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sábado, 30 de enero de 2016

Le chanteur, musical queer de filme de Remi Lange



Por Eduardo Nabal
Le chanteur c’est super. Es Thomas Polly, un descubrimiento para el cine y la música, al menos en mi caso. Y un paso adelante en la carrera libre como el viento de Remi Lange (Devote, Tarik el Hob). La historia de un chico, que tras la muerte de su madre, emprende un viaje a París para cantar y abrirse paso en el nada difícil mundo de la música pop y sentimental.  Thomas, que no le teme a su lado femenino ni a su coté drag,  es la película pero Lange sabe manejar su posición precisa en el encuadre, sus sonrisas y expresiones de ansiedad o tristeza, sus ráfagas de candor o sorpresa, su tristeza y su desbordante mezcla de masculinidad y feminidad, que desarrolla con mayor libertad en la última parte del filme. 

Thomas no se rinde ante la muerte igual que Lange sabe dotar a argumentos aparentemente convencionales (chico huérfano se busca la vida en la gran ciudad) de una personalísima mezcla de naturalidad y poesía, de realismo e inmediatez, de lírico naturalismo, sin ambages, valiéndose de su trabajo con el actor principal y las distintas situaciones, cómicas, difíciles, chocantes, irónicas o trágicas en las que lo sitúa sin que este le falle en su labor frente a la cámara siempre inquieta de Lange, buscando la poesía dentro de una extraña verdad y una desarmante cotidianidad donde lo estrafalario somos nosotros y las transformaciones del y entorno simplemente suceden. 

Thomas no se rinde ni ante la muerte de su madre ni ante la muerte de su amante, un anciano seropositivo, siempre es capaz de cantar de nuevo.   “Le chanteur” es una obra maestra del moderno musical, un periplo juvenil sobre la lucha por la autenticidad y el reconocimiento y un canto de amor a un gran actor que nunca se conforma con, simplemente, seducir al espectador. 


Una pequeña obra maestra del cine francés alejado de los cánones de la heternormatividad, de los canales habituales de producción y distribución y de todo lo previsible en un filme de aventuras rurales y urbanas salpicado de una hermosa voz en un personaje hermoso y complejo.

sábado, 23 de enero de 2016

La chica danesa


Por Eduardo Nabal

LA CHICA DANESA
Director: Tom Hooper
Guión: Lucinda Coxon (Novela: David Ebershoff)
Interpretes: Eddie Redmayne, Alicia Vikander, Amber Heard, Ben Whishaw, Matthias
Schoenaerts



La animadversión de buena parte de la crítica al uso hacia un filme tan conseguido como “La chica danesa” subraya que, aún hoy, nos está contando algo novedoso importante o reivindicativo. 
"También le han dado la espalda los cinéfilos jóvenes todavía algo perdidos en el lenguaje heteropatriarcal de sus amos".

Basada en la historia de Lili Elber y en la novela que escribió David Ebershoff (editada hace años por Anagrama y hoy descatalogada) sobre la historia verídica de la primera transexual conocida de la historia europea, “La chica danesa” es una valiente y exquisita producción dirigida por el realizador británico Tom Hooper (“El discurso del Rey”). 

Con una cuidada ambientación de época, Hooper nos introduce en un tormentoso matrimonio de pintores de clase media alta que se romperá en parte cuando el joven Einar descubra definitivamente que se siente mujer y empiece a vestirse como tal provocando tormentas dentro y fuera de sí mismo, cuando empiece a dejarse ver en público con su nuevo atuendo y en plena trans-formación. 

Siempre atenta a los detalles, elegante y pictórica destaca la versatilidad del siempre impresionante Eddie Redmayne (“Savage grace”), nominado al Oscar al mejor actor de este año, al que acompaña una esforzada y voluntariosa Alicia Wikander, como su voluntariosa esposa, y un punto de reivindicación mezclado con la sensibilidad y la atención a los pequeños giros, que sin excluir el humor y la ironía, hacen de este drama de costumbres y equívocos una pieza de cámara de primer orden. 

