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martes, 10 de noviembre de 2015

Catalunya ¿Monarquía española o República catalana?



Por Acacio Puig

El debate celebrado el 9 de noviembre en el Parlament de Catalunya tiene la enorme trascendencia de clausurar un  histórico baile de máscaras y abrir puertas a lo importante. De modo que lo urgente es poner sordina al histérico trompeteo que identifica “desconexión” y  Apocalipsis y hacer caso omiso al carnaval mediático, los titulares escorbúticos y las argumentaciones de camorristas de taberna afectos al régimen del 78, a su Constitución y a la Corona para pasar a organizar apoyos y solidaridades con el proceso independentista abierto.

Hay momentos políticos en que los matices estorban, la conciliación es cortina de humo y es bueno recuperar  el denostado “trazo grueso” porque separa el grano de la  paja. Este es uno de esos momentos y exige encarar las circunstancias, porque en definitiva, la disyuntiva votada y aprobada es esta: En Catalunya… ¿Monarquía española o República Catalana? Pues claro que sí: ¡República Catalana!

Con la Monarquía Española están los beneficiarios de la transición, es decir los neofranquistas del PP y sus sobrinos  de C’s  que nunca asumirán la barbarie del alzamiento militar fascista que junto al genocidio,  esclavizó  económica, política y culturalmente durante 40 años, a la inmensa mayoría en beneficio de su dominio y corruptelas y después,  permanentizó -con la transición pactada- otros 40 años más de subdesarrollo de gentes y pueblos, mediante  nuevos expolios encubiertos como  las recurrentes “crisis”.  
Están también los aparatos políticos socialdemócratas, que surgidos de la nada tras su profunda reconversión en la década de los 60 del pasado siglo, se encaramaron a espacios de poder asumiendo el lampedusiano “que todo cambie para que todo siga inalterable”…esa “involución tranquila” de la que han obtenido tantas prebendas y pasarelas aunque  ya infectadas de progresivo declive.

En medio quedan los tibios, quienes (¡a buenas horas, mangas verdes!) siguen -o comienzan- difundiendo “el derecho de las naciones sin estado a la autodeterminación”. En Catalunya ya lo han pagado electoralmente a pesar de la alianza “pot”  y ahora se quejan del procedimiento empleado por Junts y la CUP  por que no cubrieron el protocolo de consultarles. Debieran preguntarse ¿para qué iban a hacerlo, conociendo la respuesta?

Resulta de un cinismo extremo el recurso de los grandes perdedores de las elecciones catalanas (PSC-PP) a recordar “el fracaso de plebiscito” para poner en cuestión en consecuencia, la legitimidad  del nuevo poder legislativo catalán. ¡Ahora recuerdan “sus señorías” que la soberanía reside en el pueblo y no “en las mayorías absolutas”!
No lo han tenido nunca en cuenta hasta hoy.
No, cuando pactaron el continuismo franquista con la Ley de Amnistía-punto final y la constitución monárquica y centralista. Tampoco cuando se desmanteló la siderurgia, naval y extractivas… contestadas por grandes movilizaciones sociales (Ah! Señor González). Menos aún consideraron el escaso margen obtenido por los vencedores en el “referéndum” sobre la OTAN que no hizo temblar el pulso a la hora de la plena incorporación a la estrategia de destrucción y el derroche en gastos militares. 
Qué decir de la concepción patrimonial de los bienes comunes y los servicios públicos, de la que han hecho gala  sucesivos gobiernos de los dos signos (privatizaciones del sector público, participación en guerras de agresión como Irak, Afganistán, contrarreformas laborales sucesivas, endeudamiento especulativo y reforma constitucional al dictado de la troika… rescates a fondo perdido de la banca…). 
En todos esos casos, que ilustran el calvario social de la mayoría, esas señorías nunca dudaron de su derecho a disponer de lo que solo debían “administrar”. Su derecho, apuntalado por mayorías absolutas, pactos o coaliciones no ha conocido freno. Pero ahora…se horrorizan ante lo que llaman “ruptura catalana con la democracia española” y piden “Firmeza ante la insurgencia” (como ladra la prensa de centro como el País 10-XI-2015…y avala el desparrame verbal  de todos sus hijos putativos mediáticos).

Argumento no menos discutible es el que esgrimen gentes de izquierda señalando la prioridad de graves problemas sociales, laborales…los propios de  la explotación capitalista… como para pensar en “particularidades nacionales”.Eso está muy bien y es muy cierto ¡pero no cuela! El nacionalismo español constituye “el machismo político” que se ejerce históricamente sobre las naciones sin estado y como decíamos el pasado 5 de octubre ese nacionalismo español (¡capitalista también claro!) ha ejercido su “violencia de género” históricamente desde la centralización monárquico-compulsiva impuesta por los Reyes Católicos.

Catalunya ya fue Marca Hispánica con Carlomagno, se extendió al mediterráneo de la mano de sus reyes Jaimes…y sus comerciantes (actividad siempre más digna que el expolio del oro de las Américas) y fue cuna no solo de un activo movimiento obrero desde el siglo XIX sino también de ilustres republicanos como Pi y Margall, (presidente de la Primera República en 1873 y organizador del Partido Federal en 1894) y Lluis Companys (President en 1933, condenado a 30 años de cárcel por proclamar en 1934 el Estat Catalá, amnistiado en 1936… de nuevo President de la Generalitat y exiliado,  entregado por los nazis a la dictadura de Franco en 1940… para su fusilamiento en Montjuic).
Es decir, entre capitalistas anda parte del juego. Pero los anticapitalismos son más fuertes en Catalunya… ¡debemos jugar!

Pero es que además “la desconexión” territorial es un derecho inalienable (el imperialismo europeo lo ha explotado en su beneficio en las antiguas democracias populares como Checoslovaquia, Yugoslavia… y el cinismo no abrió la boca) y la “desconexión integral” ha sido gran aportación de Samir Amin en cuanto a estrategias de ruptura con las cadenas de dependencia neocolonial que se imponen por mediación de las instituciones financieras internacionales (campaña 1995/FMI-50 Años Bastan). Por tanto, el concepto “desconexión” nos agrada a “los antisistema”, a los anticapitalistas sin apellidos.

La Catalunya “peninsular-ibérica” tiene todo lo necesario para ser un país viable (¿no lo es Holanda, Suiza… incluso Albania?) y su dimensión es muy idónea para que sea más viable que otros macro-conjuntos estatales, aparatosos e “inviables”.

En ese asunto de “viabilidades” sigue viva la idea Samall is Beautiful (Lo pequeño es hermoso) del filósofo-economista del desarrollo Schumacher. Sus propuestas de Tamaño Intermedio (para la administración de lo político) y Tecnología Intermedia (para un desarrollo económico al servicio de las necesidades humanas) establecen  puentes con el mejor marxismo libertario. 
Con mayor motivo, cuando existe una herramienta anticapitalista en desarrollo como es la CUP y unas organizaciones republicanas en proceso de oxigenación, como las agrupadas en Junts…Lo pequeño es hermoso y además posible.



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