Páginas

jueves, 22 de agosto de 2013

Gonzalo Santonja y el arte de la manipulación intelectual.


Puyazos de verano
Por Lucas Mallada
Lo que hay que escuchar y aguantar a más de veinte grados a la sombra.
Uno de los más preclaros lambiscones aznarinos, que debido a sus laudatorias odas recibió en concesión, y como si se tratara de una ínsula Barataria, el chiringuito denominado: Instituto Castellano leonés de la Lengua, ubicado en el conocido Palacio de la Isla de nuestra ciudad de Burgos, D. Gonzalo Santonja era protagonista una vez más.

Instituto de la Lengua en Burgos
Este petimetre inauguraba el otro día un par de exposiciones en la vecina Soria, al socaire de su juguetito cuasi privado, con fondos públicos, el ya denominado Instituto de Lengua. Las exposiciones podían tener su interés divulgatorio de la cultura literaria de nuestro pasado reciente. Una de ellas versaba sobre la revista literaria Cruz y Raya, fundada y dirigida por el olvidado José Bergamín. Esta revista a pesar de su corta vida (1933-1936), supuso una intensa e interesante apuesta literaria, en la que participaron muchos de los grandes de su tiempo: como Federico García Lorca, Antonio Machado y otros.

Nuestro interés, saltándonos, por respeto las profundidades de la crítica literaria, se centra en el promotor y guía de tal aventura: José Bergamín. Exiliado y fallecido en 1983 ha sido uno de los mayores promotores de la literatura en nuestro país. Contradictorio y rico personaje, tuvo variados registros y cambios de tendencias, tanto en sus aportaciones literarias, como en sus opciones políticas, hasta su muerte en San Sebastián.

El señor Santonja, tan hábil, como siempre en llevar el agua a su molino, y pagado seguramente por esa habilidad suya, tan común en los intelectuales apesebrados, declaraba sin ambages: “que la revista Cruz y Raya, había sido la mejor propuesta cultural de la intelectualidad católica....” . Sin ser esto completamente falso, y volvemos al personaje: Bergamín fue siempre católico, pero no el católico al uso, si no lo que podríamos denominar un católico adelantado a su tiempo, vamos un progre, de esos que abomina la curia..., nada que ver con el catolicismo ultramontano que predominaba en la década de los 30 en España y que sigue despertando nostalgias en la Conferencia Episcopal. Pero lo que obvia con descaro Santonja, que no creo que sea por falta de conocimiento, es que Bergamín, al mismo tiempo y con brío se definía como comunista, y tras el golpe de estado de los militares contra la República, siempre fiel a su legitimidad, organizó y lideró la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Al igual que católico siempre se declaró comunista, con una frase que define su finura e inteligencia: “soy comunista hasta la muerte, pero ni un paso más allá”.



4 comentarios:

  1. Bien por la aclaración!!

    ResponderEliminar
  2. Como siempre revisionismo histórico, esta vez por parte de un pringadillo que como se mueva no sale en la foto. Vamos que lo hechan de su choco. Un pijo lameculos, vaya

    ResponderEliminar
  3. Perdón perdón, ECHAN, me bailó una h.

    ResponderEliminar
  4. Confesión del autor:
    He de decir que el artículo propuesto peca de la acusación que arguye. Mea culpa. Esto es interesante. Voy a explicarme, para que se me pueda entender....y aceptar.
    José Bergamín, en su rabiosa complejidad y especialísima lucidez, regresa a España con los claroscuros de la transición, porque recordemos que muere en 1983. No fue un personaje homenajeado, ni celebrado, de ahí su injusto olvido actual. Seguramente una de las razones fue que vislumbró en seguida los manejos de los pactos y renuncias que supuso la llamada "transición española". Nadie como él, luchador infatigable percibió que el proceso político estaba cojo y carente de garantías para la ciudadanía....si pudiera verlo en la actualidad.... y por todo ello optó por establecerse en San Sebastián que para él sería Donosti, porque abrazó la causa abertzale, el independentismo euskaldun. Quiza lo hizo porque en aquellos momentos posiblemente era la única causa firme y resistente que no se tragaba el caramelo de la transición, sus razones seguramente tuvo, por ello, fue oscurecido su rico legado literario. Sin embargo, aún hay más, a sabiendas, yo mismo no lo he mencionado, aunque fuese de pasada en el artículo previo, es decir, probablemente me haya autocensurado ante la incomodidad de este reconocimiento... comprender esto, me hace más fuerte ante las censuras que penetran, sobre todo ,entre nuestras propias sinapsis..., eso es lo que pretenden que borremos lo que nos resulta incómodo de aceptar..., todos somos algo vulnerables... Espero que acepten mis disculpas.
    Lucas Mallada.

    ResponderEliminar