Por Eduardo Nabal
Creo que no es momento sociopolítico para ahondar en divisiones. Ni de más fricciones de las que ya existen. Como si no estuviéramos hartas las formaciones políticas hacen gala de su oportunismo opinando sobre el colectivo LGTB, haciéndose fotos o deshaciendo promesas. El Tribunal de Justicia Europeo ha dicho que no tenemos la sangre (¿azul?) adecuada para un continente sumido en el miedo y la eurocracia.
Creo que no es momento sociopolítico para ahondar en divisiones. Ni de más fricciones de las que ya existen. Como si no estuviéramos hartas las formaciones políticas hacen gala de su oportunismo opinando sobre el colectivo LGTB, haciéndose fotos o deshaciendo promesas. El Tribunal de Justicia Europeo ha dicho que no tenemos la sangre (¿azul?) adecuada para un continente sumido en el miedo y la eurocracia.
Este rescate de bancos
y políticos corruptos ha traído consigo el espejismo de la crisis y se ha
optado por señalar a las todavía llamadas minorías como chivos expiatorios de
ansiedades varias. Así el aumento de declaraciones homófobas, agresiones,
involucionismo educativo, reforzamiento de los roles de género así como los
recortes en cultura y sanidad afectan de un modo "sangrante" al
colectivo LGTB cuando el miedo toma forma de populismos o de resistencia a
cambios sociales progresistas.
No quiero señalar a
nadie pero es evidente que los partidos que han gobernado en este país no han
hecho, en el mejor de los casos, más que lo justito por el colectivo LGTB.
Ahora ya ni eso. Como decía una chica de la TRANSMA de Sol "No nos gusta
lo que hay". Cualquier propuesta nueva es bienvenida. Pero parece que
todavía tenemos que seguir soportando toda clase de vejaciones de unos y paternalismo de otros/as.
En una ciudad como
Burgos no nos podemos permitir ahondar en divisiones lo que no quiere decir que
nos arrimemos a los que mas prometen sino que lo primero es quitar a los que
nos gobiernan de muchas formas autoritarias porque una sociedad asustada puede
volverse solidaria (como ocurrió el 15-M o ha ocurrido en Gamonal o el la
Transma de Sol) o especialmente insolidaria y llena de fobias raciales,
sexuales, hetero-patriarcales, competitividad y ansiedades.
Esos avances de los
que presume el PSOE han sido siempre los justitos para no plantar cara a nadie,
y menos a la ultra reaccionaria Iglesia católica que todavía sigue haciendo de
las suyas en distintos espectros políticos y organizaciones, sin excepción.
En Burgos se
subvenciona la tontería y rara vez la inteligencia tal vez por eso los gays,
lesbianas, transexuales y bisexuales deberíamos dar un paso más que el lógico
exilio a las grandes ciudades.
Ni la izquierda
moderada o llámese centrista ni mucho
menos los que nos gobiernan a base de sustos, abusos policiales, declaraciones
insultantes y falta de políticas dirigidas a las personas LGTB deberíamos
pensarlo mucho antes de permitir que los de siempre sigan arriba, como una
estatua más de la ciudad.
Vivimos un momento
histórico en el que es más importante el resultado de un mundial de futbol que
un resultado electoral, pero eso no nos debe cegar y arrimarnos al árbol que
más nos cobije porque no son tiempos ni para divisiones ni para concesiones
facilonas.
El día 17 de Mayo es
el Día Internacional Contra LGTBfobia.
Se conmemora que la OMS nos borró (en parte) de su catálogo de enfermos
mentales. Pero la sociedad española no nos ha borrado de un subconsciente
maleado, manipulable, políticamente analfabeto y socialmente corto-placista.
Por eso muchas
personas (feministas, inmigrantes, transexuales etc) se han alejado de
partidos y sindicatos. Porque el escaso
cuestionamiento de género de sus debates y porque la orientación de sus luchas resulta casi siempre desalentador,
aunque ha mejorado de un tiempo a esta parte gracias a la labor de muchos que
no salen en la foto.
Ponemos nuestra
esperanza en l@s jóvenes LGTB sin pelos en la lengua, que ya no se dejan engañar
tan fácilmente. Al control de los medios de producción le sigue el expolio y el
control de los medios de comunicación. Ante eso el colectivo LGTB debe apostar
por políticas de progreso sin permitir que solo nos contemplen en vísperas de
elecciones mientras las ofensas reales y simbólicas se multiplican en este y
otros países de nuestro entorno.
Los avances son indiscutibles pero también ciertos retrocesos e inmovilismo en ciudades gobernadas por oligarquías caciquiles o donde la Iglesia está en todas partes. Una nueva juventud ha ido surgiendo y su voz manifiesta su descontento tanto contra la intolerancia de la derecha que nos gobierna como con la tolerancia represiva de la socialdemocracia.
Puede que las apuestas revolucionarias suenen trasnochadas pero es tiempo de articular resistencias inteligentes ante el panorama social y es mejor que ahondar en divisiones.
En este sentido nuestra independencia es importante pero tampoco debemos olvidar nuestra historia, porque corremos el riesgo de que ocurran cosas como la Francia de Le Pen o la Alemania de los mercados, también el varonil gobierno de Grecia que debería ajustarse a los tiempos y la coherencia social. No se si seguimos estando solos en esta lucha solo se que sin tremendismos debemos hacer que la lucha contra la LGTB fobia pase por cuestionar la heterosexualidad como norma social vigente que nos oprime o invisibiliza.
Es tiempo de cuestionar la institución heterosexual que está detrás de todos los partidos o sindicatos, que también habita en la atmosfera. La apuesta de la cultura por la izquierda es lógica, la nuestra debería serlo.
El problema es ¿apuestan ellos por nosotros?. Vivimos un tiempo en el todos parecen dispuestos a guiñarnos el ojo lo que no necesariamente significa compromiso pero tampoco debemos olvidar la sociedad en la que vivimos, de donde venimos ni las posibilidades de cambio más allá de lo superfluo.
Recomendado:
Opus Dei y homofobia
Los avances son indiscutibles pero también ciertos retrocesos e inmovilismo en ciudades gobernadas por oligarquías caciquiles o donde la Iglesia está en todas partes. Una nueva juventud ha ido surgiendo y su voz manifiesta su descontento tanto contra la intolerancia de la derecha que nos gobierna como con la tolerancia represiva de la socialdemocracia.
Puede que las apuestas revolucionarias suenen trasnochadas pero es tiempo de articular resistencias inteligentes ante el panorama social y es mejor que ahondar en divisiones.
En este sentido nuestra independencia es importante pero tampoco debemos olvidar nuestra historia, porque corremos el riesgo de que ocurran cosas como la Francia de Le Pen o la Alemania de los mercados, también el varonil gobierno de Grecia que debería ajustarse a los tiempos y la coherencia social. No se si seguimos estando solos en esta lucha solo se que sin tremendismos debemos hacer que la lucha contra la LGTB fobia pase por cuestionar la heterosexualidad como norma social vigente que nos oprime o invisibiliza.
Es tiempo de cuestionar la institución heterosexual que está detrás de todos los partidos o sindicatos, que también habita en la atmosfera. La apuesta de la cultura por la izquierda es lógica, la nuestra debería serlo.
El problema es ¿apuestan ellos por nosotros?. Vivimos un tiempo en el todos parecen dispuestos a guiñarnos el ojo lo que no necesariamente significa compromiso pero tampoco debemos olvidar la sociedad en la que vivimos, de donde venimos ni las posibilidades de cambio más allá de lo superfluo.
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