La jornada del 25 de mayo reciente, día de las Elecciones al Parlamento Europeo, parece que se confirmó otro paso firme hacia una ruptura/cambio político en España. Un cambio en el sentido de una profundización democrática. Los signos que vienen anunciándolo se muestran cada vez con mayor tozudez. La necesidad de un nuevo pacto político y social, más inclusivo, se adueña del discurso político de forma rítmica, progresiva y persistente. Parece inexorable. Sólo algunos, las “vacas sagradas” de los grandes partidos que han protagonizado el tiempo denominado “transición democrática”, no parecen querer darse cuenta. Su actitud lleva a pensar en los honorables mamuts del cuaternario, asustados por los bruscos cambios en las glaciaciones, incapaces ya de realizar el proceso necesario para la adaptación y la supervivencia, y que optan, ya no sólo por negar los hechos, si no por la beligerancia más absurda frente a ellos. No son conscientes, de que hoy (el tiempo político, para su desgracia es más veloz que el geológico), muchos españoles les perciben como sorprendentes hallazgos encontrados perfectamente congelados bajo el permafrost de la tundra, y los admiran con la extrañeza y reconocimiento que se otorga a los objetos del pasado...que se van a instalar en la sala de un museo.
El
bipartidismo en España fue concebido como una garantía de estabilidad, y para
facilitar la gobernabilidad, en un momento en el que se ensayaba la democracia
y la representación política a través de los partidos. En aquellos momentos de
acuerdos apresurados y bajo la presión de la bota militar, entre otras, las
élites económicas (aquellos que habían procedido a la acumulación de capitales
bajo las bonanzas y facilidades del franquismo), valoraron positivamente los
condicionantes de una representación proporcional limitada, que favoreciese a
los partidos más votados, y así la limitación del juego político a actores
limitados. Acaso pensaron que no se podía confiar del todo en los españoles, y
de paso era más fácil que un par de formaciones políticas ejercieran el papel
de mediadoras, que tener que negociar, convencer o repartir prebendas entre la
nube de mosquitos que se preveía, representando las múltiples sensibilidades
políticas que parecían despuntar entre los españoles. La
ciudadanía española ya no es bisoña en esto de la democracia. Ha madurado y no sólo afirma con rotundidad
que sabe de qué va, si no que exige su plenitud, y no las medias tintas que ofrece el sistema político, basado entre otras
cosas en el bipartidismo.
El
bipartidismo, sostiene un Régimen político basado en la mediación de las élites
extractivas españolas (y ahora internacionales, con esto de la globalización),
en el que estas influyen en las decisiones políticas que les afectan,
ninguneando con facilidad gracias a su representación política cualquier
demanda popular (el ejemplo más palmario y sangrante ha sido el sufrido con la
ILP para cambiar la Ley Hipotecaria, iniciativa abortada porque cuestionaba los
privilegios de los bancos). Por ello, y aunque no sea la única medida, derribar
el bipartidismo se convierte en un objetivo político, y porque además la
Constitución en su artículo 2º, hace una defensa del multipartismo en nuestro
país. O sea, que encima de saludable la debacle del bipartito fortalece y
mejora sustancialmente la calidad democrática. Al menos, y esto no es un
argumento sin fondo, el escenario postelectoral se antoja más democrático e
incluso constitucionalista que aquel en el que se atrinchera el bipartidismo
sospechoso de una connivencia con los distintos poderes económicos que ya nadie
se atreve a negar.
Efectivamente,
el Partido Popular y el PSOE, en su afán de mediadores políticos mayoritarios
de la sociedad española, han sufrido una sangría importante, rozando el 50% de
los votos emitidos. (mención aparte e importante, la abstención, que fue
superior al 50% de los votantes). Bien, lo
interesante de todo, es percibir como, tras el descalabro común, parecen
ponerse tiritas unos a otros, sabiendo que ambos se necesitan para sostener
juntos la pesadez de un Régimen en el que se abren grietas importantes. El
PP, ha sabido representar los intereses de las diferentes élites
económicas, mediar entre sus conflictos
internos tratando de establecer acuerdos.
El papel del PSOE, -no seré yo quien afirme que son lo mismo-, ha sido el de convencer a los ciudadanos que el Régimen de la Transición, era lo mejor a lo que podían aspirar, tratando de dulcificar algunas de sus aristas y proponiendo novedades de tipo social y familiar (despenalización del aborto, matrimonio de los homosexuales,...), pero jamás osaron tocar ni un ápice los intereses de las grandes élites. En realidad, algunos de los grandes hombres y mujeres (que en eso son muy paritarios) del socialismo español comparten butacón en los consejos de administración de los emporios económicos. De esa manera el PSOE ha desmovilizado a la sociedad española tratando de evitar algaradas o señales de protesta, siempre que ha podido. Agasajado por la proximidad del poder del dinero, ha cumplido con su misión de legitimar popularmente un Régimen, que ha funcionado mientras las tuberías han repartido para todos, aunque fuera de forma desigual.