Estamos, pues, ante la mejor película hasta la fecha del director que, sin grandes discursos, nos trasmite la angustia, la tensión y también los momentos de placer, sensualidad y descubrimiento de unos personajes en un telón de fondo elegante y un mundo refinado pero no exento de trampas para los que luchan por vivir abiertamente la diferencia en una sociedad de moldes rígidos. 
Un microcosmos donde la bohemia no implica una verdadera apertura en las mentalidades de gentes que pueblan los salones de pintura y las galerías de arte. Ni tampoco en las instituciones médicas de la época todavía reticentes al cambio, condenado a la gente trans al manicomio o a las primeras operaciones poco o nada seguras.
A pesar de sus dos horas de duración disfrutamos de un film visualmente brillante, psicológicamente complejo, históricamente decisivo y narrativamente sólido.

miércoles, 20 de enero de 2016

La última jornada de Ettore Scola

Por Eduardo Nabal

Ettore Scola, nacido en 1931, era universalmente recordado por mostrarnos a esos dos vecinos (Mastroniani y Loren) resistiendo a la alienación del lenguaje del fascismo, ausentes ambos del desfile, confesándose en un gran bloque de pequeñas viviendas, vaciado por la visita de Hitler a la Roma de Mussolini. 

Un filme que llegó hondo en la España  que empezaba a salir del franquismo. Su filme más intenso pasará sin duda a la historia del cine y de la interpretación. Pero Scola trajo una renovada naturalidad y un cristalino sentido del humor al cine italiano, cuando sus grandes maestros empezaban a alejarse de la calle. 
Así, como en el caso de Fellini, contó con Mastroniani como protagonista de muchas de sus historias. Pero Scola no pretendió nunca hacer grandes discursos aunque sus personajes hablaran sin parar por las calles de las ciudades italianas. Heredero de sus maestros mostró la descomposición de la “gran familia italiana” pero también la amistad y la enemistad entre sus paisanos, dando un paso más allá de la tradicional comedia italiana en favor de una mayor profundidad psicológica y alcance social como ocurría en “Competencia desleal”,

“Splendor” o “Macarroni” donde enfrentaba (en todos los sentidos) a veteranos de la interpretación que lograban una suerte de humor serio, más cercano a la ironía inteligente que a la astracanada. El realizador ganó un premio al mejor guión por “La terraza” en 1980 y se convirtió en testigo excepcional de la Italia de su tiempo. Scola también hurgo en la historia y las historias de Italia (“La noche de Varennes”) y la influencia de los poderes fácticos pero nunca lo hizo con un tono solemne, sino más cercano a la sátira suave. 

Su cine es un cine de personajes, un cine de grandes actores y actrices, cercano a sus cuerpos y a sus rostros, mirados con una extraña capacidad no solo de comprender sino de ver más allá de la superficie. 

En torno a una mesa, vagando por una calle, transitando el pasado o persiguiéndose por un edificio de Roma, Scola estaba tan cerca de sus personajes que casi era un intermediario invisible con resultados cinematográficos inolvidables. Puede que nunca realizara una película tan impresionante y políticamente relevante como “Una giornatta particolare”, pero algunas de sus obras posteriores transmiten la misma u otras formas de humor y seriedad, de transparencia narrativa y ternura hacia sus personajes.


jueves, 7 de enero de 2016

Viernes 8 de enero, proyección "El gran carnaval"



CLÁSICOS DEL CINE SOCIAL

 EN LA BIBLIOTECA MIGUEL DE CERVANTES DE BURGOS

A LAS 18.00 HORAS, VÍDEO COLOQUIO.

ENTRADA LIBRE HASTA COMPLETAR AFORO.





sábado, 26 de diciembre de 2015

¿Una vida normal?

