Por Burgos Dijital
En la ciudad de Burgos, en su Plaza Mayor, como en otras muchas ciudades de España, se ha recordado a Alan, el joven transexual de 17 años de la provincia de Barcelona.
Alan ha sido acosado durante mucho tiempo en el Instituto por sus compañeros de centro por su transexualidad, llegando al ingreso en el hospital por depresión.
El bulling le ha perseguido continuamente a pesar de cambiar de Instituto a la salida del hospital.
Había estrenado recientemente su DNI, con su cambio de nombre autorizado por un juez pese a que la legislación solo considera el cambio de nombre en el DNI a mayores de edad, y eran las primeras Navidades que vivía de acuerdo a su identidad.
Pero la presión y el miedo, la persecución continuada en el ámbito escolar por su condición sexual han podido con Alan, y esta noche se ha suicidado.
Para Eduardo Nabal, del colectivo LGTBI de Burgos, el trasfondo del trágico suicidio de Alan en Barcelona es una sociedad binaria y heterosexista que recorre el mundo y que cuesta romper, tras casos como este está la crueldad del bullyng estudiantil y la indiferencia de los mayores de colegios e institutos que mientras ensayan otros sermones se olvidan de la educación en la diversidad y de la diversidad en la educación, echando para atrás las iniciativas renovadores bajo presupuestos reaccionarios que refuerzan el acoso, o al menos lo dejan en un vacío, un entorno hostil e indiferente.
Ese vacío irremplazable que ha dejado el joven Alan. No son suicidios, o no solo suicidios. Pueden evitarse.
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