunos, “minorías sexuales”, entre las que se encuentran las lesbianas aquí y ahora. 
El libro se hace eco muchas  luchas y avances pero también de amenazas de retroceso reales y simbólicas. Cuéntanos algo de tu capítulo, que por otra parte parece vinculado a tu experiencia personal.

Gracia Trujillo: Te cuento un poco primero del libro para contextualizar mi aportación en él. 
Este trabajo colectivo surgió de un proyecto de investigación (con el mismo nombre que el libro) que integramos varias profesoras, que también somos activistas. 
Nuestra intención fue recoger cuantas más voces fuera posible de ambos ámbitos, y pensamos una serie de preguntas que les enviamos a muchas como sugerencias para escribir, de la manera que ellas quisieran, sobre estos debates entre los feminismos lesbianos y queer
Creo que es un libro interesante porque funciona como un espacio de encuentro entre los activismos, las teorías y las experiencias de vida. Y porque, como tal, no puede ser más plural: hay diferentes posiciones ideológicas, experiencias político- vitales, estrategias... Mi capítulo se titula “Escritas en el cuerpo. Genealogías políticas, afectivas y teóricas”, y es que ¿cómo separar las tres cuando eres activista? imposible y tampoco es algo que me parezca deseable. 

El texto que escribí es bastante personal, sí, pero no hablo de mí exactamente en él, sino desde mí, desde mi experiencia en el activismo feminista desde 1996, ¡cómo pasa el tiempo!. Y lo que trato de explicar es que todas estas cuestiones relacionadas con las identidades, y su crítica a ellas, entre los feminismos lesbianos y queer no son algo teórico, que pertenezca sólo al territorio del papel, de la teoría, sino que muchas hemos hecho todo ese “viaje” desde la política identitaria, la crítica queer, el transfeminismo….

Yo soy de las que comenzó haciendo eso que ahora llamamos política identitaria en los grupos de lesbianas en los noventa, que se reenganchó tiempo después al feminismo gracias a las propuestas subversivas y radicales que se autodenominaban queer, y que, en los últimos años, se ha sumado a la crítica y movilización transfeminista… Y en ese viaje también hemos vivido de todo, claro, buenas y no tan buenas experiencias, qué gran escuela el activismo. De ahí el título de escritas en el cuerpo, que es un guiño también a Jeannette Winterson y a un libro suyo que me gustó mucho hace años, Escrito en el cuerpo.

Sobre las amenazas de retroceso que comentabas creo que son bastante más reales que simbólicas, ¿no? Estos últimos años estamos sufriendo un ataque sin precedentes a todo lo público, un intento de empujarnos décadas atrás en lo ideológico… y ahí las mujeres, y los maricas, bolleras, y trans, llevamos todas las de perder. 

Creo que tenemos muchos frentes de batalla abiertos, y el feminismo tiene que dejar urgentemente de pensar en términos esencialistas, binarios, heterocentrados, blancos y burgueses, y considerar las intersecciones que están atravesando nuestros cuerpos y nuestras vidas. 
El feminismo tiene que estar atravesado por la cuestión de clase, de etnia, de raza, migrante, sexual… si no, no nos vale. ¡Pero de esta cuestión llevan ya alertando muchas voces desde los años setenta! Las de las negras, las mestizas, las pobres, las no heterosexuales, las putas, las trans... Y, por otra parte, el movimiento LGTBI- queer tiene que ser necesariamente feminista: no puede ser que, por ejemplo, la lucha por el aborto libre y gratuito sea de los grupos feministas y la de la despatologización de las identidades trans le corresponda a los grupos de lesbianas, bisexuales, gays, y transexuales. 

Hay que salir ya de esa política identitaria de compartimentos estancos y trabajar de una manera más solidaria. Cuando además estamos reivindicando lo mismo: el derecho al propio cuerpo.
Diario P: Tu trabajo  más importante es Deseo y resistencia (que fue tu tesis doctoral y donde escribes sobre el movimiento de lesbianas desde la transición a nuestros días). Pero eres colaboradora en otras compilaciones como Las lesbianas (no) somos mujeres. En torno a Monique Wittig (Icaria, 2014). 
¿Crees que el materialismo histórico o el separatismo de Wittig tienen plena vigencia? 
¿Opinas que, en ocasiones, se ha negado el poder subversivo de su producción literaria o se ha descontextualizado?

