Por Eduardo Nabal
RECORDANDO A DOS FEMINISTAS QUE
HICIERON HISTORIA RECIENTE
Adrienne Rich, poetisa de una sinceridad estremecedora,
luchadora incansable en el feminismo radical hasta su muerte y Eve Kosofsky
Sedgwick -que fue algo más que una teórica o profesora al uso- son dos figuras
imprescindibles en la escritura sobre el
género y su relación con las conquistas sociales.
Dos generaciones y dos voces proféticas que siempre está bien revisar, y no solo por el placer de leerlas. Ambas murieron hace no tanto y su voz resuena y revive en ecos de lectoras de todo el mundo, denunciando la violencia real o simbólica sobre las mujeres y la heterosexualidad o el patriarcado como instituciones políticas que se perpetúan silenciosamente.
Pero Adrienne Rich también fue una gran teórica en un tiempo más duro y hostil y, al mismo tiempo, más marcado por importantes conquistas sociales y políticas. El derecho al aborto, la maternidad lesbiana, la visibilidad LGTB en el movimiento feminista y la lucha por las mujeres pobres, negras o mexicanas, con diversidad funcional, literatura arma de lucha y resistencia formaban parte de su agenda política y nos dieron como resultado escrito recopilaciones de ensayos tan irremplazables como “Sobre mentiras, secretos y silencios” o “Sangre, pan y poesía”. Rich fija la idea del "continuum" entre mujeres como un espacio en el que las mujeres aman de muchas formas (no solamente pero también erótica) a otras mujeres.
Aunque discrepemos acerca de la vigencia algunas de sus opiniones sobre la heterosexualidad como institución o, sobre todo, de su visión negativa de la pornografía, el trabajo sexual o el S/M consensual, Rich es una escritora que traspasa estos interesantes debates con una poesía atrevida y deslumbrante que contradice ese feminismo algo esencialista que hoy se ve en algunos de sus ensayos. Rich viajó a Nicaragua, conoció los barrios pobres y las zonas desfavorecidas de su opulento país y finalmente compartió el premio nacional a su carrera poética con Audre Lorde (Zami) y Alice Walker (El color púrpura) para que las grandes voces femeninas y afroamericanas silenciadas durante décadas tuvieran un espacio público y un merecido reconocimiento, en una nación racista.
¿Por qué a pesar del tiempo transcurrido los libros de Rich siguen curando o levantando ampollas? Porque hablan con voz serena pero trasfondo radical y coherente de temas entonces poco tratados como la maternidad como institución ("Nacemos de mujer) o experiencia, la guerra contra los y las pobres de todas las latitudes orquestada por los gobiernos occidentales.
Se acordó de las brujas perseguidas por el cristianos, esas a las que en uno de sus poemas llamó “sabias mujeres carbonizadas en la hoguera” y también de poetisas de trágico destino como Sylvia Plath, de la década anterior, que empezaron a problematizar la sexualidad femenina frente al patriarcado blanco y capitalista. burgués. Comenzaron a problematizar el matrimonio, la violencia sexual hacia las mujeres, la visibilidad de las lesbianas y el lugar de éstas en la esfera pública o privada, y en las agendas de la izquierda.
Sedgwick es posterior y, aunque la herencia del movimiento feminista anglosajón es palpable en toda su obra, dedicó su gran libro a inspeccionar esos mecanismos de silenciamiento a los que son sometidos los grandes autores LBTB y literatos anglosajones a través de pactos de silencio, en todo el mundo.
En su a ratos divertido, a ratos denso y a ratos lúcido e irónico “Epistemología del armario” desmonta con humor devastador uno a uno todos los argumentos hoy vigentes sobre el secreto, el silencio y su estructuración bajo formas de poder heterosexista.
La resistencia ancestral a leer a gente como Proust, James, Colette, Shakespeare, Woolf, Melville o incluso Wilde, sin tener en cuenta las corrientes homoeróticas de sus textos pone de relieve el carácter heterocentrado y patriarcal de algunos sectores amplios del mundo de las letras o la academia.
También reivindica un espacio para minorías poco consideradas hasta entonces y como hizo Lorde cuenta con detalle la dolorosa experiencia de un cáncer de mama propio, igual que la enfermedad de uno de sus colegas a causa del VIH en su último libro “Tendencies”, (imposible de encontrar en castellano a pesar de su valor teórico-práctico) y de la muerte de su autora. Ambas experiencias y enfermedades que van ligadas, de un modo u otro, a vivencias corporales y de sexo/género extremas y con vagas connotaciones sociales que ella sabe poner en evidencia.
Como puso en evidencia a los progres profes de literatura del “Qué mas da si era gay o lesbiana o no” o “No hace falta saberlo” "Es irrelevante" destapando su oportunismo y su verdadera ideología heterosexista. Segdwick no temía a los inquisidores de la academia que despertaron de su letargo cuando publicó su ensayo literario “Jane Austen y la niña masturbadora”. Solo el título puso a la derecha religiosa y/o universitaria convencional en guardia. Los que habían ignorado su prosa afilada, si les que alguna vez llegaron a leerla, y su influencia en el campo de los estudios no solo feministas sino también LGTB y sobre las nuevas masculinidades, rompieron su silencio para pedir explicaciones por semejante título y lo que se podía contar. La academia y lo queer empezaban a hablar dos lenguajes distintos.
