Por María Rejas Redondo
Licenciada en Historia del Arte.
¡Burgos como nunca se ha visto!
Del 11 al 30 de septiembre llega a Burgos, a la sala de
exposiciones del Monasterio de San Agustín, la obra de Luis Valpuesta.
Burgalés de origen, nació en Caracas en 1952, dónde sus
padres emigraron. Ahora vuelve a Burgos, con una ambiciosa y fantástica
exposición, que quiere ser un homenaje a la ciudad de Burgos y su provincia, a
sus rincones , sus paisajes y su patrimonio que el artista tan bien
conoce.
Desde 1992 Luis reside en España
y Burgos y sus pueblos son su casa, que él ha ido redescubriendo, recuperando y
desarrollando un camino pictórico que parece culminar en esta exposición.
El lenguaje pictórico de Luis se ha forjado en esos
paralelos del trópico de su Caracas natal. Las características de sus obras: la
brillantez de la luz, la fuerza del color y la vibración de las formas. Y todo
ello sublimando lo cotidiano y homenajeando lo sencillo.
De manera siempre autodidacta, comienza desde su época
escolar su afición por el dibujo y la pintura, que le lleva a formar el equipo
de escenografía del colegio, más tarde profesor de dibujo técnico y posteriormente
trabaja como diseñador gráfico. Luis Valpuesta nos brinda esta sabiduría
aprendida, y es que un aspecto que cabe destacar en su producción, es el siempre
interés vivo de conectar con el espectador.
La conversación con el que observa.
Valpuesta ha desarrollado su vida profesional relacionada con la docencia, el
marketing y las nuevas tecnologías persiguiendo ese diálogo visual. Su obra
gráfica ha servido en muchas ocasiones, para realizar campañas de formación o
publicidad, de ámbito nacional.
Luis Valpuesta nos brinda en esta exposición, una visión
única y sorprendente de la ciudad de sus orígenes, porque Burgos está en el
corazón de toda su producción artística, principalmente desarrollada en
acrílico. Los acrílicos de Luis, son un
estudio de color y percepción del mismo, herencia de los impresionistas. La
temática de sus obras, que buscan en lo cotidiano, en los paisajes cercanos, o
en las raíces -de nuevo hay que destacar
su brillante y vivificante visión de Burgos- se entroncan también con los artistas
de la segunda mitad del siglo XIX.
Luis trasciende esta influencia y herencia
impresionistas, e incorpora la vibración de las formas compositivas que aportan
la energía y el movimiento de la pincelada de los posimpresionistas.
El
recuerdo y la presencia en las obras, del juego y la alegría de vivir conectan
con los principios artísticos de la vanguardia.
“Todo aspecto
debe su existencia a la luminosidad y al color” dijo Rudolph Arnheim. Valpuesta hace suyas estas
palabras en sus obras, dónde consigue que las cosas sean, llenas de luz y
color.
Mis palabras ahora se me antojan escasas,
este septiembre construyan las suyas propias disfrutando las obras de Luis
Valpuesta, empapándose de su propuesta de color y luz.
Obras de una cualidad poderosamente vivificadora, que lejos de toda oscuridad, son enérgicamente necesarias.
Obras de una cualidad poderosamente vivificadora, que lejos de toda oscuridad, son enérgicamente necesarias.
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