Por Eduardo Nabal
En un limbo electoral y de estupefacción generalizada -en el que todo es posible- no está de más recordar que la lucha no acaba ni empieza en ninguna urna, sino como dice Dan Spade, en su libro sobre la guerra contra las personas pobres, inmigrantes, trans, con discapacidad, sin cobertura médica. 
La lucha continúa en las calles y los barrios más desfavorecidos, ese espacio invisibilizado de la que sigue siendo la gran potencia del mundo occidental a costa de masacrar pequeños países donde tienen depositados sus intereses. Libros como “Una vida normal” (Ediciones Bellaterra, 2015) nos recuerdan que la lucha que empezó en Stonewall (la lucha por la liberación LGTBQI y particularmente de  los sectores con menos reconocimiento) tomó muchos caminos pero el camino del cambio radical de instituciones que se autoperptúan a costa del bien público sigue abierto por gentes dispares que continúan en la brecha contra el capitalismo heterosexista que el propio Obama se ha limitado a maquillar discretamente. 
Como en el caso de los derechos de las mujeres de pronto algunas ideologías se siguen difuminando, negociando a la baja, afortunadamente cada vez menos. Acaso todo el asunto de ser los “últimos de la fila” nos entristece un poco, esta inercia heteropatriarcal o ese olvido heterocentrado. 
Pero lo que cuenta el activista y profesor Dean Spade en su libro recién traducido “Normal Life” es la verdadera historia de los movimientos de resistencia al heteroracismo y el capitalismo feroz o sutil desde Stonewall a la sonrisa forzada de los EEUU de nuestros días y su temible política de emigración/inmigración, una historia de resistencia que no se enseña en las aulas, o en muy pocas. O no por estos lares. 
El autor, activista trans y ensayista vociferante nos acerca en su recorrido documentado a la historia dura y áspera de cómo en su país, el más poderosos del mundo, bajo una serie de concesiones-maquillaje legales y reformistas y tímidos llamamientos a la tolerancia se sigue excluyendo de muchos derechos básicos y libertades a medio conquistar (desde el ámbito laboral, la sanidad a la seguridad jurídica o el derecho a la vida digna) a mucha gente de otras razas y/o LGTB sin grandes recursos que no aparece en las series de televisión ni en los grandes bodorrios. 
Es la “otra Norteamérica” de la que hablaban Sylvia Riera o el propio Spade que sufrieron la violencia policial, el encarcelamiento, el ostracismo o el paternalismo de asociaciones benéficas y discretas dispuestas a camuflar bajo concesiones varias, ayudas esporádicas y reformas oportunistas las cada vez más profundas brechas que existían en su sistema socioeconómico, también en su sistema de binarismos de género, contribuyendo a disfrazar o atenuar las graves desigualdades y las exclusiones estructurales que condenaban  a amplios sectores de la población desde tiempos ancestrales a la pobreza o incluso la violencia institucionalizada, real y simbólica, la exclusión sociolaboral cuando no la prisión o los centros de internamiento para extranjeras/os.
Grupos de trans latinas se enfrentan aún hoy al Presidente de los EEUU y a otros muchos gobiernos occidentales porque sus políticas son políticas legalistas, de concesiones, políticas de poca monta que no van a la raíz de los problemas sociales ni a las causas de la violencia contra los pequeños delincuentes frente a la adoración de los grandes estafadores, que pisotean muchos derechos humanos en cárceles inhumanas y apuntalan a golpes las dicotomías sexo/género, el racismo ancestral, la xenofobia y la guerra declarada contra los sin techo y los y las sin papeles. “Una vida normal”, con prólogo de Lucas Platero, es el irónico título de este ensayo valiente y transgresor que, si realmente lo leyeran, escocería a muchos miembros de la comunidad LGTB conservadora (que, en el mejor de los casos, festeja lo que sigue siendo una jornada de lucha) o la izquierda perezosa y, esperemos que no demasiado, camino de lo institucional. 
Tal vez pudiera hablarles sobre ese sendero que abandonaron hace mucho tiempo en tantas y tantas luchas por algo mas que una serie derechos a favor de la lucha por la democracia real. Una bajada de guardia que tal vez les asegure un escaño pero que deja a muchos de sus compañeros y compañeras en la cuneta.