El papel del PSOE, -no seré yo quien afirme que son lo mismo-, ha sido el de convencer a los ciudadanos que el Régimen de la Transición, era lo mejor a lo que podían aspirar, tratando de dulcificar algunas de sus aristas y proponiendo novedades de tipo social y familiar (despenalización del aborto, matrimonio de los homosexuales,...), pero jamás osaron tocar ni un ápice los intereses de las grandes élites. En realidad, algunos de los grandes hombres y mujeres (que en eso son muy paritarios) del socialismo español comparten butacón en los consejos de administración de los emporios económicos. De esa manera el PSOE ha desmovilizado a la sociedad española tratando de evitar algaradas o señales de protesta, siempre que ha podido. Agasajado por la proximidad del poder del dinero, ha cumplido con su misión de legitimar popularmente un Régimen, que ha funcionado mientras las tuberías han repartido para todos, aunque fuera de forma desigual.
Por
su lado, la pírrica victoria del PP en las elecciones le da a este partido la
oportunidad de diferir un poco los espasmos a los que se va a ver abocado el
PSOE, pero el correctivo, aunque se pongan de perfil, ha sido importante. Han perdido un porcentaje de casi un 20%
respecto a las elecciones generales de 2011.
El siguiente paso para poder mantener los privilegios de la élite será,
como ya apuntó sin rubor en campaña Felipe González, una tenaza entre el PP,
PSOE, lo que no hará sino reforzar las tesis de los enemigos del bipartidismo político
y de la casta. EL PSOE seguiría así raudo
los pasos de su difunto hermano el PASOK.
No sería descabellado pensar que ante la proximidad de las elecciones
locales y europeas la solidez que muestra el PP, tras el periodo de más poder
concentrado en un solo partido, comience a desmoronarse. Sin embargo lo más probable es que este
proceso para el partido de Rajoy alcance
su velocidad de crucero tras las elecciones locales del próximo año.
Pero
eso se acabó. Se terminó el reparto del Estado de Bienestar, y de repente, se
le desprendió la careta al PSOE, cuando se puso del lado, ejem,...en realidad
del lado de toda la vida. Hay que reconocer en los socialistas una gran
capacidad de simulación. Es por esto, además de alguna otra razón por la que el PSOE ha sufrido un gran descalabro, en
realidad es muy sencillo, se trata de la coherencia y de la traición. De lo
primero carece, no sabe ni que significa, y en eso el electorado de izquierdas
es más intransigente. De lo segundo saben mucho y lo hemos sufrido en los
últimos cuatro años en nuestras carnes. La traición a los tuyos no se perdona,
por eso, creo, con satisfacción y un pellizco de nostalgia -sólo cuando leo las
páginas de historia el pasado de este partido-, que no tiene solución. No es una cuestión de personas, da lo mismo
Rubalcaba, que Pepito Pérez, lo suyo es un problema de ADN, de que no están
adaptados a las nuevas exigencias climáticas que ya predominan, les sobra
pedigrí en una sociedad española dualizada, en la que -por sus políticas
también-, han desaparecido las clases sociales a las que teóricamente
representaban. No es una cuestión de congreso o de primarias, es que no pueden
desprenderse de su vínculo con las élites porque no saben nadar entre la gente,
y llegan tarde. Además los socialistas fueron creados como una máquina de poder
y de gobierno, no podrá sobrevivir mucho tiempo alejada de él.
Los
resultados del 25 de mayo, han traído, aire fresco, aunque sólo sea este su
efecto, ya merecería la pena. De repente, y sin darnos cuenta, en la agenda
comienzan a instalarse cuestiones como la nacionalización de la banca, el
cambio de la ley hipotecaria, la modificación del mercado energético...y eso
que las elecciones eran europeas...
Aunque sólo sea como crítica demoledora, desde la fuerza de los medios
de comunicación convencionales, uno siente un cosquilleo en el estómago de
esperanza cuando oye todo esto. Pasamos a la ofensiva, y esto es lo que
importa, por vez primera, pasan a las trincheras. Hasta ahora, todo era la
privatización de la sanidad; hoy, aunque sea de soslayo se menciona la
nacionalización de la banca y otras cuestiones tremendamente sugerentes.
En
otro orden de cosas, y desde la distancia, a los partidos dominantes se les
presenta, además del político y social, el reto territorial, la incapacidad
sostenida durante décadas para construir un espacio político único, nos ha
llevado al callejón sin salida de encarar una posible ruptura, y esto por vez
primera en mucho tiempo, con realismo. En Cataluña los resultados también se
muestran con terquedad, y los partidos que apuestan por la creación de un
Estado en solitario van acumulando réditos. El bipartidismo también ha fracasado
en esta cuestión con la soberbia mostrada, por su lógica de ser los únicos
interlocutores de la soberanía y de la legalidad, cuando estos
parapetos/conceptos hacen aguas.
Sí
decididamente, la primavera política, y con ella el deshielo, han comenzado.
Hay otros actores que reclaman la política y a quienes corresponde ser los
protagonistas de la historia por escribir.
la rosa está seca y la gaviota pide auxilio....jo jo
ResponderEliminarUn artículo excelente.Felicidades.
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