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domingo, 12 de abril de 2015

En Burgos el nepotismo es un deporte



Por Basilio el Bagauda


A lo largo de estos 37 años de democracia de baja intensidad hemos heredado como sociedad maltrecha los peores vicios de la Dictadura y los hemos repetido hasta la náusea por parte de una clase trabajadora en su mayor parte adormecida y que buscaba única y exclusivamente imitar la forma de vida y los valores inyectados desde niños a través de la escuela y de la televisión de las clases más acomodadas.

Se trataba de que todos aspiráramos a tener una propiedad inmobiliaria, al menos unas vacaciones al país más lejano posible para poder contárselo a los amigos y hacer morir de envidia a los vecinos, al menos un coche nuevo cuya potencia y comodidad fuera creciendo de compra en compra, y todos los caprichos tecnológicos de última tendencia, que hay que estar a la moda. Mientras esto sucedía, muchos trabajadores hacían dinero especulando a golpe de compra y venta y emulando a “los botines” y "los aliertas”, y otros se endeudaban ante la pérdida de poder adquisitivo vía salarios y la seguridad de que la fiesta del crédito eterno nunca terminaría.

Burgos, nuestra ciudad, no es sólo un ejemplo de este fenómeno sociológico que o mucho cambiamos o repetiremos una y mil veces, sino que se trata de un alumno aventajado, el paradigma de una sociedad en la que ha imperado la mercantilización de los espacios públicos y de los derechos básicos, la especulación, el clientelismo y en última instancia la corrupción generalizada

No podía ser de otra manera cuando en una misma ciudad allá por los años 60 se unieron los valores morales autoritarios y jerárquicos de las élites vencedoras de la Guerra Civil impuestos a los vencidos, la creación de un Polo de desarrollo muy potente que atrajo una gran cantidad de inversiones captadas por esas élites y un sinfín de trabajadores expulsados de las pobres zonas rurales, “hijos del silencio acumulado por un ejército de hombres derrotado”, dispuestos a competir entre ellos sin importar los medios para superar su maltratada condición proletaria y convertirse en el orgullo de sus mayores. Evidentemente no todos entraron en ese juego pero sí una mayoría suficiente como para convertirse en meras correas de transmisión de los valores de las élites.

De esa manera sorda y permanente la filosofía del “todo vale se introdujo en nuestros tuétanos y se instaló en nuestros genes como si de una mortal radiación se tratara…

Ya hemos glosado, y seguiremos haciéndolo, una y mil tropelías cometidas o consentidas por las élites económicas, políticas y sindicales en nuestros lares contra todo aquello que formamos y compartimos en común. Pero si me gustaría que lo que en los próximos días desvelaremos no caiga en saco roto y que en esta ciudad comience a funcionar la Administración de Justicia si no quieren que la sociedad civil sea quien la acabe haciendo por su cuenta

En épocas como la que a travesamos de escasez y de mengua no podemos ni debemos aceptar que nadie sea más que nadie, que la cobardía nos silencie y que la sangre no se amontone en las venas al leer estas páginas. Es en última instancia una cuestión de salud pública no sólo la denuncia de todos los hechos deplorables cometidos por los saqueadores de lo público, sino también la eliminación de estos comportamientos que no deben de formar parte de la nueva moral pública que debemos y tenemos que construir si queremos que todo cambie.

Por poner ejemplos cercanos a nuestra memoria y a la actualidad el Tribunal de Cuentas, Diputaciones Provinciales como la de León o la de Orense, Ayuntamientos como el de Madrid o el de Vigo, Universidades como la “Rey Juan Carlos” y muchas más instituciones en toda España tienen un clarísimo denominador común: el nepotismo, por bandera.

Esa pequeña manía que tienen aquellos que alcanzan cotas de poder lo suficientemente importantes como para tener al alcance de su mano la posibilidad de manejar dinero público y acabar contratando siempre a familiares más o menos cercanos. La podredumbre del país es tal que el españolísimo “enchufe” se ha convertido en una mera anécdota que produce jocosidad en la mayoría y mucha “mala hostia” en unos cuantos que parecen no haberse curado de espanto.

Pero la realidad es que esta gestión del personal en los servicios públicos no es más que una estrategia premeditada por quienes no creen realmente en el bien común pero que para la desgracia de muchos de nosotros lo dirigen hasta el colapso y la desaparición.

Sus principales consecuencias son: la precarización del trabajo y, por tanto, el ataque a la dignidad del trabajador; la cada vez mayor falta de profesionalidad de los contratados, puesto que en muchos casos ni el mérito ni la capacidad son medidos, conduciendo al destrozo en la calidad de los servicios; la institución de la arbitrariedad como norma de conducta entre los jefes, lo que lleva a unos trabajadores al miedo y a otros al clientelismo, reduciendo en última instancia su voluntad y sus energías para mejorar en su trabajo y con ello el servicio público; la imposibilidad de corregir irregularidades o graves errores de gestión, cuando no delitos, por el tráfico de favores creados en el entorno cómplice de los beneficiados y la represión y la animosidad contra los “díscolos” que suelen ser los empleados fijos; y por último y como resultado final de todo ello la demostración del mal resultado de la gestión pública para su posterior privatización.

Todo esto es lo que está ocurriendo en el Servicio Municipalizado de Deportes y de ello daremos cuenta en breve…




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2 comentarios:

  1. No puedo estar màs de acuerdo con este magnífico artículo. Debería estar incluído en el ideario de todo aquel que aspire a una responsabilidad política. Curas, militares, mafias y familias corruptas, han tejido una ciudad peligrosa para que germine la democracia. Felicidades a Burgosdijital por tener en su esencia periodistas tan inmensos.

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  2. la mujer del concejal Angel Ibáñez, el viernes resultó agraciada con una plaza de auxiliar administrativo en la UBU, en la q ya trabajaba como interina

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