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viernes, 30 de mayo de 2014

Análisis electorales II: Señales de cambio de régimen en España

Por Burgos Dijital

La jornada del 25 de mayo reciente, día de las Elecciones al Parlamento Europeo, parece que se confirmó otro paso firme hacia una ruptura/cambio político en España.  Un cambio en el sentido de una profundización democrática. Los signos que vienen anunciándolo se muestran cada vez con mayor tozudez. La necesidad de un nuevo pacto político y social, más inclusivo, se adueña del discurso político de forma rítmica, progresiva y persistente. Parece inexorable. Sólo algunos, las “vacas sagradas” de los grandes partidos que han protagonizado el tiempo denominado “transición democrática”, no parecen querer darse cuenta.  Su actitud lleva a pensar en los honorables mamuts del cuaternario, asustados por los bruscos cambios en las glaciaciones, incapaces ya de realizar el proceso necesario para la adaptación y la supervivencia, y que optan, ya no sólo por negar los hechos, si no por la beligerancia más absurda frente a ellos. No son conscientes, de que  hoy (el tiempo político, para su desgracia es más veloz que el geológico), muchos españoles les perciben como sorprendentes hallazgos encontrados perfectamente congelados bajo el permafrost de la tundra, y los admiran con la extrañeza y reconocimiento que se otorga a los objetos del pasado...que se van a instalar en la sala de un museo.

El bipartidismo en España fue concebido como una garantía de estabilidad, y para facilitar la gobernabilidad, en un momento en el que se ensayaba la democracia y la representación política a través de los partidos. En aquellos momentos de acuerdos apresurados y bajo la presión de la bota militar, entre otras, las élites económicas (aquellos que habían procedido a la acumulación de capitales bajo las bonanzas y facilidades del franquismo), valoraron positivamente los condicionantes de una representación proporcional limitada, que favoreciese a los partidos más votados, y así la limitación del juego político a actores limitados. Acaso pensaron que no se podía confiar del todo en los españoles, y de paso era más fácil que un par de formaciones políticas ejercieran el papel de mediadoras, que tener que negociar, convencer o repartir prebendas entre la nube de mosquitos que se preveía, representando las múltiples sensibilidades políticas que parecían despuntar entre los españoles.  La ciudadanía española ya no es bisoña en esto de la democracia.  Ha madurado y no sólo afirma con rotundidad que sabe de qué va, si no que exige su plenitud, y no las medias tintas que  ofrece el sistema político, basado entre otras cosas en el bipartidismo.

El bipartidismo, sostiene un Régimen político basado en la mediación de las élites extractivas españolas (y ahora internacionales, con esto de la globalización), en el que estas influyen en las decisiones políticas que les afectan, ninguneando con facilidad gracias a su representación política cualquier demanda popular (el ejemplo más palmario y sangrante ha sido el sufrido con la ILP para cambiar la Ley Hipotecaria, iniciativa abortada porque cuestionaba los privilegios de los bancos).   Por ello, y aunque no sea la única medida, derribar el bipartidismo se convierte en un objetivo político, y porque además la Constitución en su artículo 2º, hace una defensa del multipartismo en nuestro país. O sea, que encima de saludable la debacle del bipartito fortalece y mejora sustancialmente la calidad democrática. Al menos, y esto no es un argumento sin fondo, el escenario postelectoral se antoja más democrático e incluso constitucionalista que aquel en el que se atrinchera el bipartidismo sospechoso de una connivencia con los distintos poderes económicos que ya nadie se atreve a negar.

Efectivamente, el Partido Popular y el PSOE, en su afán de mediadores políticos mayoritarios de la sociedad española, han sufrido una sangría importante, rozando el 50% de los votos emitidos. (mención aparte e importante, la abstención, que fue superior al 50% de los votantes). Bien, lo interesante de todo, es percibir como, tras el descalabro común, parecen ponerse tiritas unos a otros, sabiendo que ambos se necesitan para sostener juntos la pesadez de un Régimen en el que se abren grietas importantes.  El PP, ha sabido representar los intereses de las diferentes élites económicas,  mediar entre sus conflictos internos tratando de establecer acuerdos. 

El papel del PSOE, -no seré yo quien afirme que son lo mismo-, ha sido el de convencer a los ciudadanos que el Régimen de la Transición, era lo mejor a lo que podían aspirar, tratando de dulcificar algunas de sus aristas y proponiendo novedades de tipo social y familiar (despenalización del aborto, matrimonio de los homosexuales,...), pero jamás osaron tocar ni un ápice los intereses de las grandes élites.  En realidad, algunos de los grandes hombres y mujeres (que en eso son muy paritarios) del socialismo español comparten butacón en los consejos de administración de los emporios económicos. De esa manera el PSOE ha desmovilizado a la sociedad española tratando de evitar algaradas o señales de protesta, siempre que ha podido.   Agasajado por la proximidad del poder del dinero, ha cumplido con su misión de legitimar popularmente un Régimen, que ha funcionado mientras las tuberías han repartido para todos, aunque fuera de forma desigual.

