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Este
año centenares de comerciantes echarán el cierre en nuestra ciudad. Se añadirán al más del millar que han tenido que decir basta, en el primer
lustro de crisis. Comercios con solera, y que
a base de nutrirse de la clientela de la competencia quebrada y de despedir
trabajadoras y trabajadores habían sobrevivido no podrán aguantar más.
El
pequeño comerciante, con marcada tendencia conservadora y que poseía una
relevancia significativa en las pequeñas capitales de provincia como la
nuestra, se dirige con paso firme hacia su extinción o al menos hacia la
irrelevancia política y social. Si la
tendencia no cambia, en unas décadas sólo quedarán unas pocas calles comerciales
que serán tomadas como museos al aire libre para que las nuevas generaciones
sepan que hubo un tiempo en que la gente no iba a comprar al centro comercial.
Los
errores se pagan caros y pocos colectivos han apoyado con tanto ahínco políticas
suicidas. El error no es, sin embargo,
el apoyo, tácito o expreso a unas políticas determinadas, sino
identitario. El gran anhelo de esta
gente de orden ha sido el distanciarse de la plebe proletaria, ser el santo y
seña de la clase media que nació en el tardofranquismo y que eclosionó en la
pseudo-democracia. Esta situación ha
llevado en numerosas ocasiones al pequeño comerciante a articular discursos
similares a los de la gran empresa, de cuyos objetivos e intereses se halla sin
embargo tan lejano. Ha vivido el espejismo de pertenecer a la
casta empresarial, defendiendo la precarización progresiva de las condiciones
de los trabajadores, y la eliminación de lo público.
La
mercería de la esquina o la frutera del mercado han defendido en lo esencial la misma política que una
multinacional como Renault, Inditex o Carrefour. No han caído o querido caer en la cuenta de
que en el pequeño comercio, en muchas ocasiones, la fuerza laboral coincide con
la clientela. El espejismo les ha hecho
apoyar unas reformas laborales que parecían beneficiarles en el cortísimo plazo
sin darse cuenta de que estaban bombardeando a su clientela, que al contrario de
las grandes empresas exportadoras, es la única que pueden tener. En definitiva han cometido el grandísimo error
de creer que su suerte estaba mucho más cerca del Ibex-35 que del trabajador al
que acababan de despedir.
En este
año 2013 con las fuerzas más magras, en recesión, con más de 30.000 parados en
la ciudad y con una reducción generalizada de salarios el futuro del pequeño
comercio es muy negro. Cabe preguntarse
si el colectivo tiene capacidad intelectual y táctica para defender sus
intereses. Hasta ahora, las
organizaciones que dicen representarlo, CEOE, FAE y PP parecen estar siendo muy
competentes a la hora desarrollar políticas que de hecho lo están aniquilando.
Carolina R. Tenaz
El comercio minorista en Burgos no está apoyado de ninguna manera y terminará por ir cerrando como ya lo estamos viendo,solo el sector de hostelería sale adelante,pero no todo es comer tapas y beber vino ribera.
ResponderEliminarCafetería Garbo cerrada, Rte.Rincón del Cid cerrado y corren voces de que se avecina el próximo cierre del Mesón La Cueva. Ya veremos si el sector hostelero aguanta este año de nueva crisis.
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