Hace unos días el afamado Señor Roig, a la sazón, dueño y señor de la celebérrima cadena de supermercados “Mercadona”, reconocía en diferentes medios de comunicación que su empresa había tenido unos beneficios en el 2010, un 24 por ciento más que el año anterior.
En prensa y radio, igualmente se alardea de que otra exitosa empresa española, Inditex, propiedad de uno de los hombres más ricos del mundo, el por todos conocido Amancio Ortega, había logrado unos beneficios de un 31%.
Asimismo, en diversidad de momentos de estos primeros meses del año, multitud de empresas o entidades financieras publican orgullosísimas sus resultados de cuentas, esperando a la vez multiplicar los panes y los peces a través de inversiones foráneas, o de crecimientos inusitados en las bolsas donde cotizan, anunciando por doquier su éxito, urbi et orbi. No parecen desmentir estos datos ninguno de los entes creadores de opinión, por tanto no tenemos dudas en darles la veracidad acostumbrada.
Si bien, a estas alharacas de crecimiento, éxito, y triunfo del sistema, hemos de poner necesariamente algunos peros, y lamentamos ser así de cenizos, pero a alguien le tenía que tocar arrojar el jarro de agua fría sobre la cocorota de los trepas egoístas, los burgueses cretinos y los lameculos apesebrados.
Y es que el “crecimiento sin fundamento” es el altar de los sacrificios de nuestra religión plutócrata, y a él, se deben sacrificar, animales, personas y cualquier ser vivo que ose asomar la cabeza. Claro, nos dicen, si no hay crecimiento, luego no se puede repartir la riqueza, porque esta es limitada, planteamiento de los socialdemócratas. Falso. En las décadas de mayor crecimiento económico mundial, se han generado las mayores desigualdades fabricadas nunca en la historia de la Tierra, y a unos costes medioambientales que con gran responsabilidad hemos transferido a los hijos de nuestros hijos. Y en este proceso también han participado alegremente los políticos socialdemócratas.
Tanto los voraces neoliberales, como los socialdemócratas desarrollistas se asemejan a la cigarra y no a la laboriosa hormiga como pretenden, ellos cantan durante el verano las cifras del crecimiento sin fin, porque o ignoran o arteramente encubren que otros: las mujeres y hombres que aún no han nacido y los más pobres y excluidos del planeta serán aquellos que paguen sus desmanes y excesos, durante el invierno de las crisis.
Sin embargo, a veces elogiamos sus propuestas más ladinas, no todo va a ser desplumar a la gallina, por ejemplo, estamos orgullosos de la propuesta lanzada sobre la mesa que pretende ligar los salarios a la productividad. Entendemos que los accionistas o propietarios de las empresas que cotizan en bolsa y presentan golosos beneficios están encantadas de distribuir estos dividendos producidos por la plusvalía generada por sus empleados, entre las mismas personas que lo sudan, valga aquello de: “¡los beneficios para los que lo trabajan! A partir de ahora invito a los clientes a felicitar a los y las empleadas de Mercadona o de Zara, porque seguramente sus generosísimos jefes les han proporcionado un aumento de salario de un, ¡¡¡Atención, 24% y 31% respectivamente!!!
¿A qué el capitalismo no es tan malo como lo pintan algunos rencorosos?
Lo que pasa es que sois unos malos, rencorosos, que gritais vuestra inmundicia por las esquinas blogueras y sobre todo unos malísimos españoles.
ResponderEliminar¡Rediez! Dos aznares os daba yo.
http://diariosdeunmaldito.blogspot.com/
Joder... http://www.kaosenlared.net/especial/mercadona
ResponderEliminarun pequeño dossier sobre las actuaciones de Mercadona hacia sus empleados...