Por su lado, la pírrica victoria del PP en las elecciones le da a este partido la oportunidad de diferir un poco los espasmos a los que se va a ver abocado el PSOE, pero el correctivo, aunque se pongan de perfil, ha sido importante.  Han perdido un porcentaje de casi un 20% respecto a las elecciones generales de 2011.  El siguiente paso para poder mantener los privilegios de la élite será, como ya apuntó sin rubor en campaña Felipe González, una tenaza entre el PP, PSOE, lo que no hará sino reforzar las tesis de los enemigos del bipartidismo político y de la casta.  EL PSOE seguiría así raudo los pasos de su difunto hermano el PASOK.  No sería descabellado pensar que ante la proximidad de las elecciones locales y europeas la solidez que muestra el PP, tras el periodo de más poder concentrado en un solo partido, comience a desmoronarse.  Sin embargo lo más probable es que este proceso para el  partido de Rajoy alcance su velocidad de crucero tras las elecciones locales del próximo año.

Pero eso se acabó. Se terminó el reparto del Estado de Bienestar, y de repente, se le desprendió la careta al PSOE, cuando se puso del lado, ejem,...en realidad del lado de toda la vida. Hay que reconocer en los socialistas una gran capacidad de simulación.  Es por esto, además de alguna otra razón por la que el PSOE ha sufrido un gran descalabro, en realidad es muy sencillo, se trata de la coherencia y de la traición.  De lo primero carece, no sabe ni que significa, y en eso el electorado de izquierdas es más intransigente. De lo segundo saben mucho y lo hemos sufrido en los últimos cuatro años en nuestras carnes. La traición a los tuyos no se perdona, por eso, creo, con satisfacción y un pellizco de nostalgia -sólo cuando leo las páginas de historia el pasado de este partido-, que no tiene solución. No es una cuestión de personas, da lo mismo Rubalcaba, que Pepito Pérez, lo suyo es un problema de ADN, de que no están adaptados a las nuevas exigencias climáticas que ya predominan, les sobra pedigrí en una sociedad española dualizada, en la que -por sus políticas también-, han desaparecido las clases sociales a las que teóricamente representaban.  No es una cuestión de congreso o de primarias, es que no pueden desprenderse de su vínculo con las élites porque no saben nadar entre la gente, y llegan tarde. Además los socialistas fueron creados como una máquina de poder y de gobierno, no podrá sobrevivir mucho tiempo alejada de él.

Los resultados del 25 de mayo, han traído, aire fresco, aunque sólo sea este su efecto, ya merecería la pena. De repente, y sin darnos cuenta, en la agenda comienzan a instalarse cuestiones como la nacionalización de la banca, el cambio de la ley hipotecaria, la modificación del mercado energético...y eso que las elecciones eran europeas...  Aunque sólo sea como crítica demoledora, desde la fuerza de los medios de comunicación convencionales, uno siente un cosquilleo en el estómago de esperanza cuando oye todo esto. Pasamos a la ofensiva, y esto es lo que importa, por vez primera, pasan a las trincheras. Hasta ahora, todo era la privatización de la sanidad; hoy, aunque sea de soslayo se menciona la nacionalización de la banca y otras cuestiones tremendamente sugerentes.

En otro orden de cosas, y desde la distancia, a los partidos dominantes se les presenta, además del político y social, el reto territorial, la incapacidad sostenida durante décadas para construir un espacio político único, nos ha llevado al callejón sin salida de encarar una posible ruptura, y esto por vez primera en mucho tiempo, con realismo.  En Cataluña los resultados también se muestran con terquedad, y los partidos que apuestan por la creación de un Estado en solitario van acumulando réditos. El bipartidismo también ha fracasado en esta cuestión con la soberbia mostrada, por su lógica de ser los únicos interlocutores de la soberanía y de la legalidad, cuando estos parapetos/conceptos hacen aguas.

Sí decididamente, la primavera política, y con ella el deshielo, han comenzado. Hay otros actores que reclaman la política y a quienes corresponde ser los protagonistas de la historia por escribir.

2 comentarios:

  1. la rosa está seca y la gaviota pide auxilio....jo jo

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  2. Sayonara Arnaiz Peña31 de mayo de 2014, 10:15

    Un artículo excelente.Felicidades.

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