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Aeropuerto de Dubai |
Por Lucas Mallada
A veces
parece que en Burgos, tierra generosa, según los quereres y los
himnos, no cabemos todos. Al menos esto se reconoce oficialmente en
esta jornada que se dedica a los que se van, a los que emigran, a los
que no se deja aire, porque sienten que se arrancian.
Aunque
pueda tener el corazón partío, he ejercido de burgalés, sobre
todo, fuera de..., cuanto más lejos más apegado al terruño; afecto
que se desinfla en los periodos como el actual en los que me estoy
enraizando en un lugar al que quiero propio, que a veces siento
extraño. En el que a veces siento que no quepo.
Así
recuerdo, cuando con mi abuelo, me acercaba a las campas de Fuentes
Blancas a celebrar la que consideraba un poquito mi fiesta.
Celebración por otra parte, que entona homenajes a octogenarios que
en su día tuvieron que buscarse el pan, probablemente allende los
mares. Pero también los hubo que necesitaban otros cielos, y otras
tierras en las que poder florecer en libertad. No quiero
desaprovechar la ocasión para recordar a un anciano burgalés que
conocí en Sao Paulo (Brasil), viejo inquieto, que salido tarifando
de un Burgos angustioso, cerril, que se hubiera bebido su sangre a la
menor oportunidad. Recordaba con viveza y cierta sornar el miedo, y
los silencios de una ciudad ocupada por el espeso manto de la
cobardía y un Poder que quería conformar a sus habitantes en
dóciles súbditos. Me alegro por haber tenido la suerte de haber
conocido testimonios que han completado el recuerdo de una
intrahistoria oficial que pretende continuamente desvirtuar o borrar
directamente lo que no concuerda con su ideario.
Asimismo,
en la actualidad, los burgaleses ausentes, son otros, muchos de
ellos, También exiliados económicos, exiliados seguramente en busca
de mejores oportunidades, de oportunidades que no se florecen en su
tierra, a buen seguro porque la élite extractiva heredera
(ideológicamente), de la que se aprovechó de las botas militares y
las sacristías, sigue acaparando la tarta para sus vástagos,
extrayendo los recursos, que se evaporan sin rendir cuentas (¿que
ha pasado con las cajas de ahorros?, ¿quién está detrás del
sobrecoste de las obras públicas, en concreto del hospital? ¿qué
pasa con la deuda de los consorcios?, etc...), y todo ello a los ojos
del resto de burgaleses. Con las instituciones atadas de pies y
manos, al menos para una década más, dado que han dejado muchas
facturas pendientes de pagar. Por tanto no se podrán iniciar otros
proyectos que creen expectativas para todos. Por la avaricia de unos
pocos, igual que antaño, en Burgos no cabemos todos.
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Aeropuerto de Helsinki - El norte de Europa es un destino
laboral para muchos jóvenes españoles |
Quisiera
recordar a algunos amigos ausentes recientes de la ciudad, nuevos
exiliados, que aportaran sus saberes allá donde residan, vaya ahí
mi pequeño homenaje:
Hace
unos días hablaba con Paola y Raúl, profesores de literatura en una
universidad de Georgia (EE.UU.), cuando acabe el verano regresarán
como las golondrinas al otro lado del mar; me escribo mucho con Gema,
trabajando en Noruega en una granja; mi vecino Lucho, ecuatoriano,
tras quince años en Burgos trabajando en la construcción, ha
retornado porque en su país le ofrecían un puesto de maestro (su
profesión) muy bien remunerado llevándose, a pesar de los lloros a
sus hijos, burgaleses de nacimiento; David, no está teniendo mucha
suerte, pero lo está intentado en Alemania, o si no en otro sitio,
ha dicho que a España no regresa; Ana y su marido Ian, que tras
intentarlo en Burgos, se marcharon a Australia con sus hijas y están
allá estupendamente; César un prometedor arquitecto anda también
por Noruega y sólo se queja de la falta de sol; y aunque no esté
tan lejos porque no mencionar a Pachi, trabajando en Barcelona,
aunque este verano esté sufriendo un ERE temporal...
Ellos
buscan su futuro, mientras tanto, en Burgos, se nos escapa
lentamente, al son de su marcha, dejando venerables ancianos que se
merecen descanso pero que no tienen ya correa para tirar de una
ciudad en peligro de acartonamiento..., y lo digo por los efectivos
humanos que vamos quedando.
Creo
recordar que a la Concejalía de la Juventud no se le ocurrió otra
iniciativa que proponer un encuentro, creo con la Embajada de Canadá
para mostrar el camino a los jóvenes burgaleses, digo yo que será
para encontrar más motivos para celebra la fiesta de hoy, si no no
se entiende el afán por regalar de balde lo mejorcito de nuestra
sociedad... ¿será que los jóvenes molestan a algunos?