Fue un sábado –
8 de julio de 2015 – Hace 37 años
El joven Germán
Rodríguez caía asesinado el 8 de julio de 1978 en Pamplona.
Relato de los hechos
Al finalizar la tradicional corrida
sanferminera, tras haberse desplegado una pancarta en los tendidos de la plaza,
amparándose en esa excusa (“politizan la fiesta”, dijeron), una compañía de policías
“antidisturbios” (compañía de la
policía fascista) entró en el ruedo pamplonés. A sangre y fuego, cargando
contra los ciudadanos que se disponían a salir del tendido, disparando a
discreción y arrollando a cualquiera que se les pusiese por delante.
Se iniciaron tras la irrupción de la Policía
Armada en la plaza de toros de Pamplona, donde había 20.000 personas. La
intervención había sido precedida porque en la bajada tradicional de las peñas
al ruedo, al finalizar la corrida hacia las 20:45horas, un grupo de personas
portaba una pancarta a favor de la amnistía, produciéndose protestas desde otro
sector, llevando a enfrentamientos verbales y alguno físico.
Entraron entonces unos cuarenta agentes de la
policía, conocidos entonces como "grises" por su indumentaria,
con material antidisturbios y con el comisario de la Policía de Pamplona, Miguel Rubio.
Se utilizó indiscriminadamente abundante material
antidisturbios, con disparos de pelotas de goma y botes de gases lacrimógenos
contra los jóvenes que estaban en la arena así como contra los que estaban en
las gradas. Parte del público salió por el patio de caballos y otros se
refugiaron en los pasillos del interior, mientras que otro sector tiraba
objetos a los miembros policiales. Estos respondieron con fuego real que
produjo siete heridos de bala, del total de 55 heridos que fueron atendidos en
la enfermería de la plaza.
Unos quince minutos después de iniciarse los
incidentes, hacia las 21.00 horas, otro grupo de unos 40 agentes entró por el
patio de caballos que, utilizando también sus armas de fuego, llegó al interior
de la plaza. Mientras tanto, un grupo de personas escapaba de la plaza oculto
en un camión frigorífico, que se utiliza para trasladar la carne de los toros.
Con respecto al inicio de los incidentes, una “comisión
de investigación”, creada por las peñas y en la que formaba parte el
abogado Ángel Ruiz de Erenchun, tras recoger numerosas pruebas, proporcionó el
siguiente informe:
“Tras el último toro, el noveno de los que habían
aparecido en el ruedo, alrededor de cincuenta personas bajaron desde el tendido
seis al ruedo, en donde desplegaron una pancarta verde en la que con letras
blancas se leía: “AMNISTÍA TOTAL PRESOAK KALERA. SAN FERMÍN SIN PRESOS”. Desde
ese mismo tendido, y una vez extendida la pancarta, comenzaron a dar una vuelta
al ruedo mientras en los tendidos las opiniones se dividían. Unos aplaudían y
otros silbaban.
Hacia la mitad del tendido 3, una persona sin
identificar, de unos 45-50 años, comenzó a insultar a los que estaban en el
ruedo mientras diversas personas de su alrededor tiraban a la arena varias
almohadillas y alguna botella vacía de champagne. La reacción de los que
estaban en el ruedo -alrededor de cien personas- fue inmediata. Un grupo subió
hasta el tendido intercambiando con los que les habían arrojado las
almohadillas y botellas, golpes e insultos. Sin que la bronca hubiera
terminado, el público de la plaza comenzó a gritar, de forma casi unánime:
¡San Fermín!, ¡San Fermín!
Cuando parecía que volvía la calma, los txikis de las peñas entraron por el
callejón, nada más abrirse la puerta, con sus charangas y pancartas.
Inmediatamente detrás y a escasos segundos, irrumpían violentamente unos 40
miembros de la policía armada, con dotación de material antidisturbios, junto
con D. Miguel Rubio, comisario jefe de Pamplona. En los primeros momentos se
pudo ver como Rubio daba órdenes de cargar contra los mozos que estaban en la
arena, y en consecuencia los miembros de la policía armada, que eran de la
dotación de Pamplona, iniciaron una carga violenta con empleo de abundantes
disparos de pelotas de goma y botes de humo, y golpeando con las porras.”
Los
altercados se extendieron rápidamente por toda la ciudad, convirtiéndose en un
auténtico campo de batalla urbano y llegando las barricadas a las cercanías del
Gobierno Civil.
El Gobernador Civil Ignacio
Llano convocó a los representantes sindicales, políticos y a representantes
de las peñas para intentar apaciguar la situación, sin lograrlo.
La policía
siguió utilizando sus armas de fuego en forma de ráfagas de metralleta y en la
calle Roncesvalles, hacia las 22:15, resultó muerto Germán Rodríguez de un tiro en la cabeza, concretamente en la
frente.