El libro de Wittig nació también dentro de este proyecto de investigación que te comentaba. Es un libro más teórico, pero creo que es un buen análisis de los trabajos de Wittig, que cada una de nosotras hizo desde su mirada particular. 
Yo me centré en las influencias e inspiraciones que ha supuesto su obra para los feminismos en general, y radicales, queer, en particular. Wittig se definía como lesbiana materialista y antiesencialista, y desde ahí analizó las construcciones de género y de sexo, y lo que ella denominó el pensamiento heterosexual o de la dominación. Pero Wittig no defiende exactamente el separatismo, su figura de “la lesbiana” no es algo que esté fuera del régimen heterosexual, que sea ahistórica, algo utópico. 
Para ella es una demostración en el aquí y ahora de que la división de los sexos no tiene nada de natural, sino que es artificial, o sea, política. Y este es uno de los aprendizajes que hicimos muchas de Wittig, sobre los que escribo en este libro: no se trata de huir a comunidades aparte, fuera de la sociedad, sino de utilizar nuestra posición estratégica como fugitivas, desertoras de nuestra clase (la clase de las mujeres) para destruir el sistema heterosexual. 

No es la huida separatista, sino la autonomía y las micropolíticas la estrategia política más eficaz frente al heteropatriarcado racista en el que vivimos. Los feminismos queer y postcoloniales fueron los que retomaron a Wittig, en parte por la inclusión de Judith Butler de un capítulo dedicado a ella en su famoso trabajo El género en disputa. Pero ahí Butler la presentó como una existencialista, una humanista que daba por hecho la existencia de un Ser previo al lenguaje… este era un análisis no muy acertado que probablemente explique una parte importante de la indiferencia o la condescendencia con la que sus ensayos fueron recibidos en la Academia anglosajona. Una pena. Yo creo que hay que leerla, sus ensayos (El pensamiento heterosexual es más que inspirador), sus obras más literarias… lo que sea, es buenísima.

-En el libro de Feminismos lesbianos y queer hay teoría pero también experiencias vividas en el Estado Español. ¿Es fácil aunar fuerzas o las diferencias o divisiones paralizan muchos proyectos? ¿Nos puedes contar algo sobre el movimiento transmaricabollo en las recientes luchas sociales?

G.T: Yo creo que estamos en un momento en el que deberíamos estar mucho más unidas, con la que está cayendo. Pero es difícil, en los espacios activistas se juntan tantas cosas, lo personal, lo político, y vuelta a empezar… la verdad es que a veces es agotador. 
Creo que es necesario que sigamos construyendo redes y alianzas, aunque sean puntuales para conseguir objetivos concretos. 
Demasiado a menudo se nos olvida que los enemigos están ahí fuera, no en la gente o el grupo que está marchando contigo.

Sobre el movimiento transmaricabollo en el contexto actual, yo puedo hablar sobre lo que más conozco que es la Asamblea Transmaricabollo de Sol, que integra el 15M y de la que formo parte desde hace un par de años. 
En el manifiesto inicial, del 2011, ya se dibujaron las líneas políticas que se consideraron entonces prioritarias (que hoy siguen siendo las mismas, con alguna más que hemos ido sumando): la despatologización de la transexualidad, la crítica a la instrumentalización de ciertos grupos LGTB por parte de los partidos políticos, el reconocimiento de los derechos sociales y laborales de las trabajadoras sexuales y la regularización de las personas migrantes que se dedican al trabajo sexual, la crítica a la monogamia y la familia nuclear, la urgencia de una educación sexual integral y plural, los derechos sexuales y reproductivos para las lesbianas, mujeres sin pareja varón y las personas trans, el VIH/SIDA… por nombrar algunas. 
La Transma tiene esta conciencia desde su comienzo de la necesidad urgente de salir a la calle, en este contexto de movilización general contra las políticas neoliberales y todos los abusos que estamos viviendo estos años con la excusa de la crisis, que ya sabemos, como dice el 15M, que “no es una crisis, es una estafa”. 
Una de las cosas que más me gusta de la asamblea es su perspectiva transversal, la queerización de la protesta que intentamos llevar a cabo. Ese atravesar, literalmente, la protesta social general y estar, con nuestros cuerpos e identidades transmaricabollos, en todas las movilizaciones y concentraciones posibles, que también nos afectan, por supuesto (desde una huelga general, a las mareas de todos los colores, la mani el día de la República, etc.). 
Con nuestros aciertos y nuestros errores, por supuesto, como todo el mundo. 
Ah, y aprovecho que me entrevistas para aclarar públicamente que la Transma no es un grupo de Izquierda Unida, como me comentó una chica ayer tras la mani del Octubre trans. Ha habido gente de IU, que ya no está, y yo en concreto fui en las listas del partido por Madrid en las últimas elecciones generales, a petición de su Área de Libertades Sexuales (ALEAS), como candidata independiente. Eso es todo. Somos una asamblea del 15M, abierta a todo el mundo que quiera venir a poner su culo en la plaza, o ahora que ya hace frío en un centro social. Y autónoma, claro, radicalmente autónoma.