sábado, 14 de noviembre de 2015

Entrevista a Juan F. Abal, estudiante de Comunicación Audiovisual en Burgos

Por Eduardo Nabal
Juan Fernández Abal (Vigo, 1989). Estudiante de último curso de  comunicación audiovisual en la Universidad de Burgos y activista social en nuevas fuerzas sociopolíticas y proyectos culturales.
“Me parece que hay que subrayar que la universidad se ha ido convirtiendo, en el mejor de los casos,  en una agencia de colocación y  de personal en la economía neoliberal”
-Hola Juan. ¿Qué te llevó a estudiar comunicación audiovisual? ¿Te consideras más audio o más visual?
Juan Fernández Abal: Respecto a mis motivaciones a la hora de elegir los estudios universitarios, la respuesta es simple: me horrorizaba imaginarme en un futuro próximo en un trabajo a mis ojos ''deprimente''. Esa tristeza  abarcaba multitud de tareas: desde una cadena de montaje como Citroën de tipo ''taylorista-toyotista'' o la ''autonomía'' de estar detrás de una pila de papeles encerrado en un despacho, totalmente aislado de la realidad. Es  ilustrativo que antes de venir a Burgos, hice un curso de derecho-económico en Vigo, carrera que abandoné por el total desinterés. Y repito, la imagen de un despacho me inquietaba cada vez más.
Elegir comunicación audiovisual viene determinado por varios motivos. En ese momento mi ''divertimento''  y mí pasión era el cine: analizarlo, aislar sus partes para ir hacia el detalle, la funcionalidad de la música, la alternancia de los planos... Por otro lado, aunque aún no era tan consciente, todo el material digno de estudio que se esconde tras el medio de masas por excelencia del siglo XX; habría que incluir la televisión, que se apropia y articula su lenguaje, de forma noble o banalizándolo. 
Hay todo un mundo tras el aparentemente ''lúdico'' cine. Abrumaría la cantidad de material que aborda el cine desde diferentes perspectivas: feministas, sociológicos, políticos, sexuales, culturales...basta recordar la capacidad que tiene el cine para modular los gustos de los consumidores, o la creación de diferentes subjetividades de las personas.
-Aunque la cosa ha ido cambiando, al principio, los profesores/as que daban la asignatura o parte de ella poco o nada  tenían que ver- así de entrada- con la Comunicación Audiovisual. Al menos, eso me han comentado y he comprobado. ¿Crees que se empezó la casa por el tejado o se aprovechó lo que había?

J.F.Abal: A lo largo del temario de licenciatura en comunicación audiovisual (ahora solo se oferta la diplomatura), hay numerosa asignaturas que a priori no parece que tengan que ver con la carrera (como, por ejemplo, ''Historia del siglo XX''). Aun conociendo la importancia crucial de esta asignatura, su implementación no obedeció a intereses intelectuales o pensando  en la mejor formación del alumnado.  Esto es así por un doble movimiento. El primero por la creación del título en la UBU: se requiere la creación rápida de este título debido a la demanda de la carrera y la escasa oferta de plazas existentes en el estado español. 
Es sabida la necesidad de notas muy altas para acceder a esta titulación. Por otra, el descenso de matriculaciones en carreras ''humanísticas'' hacen necesarias las   recolocaciones, al menos parciales, de un número de profesores, aunque, a priori, no eran siempre los más indicados.
Respondiendo más claramente a tú pregunta. La casa se empezó por el tejado, y a la vez se aprovechó lo que había. 
Es un problema que no circunscribiría exclusivamente a la UBU, sino que considero que es una salida fácil al caos que se produce en las últimas tres décadas en este ámbito, a la mercantilización de la universidad pública, como el Plan Bolonia, o al reciente regalo de dos años de matriculación a la universidad privada con sus másteres. No veo un futuro nada prometedor.

-En casi todas las carreras las asignaturas más, digamos, “apasionantes” o “prácticas”, suelen estar en el último curso. ¿Crees que eso desanima al alumnado o tiene su razón de ser?
J.F.A: En mi caso, a pocos meses de finalizar la carrera puedo afirmar que las llamadas asignaturas ''apasionantes'' no han aparecido por ningún lado. Alguna puede gustar más o menos, pero la sensación es fría. Si esto produce desánimo en el alumnado, me parece obvia la respuesta. 
Totalmente. Sin embargo lo enmarcaría en un mapa más global. Me parece que hay que subrayar que la universidad se ha convertido en una agencia de colocación de personal en la economía neoliberal. En Burgos además el inmovilismo es casi una ley. Que la formación de las personas  no se base en las necesidades sociales, y sean las que dicta el mercado y el interés privado me parece una barbaridad de consecuencias devastadoras e impredecibles.
Y profundizando más en el desánimo del alumnado, hay que remarcar que parte de ese desánimo, es por las perspectivas de trabajo y colocación  futuras. Si hay algo que enseña la historia intelectual del trabajo de los últimos siglos, es que la relación entre el ser humano y el trabajo está enormemente deteriorada. No ya desde una óptica como la de Rousseau o Marx, sino también desde la concepción de trabajo ''animado'' del propio Adam Smith, desde el neoliberalismo No es casual encontrar cada vez más gente que desconozca lo que quiere estudiar, o que no  valore el trabajo que realiza más allá del dinero percibido a final de mes.

