Prima de
riesgo, rescate financiero, eurobonos, crecimiento negativo, marca España, copago, troika, Ibex-35, mercado secundario de deuda, bonos
basura, mercado de derivados, fondos de rescate europeo,
recapitalización de la banca, Fondo de reestructuración ordenada
bancaria, venta, spread, Banco malo, déficit estructural, burbuja
inmobiliaria, Agencias de calificación de riesgo, Stock option, PIGS,
Grexit, Spanic, CAC-40, índice Nikkei, Hedge Funds, Regla de oro
presupuestaria, Standard and Poor’s, Fitch, Moody’s, activo
inmobiliario, gran depresión, flexiseguridad,
competitividad, productividad, empleabilidad, desajuste bancario,
paraíso fiscal, declaración tributaria especial,
meritocracia, Club Bilderberg, Foro de Davos, mercado de futuros, Pacto
de estabilidad.
Esta
nueva jerga creada en las facultades de economía, y los Master’s en
Business Administration ha saltado de las hojas color salmón de los periódicos económicos y han comenzado a ocupar un hueco nada despreciable en
nuestra cotidianidad. El discurso ultraliberal cuyo inexorable avance
data al menos de los años 70, lejos de haber colapsado como efecto de
la crisis financiera redobla los ataques por controlar el territorio
simbólico del lenguaje. Aún hoy no es extraño que sean los sumos
pontífices de esa nueva religión travestida en ciencia llamada Economía
los que traten de explicarnos el desastre de la crisis que ellos mismos
han creado y siguen alimentando. Los dueños de esa jerga, los llamados
expertos (en economía), aparecen en estos últimos años con una inusitada
frecuencia en los medios de comunicación y, cual oráculos son
preguntados por periodistas en espera de un Santo Grial que nos saque de
la zozobra. Es enervante y hasta paradójico que sigan
gozando de tal rol los que no sólo fueron incapaces de predecir, evitar
la crisis sino los que, a vista de los acontecimientos, parecen
totalmente incapacitados para resolver la situación, pero lo más preocupante es que su preponderancia es síntoma de la incapacidad de erigir y/o difundir un discurso
alternativo.
El
neoléxico del primer párrafo son los ladrillos sobre los que se
construye y reconstruye el discurso ultraliberal. Como señala Paul
Walder en su artículo La palabra circundante. Territorialización económica del lenguaje
el primer efecto es que “la constante incorporación y repetición de
nuevos léxicos, así como la exclusión de otros, genera una nueva
realidad”. En esta génesis de nueva realidad echan mano de toda la
artillería lingüística, desde la utilización de la retórica como cuando
de Guindos tira de oxímoron y habla de “crecimiento negativo” hasta la
imposición de nuevos significados vía eufemismo como en el caso de rescate que
ha pasado de ser sinónimo de liberación, a ser lo contrario: rapto,
extorsión, secuestro, encierro, reclusión. Ni siquiera España se salva, que ha pasado de ser un Estado soberano garante de derechos a una vulgar marca que cotiza en bolsa. Los medios de comunicación
mediante la promoción de este léxico y la censura de los contrarios
contribuyen a una ofensiva discursiva que pretende la colonización de
nuestra lengua con el objeto de edulcorar la brutalidad de las políticas
y la injusticia que engendran.
El
otro resultado de la conquista del discurso ultraliberal a las clases oprimidas es
el de la alienación de las mismas y de los individuos que las componen,
inyectándo de forma silenciosa, como si de radiación se tratara, el
veneno de la perspectiva de vida de sus enemigos. En la nueva realidad
ultraliberal creada con los nuevos léxicos el propio sistema que las
genera está fuera de toda discursión y de todo debate. Es Dios. Las
causas de los fracasos y frustraciones de colectivos de personas no
caben ser atribuidas a la organización económica, social, y política de
la sociedad sino que la responasbilidad es atribuíble exclusivemente al
indivíduo. Las personas que fracasan lo hacen porque lo merecen, a este
respecto Mohamed Barkad explica la sucesión de suicidios en France
Télécom como la traslación de la lucha de clases al propio individuo. Esa es una de las explicaciones para entender que en el país con más
paro de Europa aún no se haya levantado un ejército de 5 millones de
personas exigiendo que se les trate con dignidad, porque muchos de ellos
han aceptado como propio el discurso que los inculpa de la precaria situación vital que padecen.