sábado, 21 de marzo de 2015

Adolescencias queer en el cine español reciente

Por Eduardo Nabal

I WILL SURVIVE

 "Cerrojos" el corto de Carlos Ceacero- que como muchas joyas del cine LGTB más o menos reciente lleva años sin proyectarse en ningún sitio- un joven y prometedor realizador que ahora vive y trabaja en Uruguay,-  se abre con un adolescente que comparte piso con otros chicos. Un piso de estudiante. Pero el joven tiene un desgarro anal y no sabe a qué es debido. 
Un agujero que se vuelve portador de significados ocultos. Una premisa de cine de miedo o fantasía. De pronto la marca sale a flote, el estigma que lo lleva a avergonzarse, porque algo visibiliza su diferencia en su identidad sexual en relación a los jóvenes que lo rodean. La marca de su silencio, la estética algo enfermiza nos remite a Villaronga. Esta premisa es harto incómoda para varios públicos. 
Para el heterosexual que le gusta saber con quién comparte piso o qué película es que está viendo, para el gay que no le gusta que identifiquen al homosexual masculino con un desgarro anal y no sabe si hay ironía, sarcasmo, intriga o aprecio. 
La apariencia del muchacho lo liga más a los adolescentes tuberculosos de "El mar" o "Pa negre" que al resto de sus amigos pero de momento no hay choques violentos, solo curiosidad, desconcierto y algo de recelo. 

No estamos en el mundo descerebrado y artificial de "Mentiras y gordas" con sus interminables fiestas de sexo, drogas, hormonas en ebullición  y machismo a raudales. Aunque se vaya superando el cuerpo enfermo y el adolescente que muere joven y hace un bonito cadáver con el se han identificado con los gays masculinos desde el Platón "Rebelde sin causa" (e incluso mucho antes) al Esteban de "Todo sobre mi madre". Un adolescente, el del filme de Almodóvar, cuyos gustos son cuando menos propios de lo "camp" o filo-gay (Capote, Williams, A streetcar named desire, All about Eve), y cuyo destino es acabar debajo de un coche.  Un adolescente que solo ha podido conocer una parte pequeña de su vida. Como la protagonista de "Eloíse" del otrora transgresor Jesús Garay o el Aitor Merino de la mucho más lejana y ramplona "Historias del Kronen"- un Montxo Armendáriz en horas bajas adaptando una novela moralizante- por diferentes motivos parecen todavía condenados a desaparecer de la foto, e incluso del escenario de la vida, son demasiado raros/as. Suicidio o asesinato. 

Una premisa que no ha cambiado tanto como sería deseable. El adolescente de "Krampack" de Cesc Gay juega a las pajas con su mejor amigo pero el juego hay un momento en que deja de ser inocente. Surge un enamoramiento y una confusión que le llevan incluso a situaciones de violencia interna que se manifiesta sin mucha claridad de forma externa. Huidas y modelos que vienen y luego se escapan. 
El joven de "Animals" una joya de Marçal Fores (apreciada más fuera que dentro del Estado Español y que no hemos podido casi ni ver más que en formato DVD) tiene una novia oficial y hay un chico extraño que lo atrae de un modo irresistible aunque lo hace entrar en un juego en el que el S/M están presentes a través de aproximaciones que pueden ser violentas o erotizadas. 
El "intruso" ofrece, como los adolescentes que hacen bullying, una suerte de "practicas sociales de riesgo" como las que corrieron los muchachos de Pasolini o Eloy de la Iglesia. ¿A quién le importan los adolescentes raros? O como decía Beatriz Preciado en la Francia lepeniana ¿Quién defiende al niño queer? Los maricas y las bolleras, los heteros con pluma suelen ser, todavía, señalados muy pronto en su entorno.


