Por Conrado Santamaría
Sección Enseñanza CGT Burgos
Capricho de Goya |
Son numerosos los centros de
educación secundaria de nuestra región a quienes les han obligado a suprimir
las materias de Latín, Griego, Historia del Arte o Literatura Universal.
El
pretexto no ha sido otro que el bajo número de alumnado matriculado en la
modalidad de Humanidades. Si a esto añadimos que la LOMCE hace casi desaparecer
la Música de los currículos o deja a la Filosofía en 2º de Bachillerato como
una materia optativa que se puede elegir entre otras muchas, incluidas la
Religión, el futuro que espera a estos estudios es desolador. Pero más
desolador es sin duda el horizonte que le aguarda a una sociedad que se rige
exclusivamente por motivos de índole económico.
Como todo el mundo sabe, Humanidades
procede del latín homo, ser humano, y
estos estudios se llaman así porque están dirigidos a educar lo que es más
propio de los seres humanos, esto es, su razón. Una razón que es común a todos
los hombres y mujeres, independientemente de su condición social, sexual,
racial o de cualquier otra índole. Las Humanidades educan la razón humana en su
totalidad, enseñan a discurrir de una manera correcta, sin prejuicios, sin
sofismas, sin engaños ni falsedades. Por ello, cuando una persona aprende a
bien pensar se hace más humana, es decir, puede ejercer mejor su libertad y
trabajar por un mundo sin privilegios, puesto que comprende que si la razón es
común, común ha de ser el bienestar de todos los seres que comparten la
comunidad. La razón, la libertad y el bien común: estos son los objetivos que
persiguen las Humanidades.
Sin embargo, un sistema educativo
que mira solo la rentabilidad económica, que considera a las personas que
estudian exclusivamente como engranajes que deben ser incrustados en un mercado
laboral (por cierto, ¿de qué mercado laboral hablan cuando existen 6 millones de
personas despojadas de su derecho al trabajo?), es un sistema educativo que
instrumentaliza a los seres humanos, que los utiliza como herramientas, como
simples medios para alcanzar un fin. En consecuencia, quienes diseñan estos
planes de educación están minando nuestra mayor grandeza, nuestra dignidad
humana, que consiste en que cada persona es un fin en sí misma.
El primer objetivo de los nazis que
administraban los campos de concentración era matar la dignidad de los presos
para hacer luego de ellos, sin ninguna protesta o rebelión, cualquier cosa,
desde jabón a humo y cenizas. Este es sin duda el camino que nos quieren hacer
tomar quienes hacen desparecer de nuestros centros educativos todo vestigio de
pensamiento, de crítica, de libertad y de dignidad. En nuestra mano está
aceptar el camino del matadero o bien no renunciar a la razón y rebelarnos.
http://escombrosconhoguera.blogspot.com.es/
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