Páginas

viernes, 3 de enero de 2014

Los Pecaditos y los cuentos de Calleja

En primer término María Dolores Calleja
Hace aproximadamente un mes la cadena de bares  "Pecaditos" y "La Sirenita" volvía de estar de boca en boca, pero esta vez no por el asombro de su rápida proliferación.  "Pecaditos" es una empresa de éxito en plena crisis, al que se le suele poner como ejemplo de emprendimiento, y casi un emblema de la capital española de gastronomía.  Hace un mes la prensa comentaba que uno de los hosteleros más ricos de la ciudad había recibido un trato de favor por parte de la concejala de licencias Dolores Calleja.   
Raúl Salinero, concejal de IU, acusó a la concejala de dejar caducar expedientes sancionadores por obras sin licencias en uno de los locales.  El prolífico hostelero, para quien las ordenanzas municipales parecen tener la importancia de la propaganda de supermercado, también fue "cazado" por infringir la de terrazas en dos de sus locales.  María Dolores Calleja, concejala de licencias,  presionó a los trabajadores del ayuntamiento para que rebajaran la sanción al mínimo ahorrándole al empresario infractor y reincidente, miles de euros.  

Sirva el párrafo anterior para poner en antecedentes al lector/a sobre el asunto, pero no era mi intención en este artículo hablar sobre hosteleros VIP, trato de favor a empresas de amigos, concejales tocados y hundidos del gobierno Lacalle, ni la extendido desparpajo con el que se gestionan los dineros de todos para favorecer a las amistades.  Dicen que Dios, si existe, lo hace en los detalles así que mi intención es la de comentar el escupitajo moral en forma de justificación que dio la concejala para no dimitir.  La todavía edil del PP dijo que lo iba a hacer (dimitir), pero al final se retractó para que la gente no creyera que el concejal comunista, Raúl Salinero se "la había llevado por delante". La señora Calleja después de no ser capaz de dar ni una explicación de lo ocurrido a la ciudad de Burgos,  sólo sabe hacer el ridículo al confundir el honor con la soberbia.  


Calleja en una muestra de egoísmo  e irresponsabilidad notable regala a la Burgos y por arrobas lo que ya nadie soporta de los políticos:  trapicheos, amiguismo, secretos y vanidad de quicallero.  Calleja mientras semanas antes se oponía con vehemencia a que  el ayuntamiento ayudara a los desahuciados de la ciudad evitándoles el pago de las plusvalías conseguía que una de las personas más ricas de la ciudad se ahorrara unos miles de euros.  ¡Sonríe es Burgos! 

Pero volvamos a la frase:  Sabemos por qué no dimitió, pero sería muy interesante conocer las  razones que llevaron a la concejala a plantearse la posibilidad de hacerlo: ¿Acaso por una cuestión de salud pública?, ¿Por decencia?, ¿Por responsabilidad?, ¿Para salvaguardar la honorabilidad de la política, de los que cobran de la política?  ¿Para crear un buen ejemplo en el ayuntamiento?, ¿Por haber sido incapaz de dar una explicación plausible a las evidentes irregularidades?, ¿Porque había cometido un error en su gestión?.  Acaso lo hizo ¿Por haber promovido, como en Cuba, el intervencionismo institucional e impedir así la libre competencia?  Todo hace pensar que algún pábulo daría Calleja a las críticas de la oposición cuando decidió dimitir el 1 de enero ¿Cuál?  Es un secreto.  Lo que está claro es que todos los valores públicos que hubieran sido salvaguardados resultaron ser canjeados por el ataque de soberbia charanguera de la concejala.

Imagino como pronunciaría esas palabras.  Las ínfulas con las que vocalizaría esa frase; Masticando cada  sílaba.    Con un toque a parte de guerra y a ejército cautivo. Con altanería de saldo, sonando a "no sabe usted con quien está hablando", a "quien se ha creído que es" y a "ahora me van a conocer".  Pero, sobre todo, la explicación huele, a "tener más cuento que Calleja", a excusa de mal estudiante, a argumento de oropel,  a apego a la poltrona, a pose de tonadillera caduca y despechada.    Huele a arrogancia absurda de zapato roto y  a carcoma.  Huele chulería barata con el pobre y a mansedumbre y condescendencia con el poderoso.  A enroque violento de pillada in fraganti y a trapicheo de rastro.  ¿A quién importa quién se  lleve por delante a la edil Calleja? El problema para la credibilidad de las ordenanzas municipales de Burgos lo ha creado la concejala, no quien ha descubierto como se favorece a un empresario sobre todos los demás con costes económicos y morales para la ciudad.  Un representante público digno debe tener  firmeza y rigor con quienes incumplen las normas y más respeto por los que trabajan honradamente. Resulta apestoso y pueril echar la culpa primero a los funcionarios y luego a quien desveló su catadura.   La concejala Calleja no debe buscar fuera lo que es responsabilidad suya.  Su peor enemigo es su incapacidad para dar una explicación verosímil por el trato diferenciado y privilegiado a un hostelero, esquivando las normas que ella, más que ninguna otra persona, debe hacer cumplir.  
Señora Calleja,  haga un favor a Burgos, a la institución que la gobierna y de paso   hágaselo  a usted misma, déjelo. Todo pecadito tiene su penitencia y en este caso, la suya, es la dimisión.  


Carolina R.Tenaz

2 comentarios:

  1. se ha hecho la cirugía plástica o qué ? señora cuánto cuento tiene.....que solo prescriban los expedientes de sus amigos....

    ResponderEliminar
  2. No es la primera vez que lo hace. Representa esa forma de hacer política que los ciudadanos necesitamos quitarnos de encima. Vaya equipo de gobierno que tiene Lacalle...

    ResponderEliminar