 ¿En qué se diferencian nuestras adolescencias de las de los chicos de ahora? En que ellos hablan en primera persona, la discriminación puede volverse más sutil, pero cada uno tiene una historia distinta que contar (A escondidas, En malas compañías, Krampack, La mala educación o entre medias el joven pianista de "Manjar de amor"). Pero parece que a la cultura oficial de hoy no le quita el sueño el cine ni menos aún el cine LGTB. 
Pueden tener que soportar a gente universalmente conocida como Almodóvar, Amenábar, pero si bien el primero sigue siendo algo incómodo, el segundo no parece que de momento vaya a molestar al respetable, a pesar de proyecciones homoeróticas que sacuden su cine. Que Marta Balletbó Coll deje el cine no parece una tragedia ni para Cataluña ni, a priori, para el resto de los comentaristas del Estado. Pero ya la echamos y la echan de menos las cinéfilas en busca de verdaderas autoras de cine de amor entre mujeres. Marta tenía muchas seguidoras entre las lesbianas de todo el mundo y se hizo su hueco en el llamado "cine hecho por mujeres". Pero la huella de Marta, retirándose después de "Sevigne", su mejor película, es tan inquietante como cómo y cuándo regresará, si regresa al cine. B 

Los y las trans buscan a la "Tomboy" de Celine Sciama  o a los "Romeos" porque aquí salvo los casos de Salazar, Almodóvar o Chus Gutiérrez, no existen o sobreviven entre el tópico, la nada y el exceso, y  casi siempre de mujer a hombre, hasta la fecha... 
El armario español tiene sus particularidades. Nuestra sociedad no es, a priori, más o menos homófoba que Francia o Italia pesar de los años de nacionalcatolicismo y leyes represivas. 
No es hoy más machista que, por ejemplo, el estado Francés y su sociedad tomada por la derecha ultra. Pero el estado francés tiene unos realizadores más atrevidos a pesar del rearme moral una herencia cultural.  Ozon o el marroquí Taia nos cuentan la historia de cómo sobrevivieron no solo a sus respectivas sociedades sino a distintas formas en las que el heteropatriarcado extiende sus redes sobre esos universales binarismos de género que se reafirman con virulencia en la adolescencia. 

Los adolescentes de Albadalejo (Ataque verbal, Cachorro) o Antonio Hens (En malas compañías) o la más reciente "A escondidas" de Mikel Rueda (donde se aborda mejor el tema del racismo que el de la homofobia) parecen envidiables protagonistas de una generación con muchos menos prejuicios pero no son representativos de todas las adolescencias LGTB igual que no lo son ni los enfermizos protagonistas de "Animals" o "Cerrojos", al borde de la locura o el suicidio. 
Muchas actrices y, sobre todo, actores jóvenes dudan antes de aceptar un papel, son pocos los que ahora quieren representar a unas supuestas minorías que vuelven a ser señaladas por la derecha en el poder. Pero empiezan a ser distintos, diversos. Ni siquiera su destino es el mismo. Los azafatos de "Los amantes pasajeros" desafían al puritanismo y reflejan una sociedad sin rumbo claro pero mas libre que en la comenzó a rodar Almodóvar.  

No obstante, el público adolescente aquí y ahora (por lo general) se siente más a gusto con las representaciones en otros lugares, no porque las sociedades sean más avanzadas sino porque sus personajes no parecen, como los actores españoles pendientes de la palabra "macho" y el estigma de sus admiradores/as.  
Así todos rechazan las etiquetas porque se sabe que hay un fuerte sustrato conservador que ha renovado la derecha y que forma, también, de otra forma, parte del pasado y el imaginario de la izquierda. Y dejan a los y las adolescentes con modelos escasos, al menos, en el cine patrio.

Nos podemos sentir bloqueados por un adolescente deshinibido que liga en unos grandes almacenes, admirarlo, imitarlo o incluso vernos reflejados (En malas compañías).  
El filme incluye un puyazo al conservadurismo homófobo de la policía y un final feliz y desafiante a la hteronormiatividad.  Yo hubiera querido ser así a los dieciocho en vez de estar con una pata dentro y otra fuera del armario, dirán unos, yo ya  era así dirán otras y otros. 
Pero de pronto surgen representaciones que nos indignan porque presentan adolescencias infelices e incluso (como en "Eloise" de Jesús Garay) la idea del  suicidio, el aislamiento, el oprobio . ¿Nos encontramos con un problema generacional? ¿Llevamos todavía el policía de las imágenes positivas o negativas? Ofensas simbólicas que se acumulan a través de mucho tiempo de invisibilidad, una situación que ha cambiado de forma decisiva pero que nunca esta exenta de volver atrás sea bajo la forma de Clint Eastwood, David Fincher o Crepúsculo. 