Tres
jóvenes que vieron cómo caía lo trasladaron al hospital junto a otro herido de
bala, aunque allí no pudieron hacer nada por salvar su vida. En ese lugar se
encontraron 35 impactos de bala.
Posteriormente
se contabilizaron más de 150 heridos, de ellos once con heridas de bala. Según Rodolfo Martín Villa, ministro del
Interior en aquel momento, solo en seis horas y en la zona del centro de
Pamplona se hicieron 7.000 disparos de material antidisturbios y 130 disparos
de bala.
El
grado de violencia empleado quedó reflejado en las órdenes que se daban desde
la central a los policías por radio, y que fueron grabadas:
“Preparad todas las bocachas y tirad con todas
las energías y lo más fuerte que podáis. No os importe matar.”
Comandante Fernando
Ávila Muñoz (miembro de Fuerza Nueva)
Las
imágenes que TVE grabó en la plaza de toros fueron emitidas en una sola ocasión
el 9 de julio, desapareciendo posteriormente de los archivos. Estas imágenes
han sido recuperadas de una televisión francófona por los autores del
documental “Sanfermines 78”, de Juan
Gautier y José Ángel Jiménez, en 2005.
Las
protestas se extendieron por todo el País Vasco y Navarra los días siguientes,
muriendo por disparos de la policía en San Sebastián el joven José Ignacio Barandiaran, el 11 de
julio. Las autoridades españolas siempre han sostenido que fue un error, por lo
que el gobernador civil Ignacio Llano Cifuentes fue cesado y los mandos policiales
(comandante Fernando Ávila Muñoz, (miembro de Fuerza Nueva) y el comisario Miguel Rubio Rubio) fueron trasladados. Rodolfo Martín Villa en la rueda de prensa realizada en televisión
en referencia a estos acontecimientos comparándolos a las acciones de ETA dijo:
“Al fin y al cabo lo nuestro serán errores, pero
lo otro son crímenes”
Rodolfo
Martín Villa, recogido de TVE en "Sanfermines 78"
A mí se me ocurre otra diferencia. La bala que
mató a Germán Rodríguez fue financiada con los impuestos que pagamos todos los
españoles y de los que ha estado cobrando Martín Villa desde que tenía 28 años.
No parece que le cargue de razón compararse con una banda terrorista cuando él
representa al Estado de Derecho. Y además tienes al mando de los fuerzas del
“orden” a un militante de un grupo fascista con varíos crímenes a sus espaldas
sin resolver.
El que
era gobernador civil Ignacio Llano
Cifuentes, afirma que cesó al comandante Fernando Ávila Muñoz de
forma inminente y que el mismo presentó la dimisión, aunque el ministro del
interior dijera que le había cesado. Por otra parte la comisión de
investigación planteó una querella contra el comisario Miguel Rubio Rubio.
Los heridos de bala en Pamplona fueron:
- Ricardo Azcona Latasa,
herido de bala en la rodilla izquierda.
- Fermín Ilundáin,
herido de bala en sedal en el brazo.
- Philippe Bidegain,
herido de bala en la columna.
- 2
heridos en la Clínica Universitaria, uno de ellos con entrada y salida de
bala en el muslo. No dieron los nombres
- José Ramón Vélez
Mendizábal, perforación doble de estómago y otra
perforación doble de yeyuno que afecta al páncreas.
- Javier Arteta Pascual,
herido de bala en mano izquierda.
- Jesús Mª Ibarrola Baranda,
herido de bala en la región inguinal.
- Miguel Fdez. Díaz de Cerio,
herido de bala en el tórax.
- Tomás Saso Clemente,
herido de bala en la región glútea.
- Jesús García Martínez,
herido de bala en el brazo con fractura de húmero.
Los
hechos fueron finalmente archivados sin juicio.
CONTESTO HISTÓRICO DE LOS HECHOS
En un contexto de continuos atentados de
ETA y protestas violentas por parte de grupos de extrema derecha, el día 10 de
Mayo de 1978, algunos ultras trataron sin éxito de asaltar la sede de LKI, en
el número 31 de la calle Zapatería.
Los enfrentamientos con jóvenes de la
órbita abertzale no se hicieron esperar. En la refriega, Juan Antonio Eseverri
Chávarri, de 54 años, guardia civil de que vestía de paisano, pero reconocido por los
manifestantes abertzales, recibió cuatro
cuchilladas que lo dejaron al borde la muerte en la calle Chapitela.
La policía
detuvo a 52 personas que pasaron la noche en comisaría.
Días después 5 personas
son procesadas. Juan Antonio Eseverri muere siete días después de la agresión.
