Pruebas externas, pruebas de nivel, informes PISA, informes
europeos, exámenes y más exámenes, burocracia… Cualquier diría que el sistema
educativo español se ha convertido en una sucursal de alguna empresa de
papelería. Los papeles desbordan. Todo para erradicar el supuesto fracaso
escolar al que nos conduce nuestro sistema educativo.
Y bien, ¿realmente la solución para nuestra Educación son
los papeles? Cuando se habla de educación, todo el mundo parece ser experto.
Como todos hemos ido al colegio, pues creemos entender perfectamente todo y
conocer las soluciones. Que los profesores trabajen más, dicen algunos; que los
alumnos pasen más exámenes, dicen otros; copiemos a Finlandia, añaden los más
modernos que piensan que lo de fuera siempre es mejor… Pues si copiamos a
Finlandia en su sistema educativo, copiémosles en su jornada laboral, en sus
sueldos… Ah, no; que eso no mola. Es mejor echar mierda sobre los hombros de
los docentes y de los alumnos, que son unos fracasados todos. ¡Bueno!, y encima
no tenemos ninguna universidad entre las mejores del mundo… Qué fuerte. Si no
fuera porque he tenido la oportunidad de comparar recientemente los conocimientos
de alumnos de 11 años franceses y españoles en matemáticas, inglés, etc.
pensaría que es cierto eso de que “somos lo peor”. Pero resulta que en la
comparación, salen mejor parados los nuestros. ¡Sorpresa!
Es cierto que los resultados PISA (diseñados por la OCDE,
aspecto que desgranaremos en una próxima entrada) no son muy halagüeños. Pero ¿es que se puede evaluar por igual a todos los países? ¿O acaso evaluamos por
igual a todos nuestros representantes políticos? Ejem…
Que nuestros alumnos no
saquen los mismos resultados que otros niños extranjeros no quiere decir que
sean unos inútiles. Eso lo primero. Y que nuestra educación escolar gire en
torno a tener que pasar unas pruebas específicas tampoco quiere decir que el fracaso escolar vaya a desaparecer. Dotemos a los centros
de los recursos que se han reducido con los recortes del PP. Facilitemos la
intervención temprana en los alumnos con mayores dificultades. Destinemos
mayores recursos materiales y personales a las comunidades donde hay más
problemas. Hagamos de nuestro sistema educativo un sistema más flexible,
operativo y moderno –pedagógicamente hablando, no me refiero a las tecnologías
precisamente-, en lugar de convertirlo en algo cada vez más burocrático, lento
y pesado.
Aunque…espera. Igual tienen razón. Quizá el sistema
educativo español sea malo. Porque si algo nos dice que falla, es que nuestro
ministro de Educación se llame José Ignacio Wert; que la Secretaria de Estado
de Educación (por poco tiempo, porque a finales de este mes se va a la OCDE, como secretaria general adjunta de Educación) se llame Montserrat Gomendio y que el presidente del gobierno –que
no entiende su propia letra...- se llame Mariano Rajoy.
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