-No eres de Burgos, creo. Los de aquí estamos hartos de muchas cosas, supongo que heredadas de otros tiempos. Cuando leí que iban a crear la cátedra Giménez Rico me pareció terriblemente casposo. ¿Recomiendas la emigración o hay de todo en todas partes?
J.F.A: Así, de entrada, la emigración es un fenómeno, económico de origen, en el cual una sociedad no es capaz de absorber un número determinado de ciudadanos para darles seguridad vital. En ese sentido la emigración señala un problema económico de gran envergadura. Es un fenómeno arraigado históricamente en Galicia, una de las zonas más subdesarrolladas de España en algunos aspectos, y que funcionaba como un ajuste económico duro. Buenos Aires se consideraba la quinta provincia gallega. Lo estamos viviendo ahora mismo en el todo el estado. Desde este punto de vista, la emigración es un fenómeno negativo.
Lógicamente, el conocer otras culturas y vivir voluntariamente en otros países o regiones es positivo. Pero el ''mundo de las finanzas'' vacía de significado ese término, y lo resitúa con conceptos como ‘‘emprendimiento’’, '' espíritu aventurero '', ''libertad personal''...el problema es que hay gente que muerde su anzuelo.

-¿Crees que el aula de cine de la UBU y su entorno debería servir para algo más que para poner cuatro películas al mes? Lo digo porque yo estuve allí y había mucho dinero de por medio que ahora ya no sé ni dónde va a parar.
J.F.Abal: Siempre defenderé las ''inversiones'' que realizan las instituciones para poner cine y socializar la cultura. No podemos caer en lo peligroso de despreciar bajo criterios económicos la utilidad de la misma. Así que mejor cuatro películas interesantes que ninguna. Pero por supuesto todo esto es ampliamente mejorable. 
Respecto al dinero empleado, debería ser el justo, ni más ni menos, y con la publicación de cuentas detalladas y de acceso público, claro e  instantáneo. Pero en el Aula de Cine y en cualquier otra. Ya va siendo urgente, sobre todo que sea gente preparada la que se encargue de estos temas y no los amigos de los amigos.

D.P: ¿Te sientes cerca del periodismo de investigación a lo Tom Wolfe o Dave Eggers? ¿Qué opinas de este género en España? ¿Qué universo fílmico te resulta  más próximo, el  de David Lynch o el de Billy Wilder?
-Estamos en un país donde el periodismo de investigación tiene un nivel realmente bajo, y parece que interesa que siga siendo así.. No olvidemos que venimos de una tradición política franquista y postfranquista, en la cual hacer un periodismo serio significaba ir a la cárcel. Nos ''enganchamos'' brevemente a corrientes modernizadoras  sobre todo en el período que va de los años 70-inicios 80)  publicaciones de mucha tirada como Interviú supieron dar la talla durante un tiempo. 
Sin embargo la cultura salida de la transición, es una cultura altamente limitada y vertical (De arriba a abajo, muy controlada), donde toda crítica seria es condenada al ostracismo o a la caricatura. Los métodos de censura tienen un talante  mucho más democrático. Sin embargo vienen observándose grietas desde la irrupción esperanzadora  del 15-M o Podemos.

Respecto al cine, ambos son directores magistrales. En la pregunta parece implícita una cuestión sobre, si prefiero a Billy Wilder el gusto del gran público, o del minoritario-intelectual.  Ambos son necesarios y es muy variable esta percepción con el paso tiempo, de hecho hoy se difuminan. El propio Lynch ha reconocido la importancia de Wilder y otros clásicos  en su cine.  Le auguro mucho público a la nueva temporada que saldrá en 2014 de Twin peaks y un ''revival'' del original.