Familiares y amigos de los arrestados
visitaron al gobernador civil, Ignacio
Llano Cifuentes, y al presidente de la Audiencia Territorial de Pamplona
para pedirles que agilizasen la instrucción del caso.
El 25 de junio, sábado,
representantes de las peñas se encerraron en el ayuntamiento para denunciar la
situación de los detenidos.
La clausura concluyó el domingo 26. El comunicado
que distribuyeron durante el encierro terminaba de forma muy explícita:
“Si estamos aquí encerrados es para
exigir la libertad inmediata de todos los presos, y así, entre todos, lograr el
ambiente más propicio de cara a las próximas fiestas de San Fermín.”
El 3 de julio, familiares y amigos de los
presos tomaron el relevo y se recluyeron en la segunda planta de la casa
consistorial. Algunos concejales hicieron gestiones para que saliesen, pero fue
en vano.
Y así llegó el día 6. Una pancarta con la leyenda “Para San Fermín todos en casa” cruzaba la fachada municipal durante el
chupinazo.
REFLEXIONES EN VOZ ALTA
Los enfrentamientos con las fuerzas policiales prosiguieron fuera de la
plaza. Alrededor de cien ciudadanos fueron heridos, once de ellos de bala. Los
sanfermines se suspendieron. Posteriormente el día 11 murió asesinado el joven José Ignacio Barandiaran, en una
manifestación de protesta por los hechos, en San Sebastián.
Nunca se ha sabido quién dio la orden de entrar en la plaza a balazo fácil
ni, desde luego, qué policía mató a Germán
Rodríguez. Se inició, dicen, una investigación. Nunca dio resultados. La
oscuridad y el olvido fueron sus normas. Nadie fue castigado por los hechos, ni
los mandos policiales, ni el gobernador civil de la provincia, ni los cargos
políticos a nivel nacional.
El asesinato del joven Germán
Rodríguez sigue siendo todavía un crimen impune que no es considerado, como
parece normal en un “Estado de derecho”, un acto de terrorismo de Estado.
Cuando el Estado burgués-capitalista mata, lo hace por el bien de los
asesinados. Así de crudo.
El ministro del interior, el entonces dirigente político de la UCD, antiguo
gobernador civil franquista de amplio, temible y viejo currículo, era entonces
el señor Rodolfo Martín Villa, el
mismo ciudadano que años después dirigió una corporación eléctrica
multinacional, el mismo que ostentó, con exquisitos modales, la presidencia de
Sogecable.
Sogecable fue parte del holding de PRISA, la editora de El País, una publicación que ha
formado culturalmente, o cuanto menos ha influido ideológica y políticamente durante
más de veinte años a las élites de este país.
El señor Martín Villa, el ex presidente de Sogecable, ex ministro del
interior, el ex gobernador civil franquista y ex presidente de una corporación
eléctrica, jamás pidió disculpas por lo sucedido. Ni pensó en ello seguramente.
Entraron, dispararon, asesinaron y se fueron a dormir tranquilamente. Sin
perdón, sin piedad, a sangre fría. Todo en nombre de una modélica transición —
transacción diría yo—, muy propia de los mercaderes modernos.
Este señor presidente se asomaba de cuando en cuando a una tertulia de la
cadena SER —ya definitivamente sometida a los amos del medio — en la que solía
intervenir el señor Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE. Lo hacía
para felicitarle y para mostrarle su amistad y agradecimiento (en este caso
Roma si paga a los traidores) No sólo eso. Cuando cumplió su nonagésimo
aniversario fue él, según dicen, el señor ex ministro en tiempos del asesinato
de Germán Rodríguez, quien organizó una fiesta de homenaje y cumpleaños.
Esta sinrazón política, este disparate histórico, esta abyección
inimaginable, este entreguismo sin límite ni mesura, suele ser visto, leído y
voceado como un ejemplo positivo de conciliación política, en aras de una
concordia que no existe.
La cara amable y modélica de la transición política
monárquica. Llamar bondad a la rendición, al ocultamiento, a la mentira, al
haber ejercido mando en plaza sin temblor en las manos ni en el alma, a eso se
le llama veracidad y avance social.
Mientras no consigamos que la crónica histórica que la ciudadanía haga suya
descalifique por razones y sentimientos de peso y justicia esos comportamientos
truculentos, estos asesinatos impunes, esas conversiones sin conversión, esos
respetados presidentes que jamás han renunciado a su oscurísimo pasado fascista,
esas entregas políticas suicidas en aras a la denominada razón de Estado,
vendidas y presentadas —con las lágrimas de rigor — como ejemplo de patriotismo
y generosidad, mientras no consigamos, digo, que la ignominia sea considerada ignominia, el terrorismo de Estado, terrorismo, el asesinato policial, asesinato, todo seguirá estando
perdido. En tu memoria Germán.
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