La nueva visibilidad y el fenómeno metrosexual que se extiende de Cristiano Ronaldo a Angelina Jolie, así como a modelos de gays nuevos en las series de televisión que  han supuesto un avance en costumbres pero también un punto de alerta en los más conservadores, hoy día en auge. Conchita Wurst gana Eurovisión. 
El tema del bullyng homofóbico   y el primer amor gay aparecen  en algunas series españolas pero después de grandes dudas y salvo honrosas excepciones los guionistas no suelen guardar finales felices para estos personajes. Por eso muchos chicos y chicas se miran en series de EEUU, sexualmente más explícitas y con personajes normalmente más positivos o variados  aunque el ambiente social sea distinto. 

En Rusia se declaran leyes anti-gays. En los colegios se deja de hablar de homofobia aunque ya se hiciera en la pequeña pantalla. Media Francia sale contra el matrimonio gay. La vida de Adele -la película lésbica más famosa de la década- gana en el festival de Cannes.  Un mar de contradicciones y paradojas que no siempre benefician a los y las adolescentes.. 

Se empieza a revindicar el espacio de lo prohibido pero también hay reacciones e inmovilismo en algunos sectores. Los chicos de Eloy de la Iglesia vuelven al imaginario de una juventud en precariedad. Esto nos ha pasado con el cine social. 
El cine de izquierdas como mucho se ocupa de cuestiones de raza y género. La diversidad sexual sigue siendo un terreno que quema porque supone estigma o hablar en primera persona. Basta ver las representaciones de adolescentes raritos en "Historias del Kronen" o, mucho más recientemente, en  "15 años y un día" de la familia Querejeta. 

El joven pianista, sensible, descontextualizado, sobre el que no sabemos gran cosa, que no desea, solo es objeto de estigma pueblerino. Un personaje que hubiera sido igual hace  veinte años. Sánchez Arévalo metió un "Gol" al heterosexismo pero de pronto se ha decantado por "La gran familia española", esa donde todavía ocupamos un lugar ambivalente. Hens se va a Cuba (La partida) , Torregrosa rueda en Nueva York. 

Nuevos directores como Salazar, Abaladejo, Hens, Roberto Castón, Marçal Fores o recientemente Milel Rueda ( A escondidas, un filme resultón pero algo pacato en sus expresiones de afecto  ) generan nuevas representaciones pero de nuevo tentemos el peso de una generación de críticos y cineastas que ha optado por los eufemismos y  la autocensura. Una crítica masculinista, apolillada, sexista y heterocentrada. 
El crítico de cine era antes comentarista deportivo o siempre un varón erudito y algo machista. El joven de "Cerrojos" bien podría responder sin miedo hoy que se hizo el desgarro haciendo fist-fucking o acabar en un psiquiátrico lleno de culpa y auto-represión. Ambas cosas están potencialmente o son todavía posibles en las vidas maricas y bolleras de hoy en día, aunque en menor medida que en el pasado. Hemos avanzado pero no pisamos terreno seguro. La victimización y el empoderamiento, el sentimiento de aislamiento y un gozoso sentimiento de pertenencia. Los adolescentes LGTB no son víctimas ni se les debe presentar como tales al mismo tiempo que se encuentran con espejos deformantes al servicio de un tipo de sociedad que tienen que respetar o reventar.  El guardar silencio es peligrosos. 

Ellos guardan silencio o cantan sin temor. O algunos más jóvenes, seguros e informados le dan una patada al armario. Ninguna sociedad es amiga de sus excepciones aunque legisle o facilite ciertas cosas como el matrimonio, algo que en este momento está en retroceso. Así surge el camp, la apropiación indebida, la música de divas, el amor/odio a lo deportivo, el refugio en el arte, el aprendizaje de la jerga, la búsqueda de modelos, los primeros bares, los silencios caseros , el huir de las chicas o el no separarse de ellas al principio. De pronto los gays somos objeto de turismo, después de haberlo sido de estigma y estudio. Algunos lugares de encuentro entran en crisis pero hay miradas nuevas que ya no pueden cegar. Como decía Patricia Charboneu a sus dieciocho años en "Desert Hearts" tal vez no hemos cambiado el mundo pero el mundo tampoco nos ha cambiado a nosotras.