domingo, 4 de octubre de 2015

Supervivencia, revuelta y lucha Trans-antagonista

Por Eduardo Nabal

SUPERVIVENCIA, REVUELTA Y LUCHA TRANS-ANTAGONISTA

 STONEWALL. REALIDADES Y FICCIONES.
 Sylvia Rivera y Marsha P. Johson.
El Octubre Trans no es ninguna fiesta ni reivindicación sectaria es un día, en torno al 15 de Octubre, en que la comunidad LGTB, que, hasta hace poco sabía bastante de intervenciones médicas y abusos psicológicos selectivos reclama el que se deje de considerar la transexualidad como enfermedad en el dichosos DSM, con mas seguidores que la Biblia. 
Pues bien las mujeres saben algo de que se legisle sobre sus cuerpos cuando se habla de La Ley del Aborto las personas trans piden el final del “diagnóstico de género” en nuestras sociedades de ramalazos arcaizantes. La edición del libro de bolsillo “S.T.A.R. 
Street Travestie  Action Revolutionaries” (“Acción Travesti Calljera Revolucionara”) no es solo una ya una apuesta valiente y de precio mínimo (4 EUROS) de una pequeña editorial independiente sino un testimonio necesario en estos tiempos  de fracturas y también nuevos desafíos y esperanzas de cambio en el seno de la todavía maltratada comunidad LGTBQ, sujeta a nuevos recortes que llevaron a luchas continuadas contra la violencia policial, la desatención médica o el oprobio de la entonces llamada “mayoría moral”. 

Lejos de la nostalgia o el documento aséptico ese libro hoy cobra la vigencia de un testimonio sangrante y una proclama a seguir adelante, a pesar del desprecio de sectores sociales que se han apartado de la línea de las autoras, bien sea la comunidad gay capitalina más capitalista, bien sea izquierda, todavía, en cierta medida, heterosexista y ombliguista o bien sea un movimiento racial todavía excluyente en cuestiones de género y diversidad sexual.  
El inminente estreno de la versión del colosalista Roland Emmerich (“Indepence Day, “Anonymous”) de los sucesos de aquella época, precedida por el más que digno filme “Stonewall” de Nigel Finch (2000)  y del libro testimonial  de Martin Duberman (1993), viene rodeada de una polémica renovada: ¿Quiénes fueron las auténticas protagonistas de las revueltas de Junio de 1969, quienes se beneficiaron de ellas y cuál fue el desarrollo multilateral de todo aquello? ¿Cuales las ilusiones depositadas y qué propósitos se quedaron en el camino de la negociación acomodaticia de libertades para pocos? ¿Quién quiere aprovecharse ahora? 

Hoy día cuando definimos ciudades como Burgos o Palencia como pre-stonewall quiere decir o queremos decir que no ha saltado esa chispa revolucionaria que lleva a considerar el 28 de junio de cualquier año como una fecha de lucha o posibilidad, como una fecha a apuntar en el calendario activista. O, en el mejor de los casos y para quién pueda costárselo, unos días para festejarlo en Madrid. 
Pero la pregunta incómoda que nos lanza este libro que da voz a las malogradas Marsha P.Johnson y Sylvia Rivera es que aquello no fue casi nunca una fiesta, sino un acto valiente de plantar cara no solo a la policía y el conservadurismo de la sociedad estadounidense sino también un grito de la trans latinas y las travestis callejeras contra el acoso y la corrupción de las llamadas “fuerzas de seguridad”. 
Es aquí donde la voz de Jennicet Gutiérrez interpelando a un feliz presidente Obama, orondo por sus concesiones nupciales a la comunidad  LGTB que él alcanza a ver y ajeno a realidades de “la otra América” cobra un sentido de urgencia, de lucha por la vida y la dignidad, en plano real y simbólico, más allá de los dispositivos integracionistas o normalizadores que hace gala el Estado o las empresas o espectros comunitarios más oportunistas.
Su lucha, que costó la salud o la vida a mas de una de ellas (incluyendo a las autoras de este libro diminuto pero excepcional), hoy se ha visto disuelta en la memoria de un reformismo alarmante, una comunidad acrítica que, a su manera, empieza a reproducir los esquemas de exclusión por raza, corporalidad o clase social a un gran número de personas. 
Aquí y en los EEUU de Obama donde la trans indocumentadas, sin recursos nadan entre la precariedad, el acoso vecinal y la posibilidad del internamiento en centros especiales, que no son sino centros de tortura de permanencia indefinida, después de largos años esperando obtener la nacionalidad allí donde residen. 
La brecha por la libertad abierta por Stonewall por estas mujeres trans o gays sin techo puede reflejarse más o menos bien en los filmes pero falta algo, las voces subjetivas, irónicas y desgarradas que recoge esta pequeña recopilación de entrevistas, diálogos airados, experiencias y manifiestos la Editorial Imperdible. 