Dos generaciones y dos voces proféticas que siempre está bien revisar, y no solo por el placer de leerlas. Ambas murieron hace no tanto y su voz resuena y revive en ecos de lectoras de todo el mundo, denunciando la violencia real o simbólica sobre las mujeres y la heterosexualidad o el patriarcado como instituciones políticas que se perpetúan silenciosamente.
Pero Adrienne Rich también fue una gran teórica en un tiempo más duro y hostil y, al mismo tiempo, más marcado por importantes conquistas sociales y políticas. El derecho al aborto, la maternidad lesbiana, la visibilidad LGTB en el movimiento feminista y la lucha por las mujeres pobres, negras o mexicanas, con diversidad funcional, literatura arma de lucha y resistencia formaban parte de su agenda política y nos dieron como resultado escrito recopilaciones de ensayos tan irremplazables como “Sobre mentiras, secretos y silencios” o “Sangre, pan y poesía”. Rich fija la idea del "continuum" entre mujeres como un espacio en el que las mujeres aman de muchas formas (no solamente pero también erótica) a otras mujeres.
Aunque discrepemos acerca de la vigencia algunas de sus opiniones sobre la heterosexualidad como institución o, sobre todo, de su visión negativa de la pornografía, el trabajo sexual o el S/M consensual, Rich es una escritora que traspasa estos interesantes debates con una poesía atrevida y deslumbrante que contradice ese feminismo algo esencialista que hoy se ve en algunos de sus ensayos. Rich viajó a Nicaragua, conoció los barrios pobres y las zonas desfavorecidas de su opulento país y finalmente compartió el premio nacional a su carrera poética con Audre Lorde (Zami) y Alice Walker (El color púrpura) para que las grandes voces femeninas y afroamericanas silenciadas durante décadas tuvieran un espacio público y un merecido reconocimiento, en una nación racista.
¿Por qué a pesar del tiempo transcurrido los libros de Rich siguen curando o levantando ampollas? Porque hablan con voz serena pero trasfondo radical y coherente de temas entonces poco tratados como la maternidad como institución ("Nacemos de mujer) o experiencia, la guerra contra los y las pobres de todas las latitudes orquestada por los gobiernos occidentales.
Se acordó de las brujas perseguidas por el cristianos, esas a las que en uno de sus poemas llamó “sabias mujeres carbonizadas en la hoguera” y también de poetisas de trágico destino como Sylvia Plath, de la década anterior, que empezaron a problematizar la sexualidad femenina frente al patriarcado blanco y capitalista. burgués. Comenzaron a problematizar el matrimonio, la violencia sexual hacia las mujeres, la visibilidad de las lesbianas y el lugar de éstas en la esfera pública o privada, y en las agendas de la izquierda.
Sedgwick es posterior y, aunque la herencia del movimiento feminista anglosajón es palpable en toda su obra, dedicó su gran libro a inspeccionar esos mecanismos de silenciamiento a los que son sometidos los grandes autores LBTB y literatos anglosajones a través de pactos de silencio, en todo el mundo.
En su a ratos divertido, a ratos denso y a ratos lúcido e irónico “Epistemología del armario” desmonta con humor devastador uno a uno todos los argumentos hoy vigentes sobre el secreto, el silencio y su estructuración bajo formas de poder heterosexista.
La resistencia ancestral a leer a gente como Proust, James, Colette, Shakespeare, Woolf, Melville o incluso Wilde, sin tener en cuenta las corrientes homoeróticas de sus textos pone de relieve el carácter heterocentrado y patriarcal de algunos sectores amplios del mundo de las letras o la academia.
También reivindica un espacio para minorías poco consideradas hasta entonces y como hizo Lorde cuenta con detalle la dolorosa experiencia de un cáncer de mama propio, igual que la enfermedad de uno de sus colegas a causa del VIH en su último libro “Tendencies”, (imposible de encontrar en castellano a pesar de su valor teórico-práctico) y de la muerte de su autora. Ambas experiencias y enfermedades que van ligadas, de un modo u otro, a vivencias corporales y de sexo/género extremas y con vagas connotaciones sociales que ella sabe poner en evidencia.
Como puso en evidencia a los progres profes de literatura del “Qué mas da si era gay o lesbiana o no” o “No hace falta saberlo” "Es irrelevante" destapando su oportunismo y su verdadera ideología heterosexista. Segdwick no temía a los inquisidores de la academia que despertaron de su letargo cuando publicó su ensayo literario “Jane Austen y la niña masturbadora”. Solo el título puso a la derecha religiosa y/o universitaria convencional en guardia. Los que habían ignorado su prosa afilada, si les que alguna vez llegaron a leerla, y su influencia en el campo de los estudios no solo feministas sino también LGTB y sobre las nuevas masculinidades, rompieron su silencio para pedir explicaciones por semejante título y lo que se podía contar. La academia y lo queer empezaban a hablar dos lenguajes distintos.
Para acabar esto de forma contemporánea bastan
unos versos de Adrienne Rich
El dolor la convirtió en conservadora
Allí donde un fosforo toco su carne ostenta su cicatriz
Los doctores acaban las vacaciones en sus lujosos yates
Contemplando hermosas buceadoras
La policía llega al alba
como llegan la muerte y el nacer
Todo acto de tomar conciencia
dice este libro
es Contra-Natura
LIBROS DE ESTAS AUTORAS
TRADUCIDOS AL CASTELLANO
-Sobre
mentiras, secretos y silencios (Adrienne Rich) (Editorai Horas y Horas)
-Sangre,
pan y poesía (Adrienne Rich) (Editorial Icaria)
-Epistemología
del armario (de Eve Kosofsky Segdwick) (La Tempestad)
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