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jueves, 21 de febrero de 2013

Todos tenemos una historia


No sé si habrán seguido el acontecimiento por excelencia (a juzgar porque en los medios de in-comunicación y las charlas-tertulietas radiofónicas y televisivas con supuestos expertos en toda materia susceptible de convertirse en noticia no se habla de otra cosa) de la semana: el Gran debate (ah, no, eso es un programa). El debate sobre el estado de la Nación.
Bajo mi punto de vista, no sé si hace falta mucho debatir (algo que ni siquiera hacen estos señores que hay en el Congreso, puesto que los argumentos brillan por su ausencia en las intervenciones de los partidos mayoritarios; menos mal que hay partidos minoritarios que sí recuerdan algunas de las ideas importantes) para extraer la conclusión final a la que cualquiera llega rápidamente: esto está hecho una mierda.

He tenido que viajar en coche miércoles por la tarde y jueves por la mañana, y en lugar de escuchar música (que me habría hecho el camino mucho más agradable), he decidido torturarme escuchando las intervenciones de nuestros representantes políticos. Y digo bien torturarme, porque se hace una de cruces escuchando según qué palabras /palabrerías...
Una de las que más me ha llamado la atención ha sido una frase que decía algo como “todos tenemos una historia, y no es usted el más indicado aquí para reprochar ciertas cosas” (así en castellano llano y directo un: “habló de putas“la polvillos”).

Pues bien, igual esa persona no era la más indicada para hacer reproches. Pero, efectivamente, todos tenemos una historia. Y la de la mayoría de los ciudadanos (nosotros, que no se nos olvide) es una Historia de trabajo, pago de impuestos y cotizaciones, lucha por nuestros derechos y otros que no son nuestros pero consideramos que deben ser derechos para otros que puedan/quieran disfrutarlos, lucha por ofrecer a los nuestros unas condiciones de vida dignas (Alimentación, Salud, Educación...). Y nos han emborronado esta historia que íbamos construyendo. 
No sé si unos por no controlar lo que debían controlar, no sé si otros por intentar sacar beneficios a costa de cualquier cosa... Lo que sé es que todos tenemos derechos, y todos tenemos deberes. Y quienes nos gobiernan no han cumplido con sus deberes, y además nos echan la culpa a nosotros.

Así que, aunque haya “quien no sea el más indicado”, nosotros sí que tenemos derecho a reprochar cosas. Y no pocas. Así que no nos fijemos tanto en quién dice qué, sino en qué dice, porque quizá podamos hacer nuestras sus palabras.

Una ciudadana hasta las pelotas de cargar con muertos ajenos

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