Nos quedamos sin verbena.

Burgos no será Capital Europea de la Cultura 2016.  Los/as que colaboramos en este blog siempre hemos sido escépticos/as con la candidatura burgalesa y también críticos con este tipo de competiciones. Decimos escepticismo cuando no crítica, porque a pesar de la aparatosa operación de mercadotecnia de la que hemos sido testigos, a día de hoy seguimos sin saber en qué consistía el proyecto burgalés  o dicho de otro modo, de qué modo se iba a r-evolucionar la vida cultural de nuestra ciudad.  

Somos conscientes de la problemática definición de cultura, pero esto no nos impide afirmar que en eventos como el que nos ocupa, ésta no es un fin en sí mismo sino un pretexto para favorecer otros intereses que ni son culturales, ni son comunes a toda la ciudad.  El concepto que subyace en estos proyectos es el de cultura entendida como espectáculo, y en el que el éxito no vendría marcado por el valor intangible de la comunicación artística sino por la cantidad de dinero que fuera capaz de mover.  Con esto no queremos hoy criticar esos intereses sino el hecho de que se nos ponga la muleta de la R para defender intereses privados (hosteleros, constructores, etc).

Últimamente nos estamos acostumbrando a presenciar competiciones entre ciudades para albergar grandes eventos, olimpiadas, exposiciones universales, etc.  No comprendemos el porqué de una competición en cuestiones tan subjetivas como elegir la idoneidad de una ciudad sobre las demás, y no entendemos qué relación tiene la competición con un hecho eminentemente comunicativo como la cultura.  Como ya se ha visto en otros casos, la conjunción de subjetividad y competitividad dan lugar a corruptelas como ya ocurrió en el caso de los Juegos Olímpicos de Salt Lake City.  Las ciudades que concurrieron el pasado 29 de junio, no luchaban por evolucionar hacía una sociedad más comprometida con la cultura sino por obtener una serie de fondos públicos, que mayoritariamente acabarían en los bolsillos particulares de constructores, hosteleros, empresarios del espectáculo, y organizadores de la gran verbena.  Mientras tanto el resto de las ciudades han tenido que gastar millones de euros de dinero público en propaganda que poco o nada tienen que ver con la cultura, en un momento en el que se nos anuncian recortes de todo tipo, paradójicamente también en cultura.  Por consiguiente, para nosotros la trampa no estaba en el resultado sino en el proceso, porque no nos parece que la competición sea el sistema más eficiente para emplear fondos públicos.

Consecuentemente, en Burgosdijital no estamos tristes por la no designación de nuestra ciudad como capital europea de la cultura, pero sí nos solidarizamos con todas aquellas personas que de buena fe apoyaron el proyecto y que ahora estarán lógicamente decepcionadas. 

El ayuntamiento de Burgos decidió participar en el sarao y ahora que ha perdido critica al árbitro y al ganador con la misma rapidez con la que se hubiera colgado las medallas en caso de no haber fracasado. Ya tuvimos un anticipo con los saltos de Malvido y Escribano en la preselección.  Nadie cuestionó entonces al jurado que ahora critican.  Desde este blog les pedimos que ya que no han ganado, tengan elegancia deportiva en la derrota de la competición cuyas reglas aceptaron.  

También creemos que hay lugar para la autocrítica.  En especial respecto actual director de Burgos 2016, Diego Fernández Malvido.  No creemos que una persona cuya mala reputación, por los temas de las flores y de los curriculums ficticios, haya ayudado a la candidatura de Burgos.  Algo parecido debió de pensar Lacalle al no incluirle en las listas del PP las elecciones municipales.  Lo que sigue siendo un enigma es por qué Malvido es bueno para ser el abanderado de Burgos 2016, y no para seguir siendo concejal de cultura.  Quizás el comité también se hizo esta pregunta.