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sábado, 1 de febrero de 2014

El cénit de las energías fósiles y la economía de mercado



Por Burgos Dijital

Tenemos unas cuantas preguntas sin resolver en torno a la energía y para buscar respuestas charlamos con Margarita Mediavilla Pascual, para que nos dé su punto de vista sobre la energía en la actualidad. 
Esta burgalesa es licenciada en Ciencias Físicas y doctora por la Universidad de Valladolid y actualmente profesora titular en el Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Escuela de Ingenierías Industriales de esta misma Universidad. Sus líneas de investigación se centraron en la ingeniería de control y la robótica hasta el año 2003, y a partir de entonces ha orientado su investigación hacia la energía y la sostenibilidad. Por eso forma parte del Grupo de Investigación en Energía y Dinámica de Sistemas en el seno de la UVa, integrado por profesores interesados en la investigación en sostenibilidad. También es miembro de Ecologistas en Acción.

Burgos Dijital: Margarita, si tratamos el tema de las energías: petróleo, energía nuclear, térmica, renovables... Haciendo un verdadero alarde de valentía, porque el tema es largo y complejo, si tuvieras que resumirnos... ¿en qué momento nos encontramos, energéticamente hablando?

Margarita Mediavilla: Es muy probable que en estas primeras décadas del siglo XXI la humanidad esté viviendo el momento en que más energía va a poder usar en toda su historia. Cada vez más geólogos confirman que entre 2010 y 2050 la extracción de petróleo, gas natural y carbón va a empezar a estancarse para más tarde caer, porque los mejores recursos ya se han explotado y, por ello, la extracción se hace más difícil, lenta y costosa. Esto quiere decir que, aunque todavía queden reservas, cada año extraeremos menos que el anterior y llegará un momento que la extracción no pueda seguir la demanda. El momento en que el consumo de energía deja de crecer para empezar a caer es lo que se conoce como el cénit o pico. En las próximas décadas probablemente iremos llegando al cénit del petróleo (antes de 2020), el gas (sobre 2035) y más tarde el carbón y el uranio.

El problema es que las tecnologías alternativas que podrían rellenar el hueco son peores y se está viendo que no van a llegar a tiempo de compensar el declive. En estos momentos, muchos pensamos que ya estamos viviendo el pico del petróleo y, lo que se puede constatar con los datos en la mano, es que el petróleo barato y de buena calidad, lo que se llama crudo, encontró su cénit en el año 2006 y desde entonces su producción no ha podido crecer, pese al constante aumento del precio. Se está intentando rellenar el hueco con petróleos de peor calidad, algunos de ellos extraídos con técnicas enormemente contaminantes como la fractura hidráulica, pero su extracción consume mucha energía y la energía neta extraída es menor. La energía neta extraída de todo tipo de petróleos lleva ya siete años estancada.

El caso del petróleo es especialmente importante porque es el primer combustible fósil que va a agotarse y el mejor recurso energético que poseemos. No es fácil sustituirlo. El carbón, por ejemplo, es sólido y para licuarlo es preciso perder casi la mitad de la energía. La energía nuclear tampoco es un buen sustituto porque sólo puede producir electricidad y requiere uranio, cuyo cénit se espera antes de 2050. Las energías renovables actualmente producen básicamente electricidad o calor, pero no sabemos cómo acumular esa electricidad de forma eficiente y las baterías actuales son mucho peores que las gasolinas y gasóleos. Podríamos resumir el problema energético diciendo que en esta misma década nos enfrentamos al declive del petróleo, un combustible muy versátil del que depende prácticamente todo nuestro transporte, y no tenemos tiempo de sustituirlo con otra tecnología conocida ni con otras formas de energía.

B.D.: ¿Qué pasa con la energía eléctrica? ¿Realmente es tan caro producirla como nos quieren hacer ver? ¿Qué pasa con las renovables? ¿Tendremos que pagar peajes por utilizar los rayos del sol para producir electricidad?

M.M.: El aumento del precio de la electricidad, en estos momentos, no se debe directamente a la crisis energética, ya que ésta es, ahora mismo, un problema de petróleo (que prácticamente no se utiliza para producir electricidad).

