TODO LO QUE SABES ES MENTIRA. A VUELTAS CON EL SHOW ELECTORAL
Parte 1.
¿Nos están mintiendo? ¿Hasta qué punto no es nada más que desinformación todo lo que sale de los medios de comunicación? Es verdad que actualmente estamos mejor informados que en cualquier otro período de la Historia, y que gracias a internet y las redes sociales, estamos al tanto de lo que sucede en el mundo y podemos tener acceso a todo tipo de documentación.
Pero eso no significa que estemos mejor preparados para asimilarla y analizarla, al tiempo que tampoco podemos afirmar que haya aumentado nuestro nivel de comprensión para distinguir lo realmente útil de lo meramente superfluo.
Se crean problemas y después se ofrecen soluciones: Este es el caso de la cobertura informativa que se dio a las acampadas del 15-M, cuando desde muchos medios se ofreció la imagen de vagos y "perroflautas", a los que había que desalojar y tratar como a delincuentes en un caso de violencia urbana.
De hecho nos defendemos peor de las manipulaciones informativas, y el control sobre el conocimiento emitido ha llegado a un refinamiento realmente insuperable. Noam Chomsky definió las estrategias de manipulación informativa, que pueden verificarse fácilmente siguiendo nuestros hábitos cotidianos ante la pantalla tonta, nuestros ordenadores personales o la prensa diaria:
La distracción constante mediante un diluvio de noticias que nos impide reflexionar seriamente sobre ninguna de ellas durante un período de tiempo prolongado, aparte de que las realmente relevantes quedan sepultadas por otras muchas con apariencia impactante pero prescindibles (los casos de corrupción fueron escandalosos en sus inicios, pero al enésimo ya ni sorprenden ni afectan apenas a la conciencia del público).
La distracción constante mediante un diluvio de noticias que nos impide reflexionar seriamente sobre ninguna de ellas durante un período de tiempo prolongado, aparte de que las realmente relevantes quedan sepultadas por otras muchas con apariencia impactante pero prescindibles (los casos de corrupción fueron escandalosos en sus inicios, pero al enésimo ya ni sorprenden ni afectan apenas a la conciencia del público).
Observad cuidadosamente cualquier telediario (ya sea de cadena pública o privada) y veréis cómo se mezclan las noticias (previamente seleccionadas por numerosos filtros), y tras la Cumbre del Clima nos hablan sobre la indignación producida tras unas declaraciones de Justin Bieber acerca del aborto, o sobre la vida regalada de los perros de las clases adineradas.
Es así como nadie prestó atención en 2006 a la noticia sobre el récord histórico de la deuda media por familia, mientras por otra parte se bombardeaba al personal con el inmejorable momento para comprar viviendas.
Se crean problemas y después se ofrecen soluciones: Este es el caso de la cobertura informativa que se dio a las acampadas del 15-M, cuando desde muchos medios se ofreció la imagen de vagos y "perroflautas", a los que había que desalojar y tratar como a delincuentes en un caso de violencia urbana.
O bien, el mismo tema de la crisis económica, visto desde la óptica conservadora como un mal necesario, al que había que hacer frente "arrimando el hombro" y "apretándose el cinturón", justificando los recortes en servicios esenciales.
Recientemente, estamos viendo cómo también se justifica la estrategia del miedo, creada tras los atentados desde el 11-S hasta los últimos de París, mermando las garantías constitucionales en un clima de inseguridad cotidiana.
Fueron igualmente clamorosos los casos de falsedad informativa respecto al peligro sanitario de la gripe A en 2009, alarmando a la población innecesariamente, tras haberse gastado miles de euros en vacunas que hubo que desechar.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, ésta se aplica gradualmente, a fin de que con el paso del tiempo se normalice en el inconsciente colectivo.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, ésta se aplica gradualmente, a fin de que con el paso del tiempo se normalice en el inconsciente colectivo.
Las medidas neoliberales aplicadas sobre todo en Gran Bretaña desde los años 80, y continuadas por el resto de Europa posteriormente, han tenido un seguimiento mediático inmediato, de tal forma que cada vez menos gente que es capaz de formular alternativas viables al actual modelo económico, y ni siquiera responsabilice de la pésima gestión a sus gobernantes (el hecho de que aún haya entre un 25 y un 30% de potenciales votantes del PP confirma este dato).
Las medidas de ajuste que tanto el PSOE como el PP han ido implementando en la sociedad española desde los primeros recortes del gasto social y la reforma laboral de 2010, han ido creando un clima de frustración generalizada, solo rota por las protestas del 15-M y los movimientos que las siguieron.
Pero la prensa, dirigida financieramente por grandes grupos empresariales, siempre ha ofrecido informaciones sesgadas y con cada vez más evidentes manipulaciones de la realidad, cuando no silenciaba los hechos.
Se presentan las medidas impopulares como dolorosas pero necesarias. Es más fácil que la opinión pública acepte sacrificios al crear la ilusión de que todo puede mejorar en el futuro. En esto los medios se vuelven imprescindibles.
Se presentan las medidas impopulares como dolorosas pero necesarias. Es más fácil que la opinión pública acepte sacrificios al crear la ilusión de que todo puede mejorar en el futuro. En esto los medios se vuelven imprescindibles.
Más de una vez hemos podido escuchar a los responsables del PP justificar sus decisiones cómo un problema de "comunicación", tratando a la gente como niños a los que hubiera que obligar a tomar un intragable jarabe envuelto en dulce, en medio de su resignación. Aún recuerdo como los ministros Wert y Mato justificaban sus recortes en educación y sanidad con la excusa de preservar el sistema público. Podéis encontrar muchos editoriales de prensa apoyando o comprendiendo estas medidas.
El tratamiento de la ciudadanía como menores de edad es algo habitual en los medios.
El apoyo de la publicidad es esencial. Al estar dirigida para una comprensión infantil, y, distribuida de forma continuada tanto entre la programación televisiva como entre las páginas de la prensa, tiende a disminuir nuestro sentido crítico y aceptar los mensajes que unidireccionalmente se nos dirigen.
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