Un libro pequeño pero brutal y bien documentado  en su descripción de la pervivencia de la transfobia y el clasismo en una sociedad opulenta que solo da oportunidades vitales y sociales a una minoría blanca, casada y domesticada, dejando a gentes trans-fronterizas, combativas, críticas en la cuneta de los derechos humanos, que siempre han sido negociables bajo los esquemas del heteropatriarcado capitalista y reblandecedor de realidades sangrantes e ideas de cambio real. 
En pocas páginas pero con testimonios lúcidos y estremecedores la Editorial Imperdible nos acerca a esas calles donde se libraron y, aún más silenciosamente, se siguen librando batallas cotidianas contra la precariedad, la exclusión laboral, el miedo a salir del armario o la necesidad de organizarse en una comunidad diversa alejada de imágenes únicas y ejemplarizantes, consumistas o en presupuestos sociales asimilacionistas, dictadas por los de siempre.

Antes de estrenarse la película “Stonewall” del colosalista y algo oportunista Ronald Emmerich ha suscitado controversia. Desde su tráiler parece un remake del correcto filme de Nigel Finch, con más presupuesto y glamour. 
Es en esta desactivación memorialista, tal vez bienintencionada, donde cobra importancia la voz de estas dos protagonistas que murieron viendo una comunidad gay inane e inocua para el capitalismo y el heteropatriarcado, donde las trans sin papeles o en la precariedad siguen sin figurar en ningún álbum de fotos a la moda. Desde luego el riesgo de Emmerich (que en principio tiene en sí un equipo moderadamente aceptable) es convertir “Stonewall” en una lucha cerrada y bendecida por las leyes oportunistas de Obama, en un gran acontecimiento como “La llegada a la Luna” o “El hundimiento del Titanic” olvidando que para mucha gente no fue y sigue sin ser una lucha glamumorosa ni la odisea de un chico rubio y joven del pueblo a la luminosa aunque todavía y LGTBfóba  represiva New York y otros muchos lugares de EEUU, particularmente en el sur racista y lleno de fanatismo religioso, con personajes de comedia negra como el Sr Donald Trump. “La señorita Libertad Mentía” le dice La Miranda al protagonista en la versión, más modesta que honesta de Nigel Finch.


Otro debate que se abre es como el mundo anglosajón y mas concreto EEUU se auto-presentan como paladines de los derechos civiles. El hecho de que el 1 de Mayo, el 8 de Marzo y el 28 de junio sean fiestas estadounidenses no les quita valor pero no fueron el origen de tanto como se piensa, al menos no tan origen. 
Las luchas por la libertad sexual, la emancipación de las mujeres y la mejora de las condiciones laborales no tienen una fecha de salida y ninguna película o ley de parejas o matrimonios les va a poner fecha de llegada. 
Basta con ver la homofobia renovada en Francia, el racismo en nuestras costas, las trans en los Centros de Internamiento para Extranjeros o el recorte en derechos sanitarios, sindicales, informativos y educativos. No está mal recordar todo esto pero no hay mucho que celebrar comparando con todo lo que hay que conquistar o reconquistar.



OTRAS PELÍCULAS Y DOCUMENTALES SOBRE STONEWALL

-Before Stonewall (Jeffrey Friedman y Rob Epstein)
-Stonewall (de Nigel Finch)

ENSAYOS

-Stonewall (de Martin Duberman)
-Malditas: una estirpe transfeminista (de Itziar Ziga)
-La frontera (Gloria Anzaldúa)
-Zami (Audre Lorde)
-La invención de la heterosexualidad (de Jonathan Katz)
-Intersecciones: cuerpos y sexualidades en la encrucijada (Raquel Platero eds.)

EL MOVIMIENTO EN EL ESTADO ESPAÑOL

-Deseo y resistencia (de Gracia Trujillo)
-Masculinidades en la transición (de Rafael Mérida y Jorge Luis Peralta eds)
-Teoría torcida (de Ricardo Llamas)
-De Sodoma a Chueca (de Alberto Mira)
-Los placeres ocultos (filme) (Eloy de la Iglesia)
-Ocaña, retrato intermitente (de Ventura Pons)

-El camino de Moisés (de Cecilia Barriga)