El encarecimiento de la electricidad en España se debe a mecanismos que venimos arrastrando desde 1998, cuando comenzó una liberalización del mercado eléctrico que, teóricamente, iba a traer más competencia y precios más bajos, pero que se ha traducido en todo lo contrario. Es lógico que en un sector como el eléctrico, donde las infraestructuras son tan costosas, el libre mercado no pueda funcionar como sería deseable, pero, además, esto se ha visto acentuado por una ley que favorece descaradamente a las compañías eléctricas. El resultado ha sido el aumento de un 80% en el precio de la electricidad y la consolidación de un oligopolio dominado por cinco grandes compañías.

No es cierto que las renovables sean las culpables por ser caras y recibir subvenciones. Todas las tecnologías están subvencionadas de una u otra forma. Hay muchos mecanismos que influyen en el precio de la electricidad y algunos son demenciales. El tema es enormemente complejo, para conocerlo mejor se puede acudir a publicaciones como las de Ecologistas en Acción

Algunas tecnologías renovables (eólica y solar) han abaratado mucho sus costes y ya son competitivas. Si siguiéramos invirtiendo en ellas, en unas décadas podríamos conseguir un sistema eléctrico, si no 100% renovable, sí muy autosuficiente, porque ya hemos hecho uno de los esfuerzos más importantes: la adaptación de las redes. El problema es que en los años de la burbuja se aumentó enormemente la capacidad de producción y, ahora que la crisis económica -en gran medida causada por el petróleo- hace caer en picado el consumo, sobran centrales y surge una auténtica guerra entre lobbies para ver quién se va del mercado.

De esta forma se da la paradoja de que tenemos una crisis energética, que a corto plazo se debe al petróleo, y eso hace que no invirtamos en la solución a largo plazo, que son las renovables.

Todo esto debería hacernos reflexionar sobre la sociedad que tenemos. No es sólo cuestión de introducir más eólica, o más solar, el problema es que, cuando no se puede crecer, hay que elegir y eso no se puede dejar a la economía de mercado. Elegir es un problema político difícil al que no estamos acostumbrados.


B.D.: ¿Y los excedentes de la producción de energía sostenible? ¿Por qué se tiene que vender tan barato? ¿En realidad no se estará buscando limitar el despegue de las energías limpias?

M.M.: La situación del mercado eléctrico en España en estos momentos es paradójica. Por un lado el consumo cae y muchas centrales eléctricas están infrautilizadas, pero, a la vez, el precio de la electricidad aumenta sin parar y las compañías eléctricas consiguen beneficios récord.

Además, estos años, China ha decidido producir a gran escala paneles fotovoltaicos y su precio ha caído abruptamente. El autoconsumo eléctrico, es decir, que los consumidores instalen paneles en su casa y sigan conectados a la red para cubrir picos de demanda, se ha vuelto rentable sin subvención. En Alemania, por ejemplo, se ha legislado para favorecerlo y los precios de la electricidad han bajado, pese a que, al mismo tiempo, se han cerrado varias centrales nucleares.

¿Y qué hace el gobierno español ante todo esto? Después de décadas subvencionando la energía fotovoltaica, no sólo deja de subvencionarla sino que impone un peaje de respaldo que debe pagar quien quiera tener sus paneles y a la vez la red eléctrica como apoyo. De esta forma se pretende frenar el desarrollo de la fotovoltaica.

Se echa de menos un gobierno fuerte que ponga orden en el sistema eléctrico buscando el bienestar de todxs y decida qué tecnologías son más interesantes para el futuro y cuáles deben abandonarse, aunque esto es complicado dado los estrechos vínculos entre ex-presidentes y ex-ministros y grandes empresas eléctricas. Es absurdo que un país como España, que dedica el 4,5% de su PIB a comprar unos combustibles fósiles que cada día son más caros, frene el desarrollo de la única energía que producimos en nuestro territorio y la única tecnología en la que somos líderes: las renovables.

B.D.: Sabemos que en Andalucía o Cataluña ya existen cooperativas de energía. ¿Tienes conocimiento de que algo similar se ponga en marcha en Castilla y León?

M.M.: Las cooperativas que están surgiendo son, básicamente, empresas comercializadoras y uno puede contratar con ellas la distribución de energía renovable aunque no tengan sede en nuestra comunidad.

En Castilla y León, hasta donde yo conozco, sólo hay grupos locales de una cooperativa catalana, Som Energia, en Burgos, León y Soria, aunque han surgido cooperativas en Cantabria y Euskadi. En páginas web como mecambio.net se puede encontrar información de estas alternativas; también se puede contactar con la Plataforma para un Nuevo Modelo Energético, para conseguir información.