Aunque
las perspectivas de la batalla no son halagüeñas a corto plazo, la
guerra está lejos de estar perdida. Es cierto que sorprende la ausencia o
el retraso de la intelectualidad en el debate postcrisis. La
universidad plegada sobre sí misma y con muchas de sus energías
empleadas al servicio del propio discurso ultraliberal se dedica a crear
profesionales especializados con poca capacidad crítica en lugar de
personas capaces de resolver los problemas abstractos y reales que nos
acosan. También se echa de menos una reacción del mundo de las artes,
al que se le puede acusar de las mismas taras. En estos dos ámbitos,
que no hayan aparecido aún en la superficie discursos robustos no quiere
decir que no hayan brotado. Hasta ahora es la gente de a pie la que
más ha cuestionado el imaginario colectivo de los últimos 30 años y el
papel de los medios de comunicación. Se ha ido instalando
progresivamente en la sociedad la sospecha de haber vivido una
gigantesca estafa, y de ser las víctimas de la misma. El 15-M es el
primer aldabonazo de gente que busca otra forma de explicar las cosas al
margen del discurso institucional y ultraliberal. Se desempolvaron los
viejos diccionarios y se empezó a hablar de justicia, amor,
comunidad, estafa, lucha de clases, mentiras, de democracia real, de
robos, de futuro, de pueblo, de miedo, de esperanza, de libertad, de igualdad. Convocando mediante la épica y la epopeya a todas aquellas víctimas que las utilizaron en la
historia y poniéndo la semilla de un ejercicio de creación común cuyos
frutos están aún por ver.
Carolina Rueda Tenaz
Mientras un léxico avanza parejo a las innovaciones financieras que debe describir (os habeis dejado las palabras CDS, AAA, warrant, recesión, CDO, BRIC, Dow Jones, Nasdaq, venta en corto, subasta, prima de riesgo, bund, titulización, Fondo Europeo de Estabilidad, acción de oro, script dividend...), otro en los mismos últimos 30 años sigue con izquierda, derecha, obrero, lucha, clase, huelga, patrón, movilización, fascismo, capital...
ResponderEliminarLos dinosaurios se extinguieron cuando no pudieron adaptarse a un cambio en el medio.
Cuándo hablas de Dinosaurios ¿Te refieres a Bankia?
EliminarSi, pero ese último léxico que has citado, por lo menos se entiende y los que lo pronuncian no se dan tantos aires como ciertos elementos. Pa dinosaurios Repsol, y REE que no se adaptaron al medio que les rodeaba jajaja
EliminarUno de los mejores artículos que he leído en este blog. La lengua es pensamiento y con sus términos, nos transmiten poco a poco la idea de que la economía tiene que estar al servicio de unos pocos dejando de lado las necesidades del planeta y de la gente que vive en él. Por lo tanto, es importante que nos acostumbremos a llamar a las cosas por su nombre. Dejémonos de estabilidad económica, ibex, prima de riesgo, etc... y hablemos de palabras como usura, robo, especulación, saqueo, impunidad y extorsión cada vez que hablemos de la bolsa, el FMI, los bancos (TODOS) y las agencias de calificación.
EliminarBankia es un caso de extinción por fracaso, está claro. Red Eléctrica de España no lo termino de ver. No obstante el problema real es cuando vienen unos y dicen que no puede fracasar por el artículo 33, y lo solventan con lo de todos. Eso es socialismo puro, solo que a la inversa. Y lo más gordo de todo es que los que lo denuncian desde el otro lado lo hacen con la palabra "liberalismo" (y con subfijo "neo", para darle más fuerza).
EliminarUn uso equivocadísimo del lenguaje más que evidente.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarDedico esta viñeta al neoliberal: http://marcosmesa.blogspot.com.es/
ResponderEliminarMenudos neoliberales estamos hechos!!!