Cuando la beneficencia
y la caridad entran por la puerta, la justicia y el derecho saltan
por la ventana.
Este
penoso fenómeno, asociado al momento político denominado “crisis”
se da cada vez con más frecuencia en España, y en Burgos no podría
ser menos. Todo un Concejal de Cultura: Fernando Gómez, y todo un
Gerente del Plan Estratégico: Mario San Juan, devanan su materia
gris para organizar una Cena Benéfica, al estilo de los años
cincuenta... Aprovechando eso sí, su juguete de temporada: el
Fórum Evolución, y los galones de la Capital Gastronómica...
¿Ustedes
entienden a alguien que quiera ayudar a aquellos que lo pasan mal y
se vayan de cena, con todas las galas de la gente bien de la ciudad,
pagando por ello 20 euros? ¿Entienden ustedes algo? ¿No sería más
normal que aquel que quiera practicar la caridad done los 20 euros y
luego cene en su casa, o con sus amigos, pero tirando de su propio
bolsillo? Nunca he entendido esta caridad de salón provinciano, con
más caspa que langostinos.
Aunque
parezca sacado del NO-DO, ocurrió en Burgos, el fin de semana
pasado, en el que entre doscientos y trescientos bienhechores se
reconocieron, se saludaron, comentaron lo guapos que se encontraban,
y sobre todo lo sensibles que son con los pobres, con sus pobres, a
los que ellos van a ayudar. Y disfrutaron de una cena para dar más
aún en los morros a aquellos a los que los camareros del propio
Fórum echarían de las instalaciones porque afean el espacio, por su
falta de glamur, porque huelen a sudor y tienen los dientes negros de
caries. La viva imagen de la pobreza que se extiende para mayor
gloria de los caritativos y benefactores, pero eso sí a una
distancia higiénica....
En la
sociedades que no hay justicia, hay caridad.
Los
duros que se sacaron por el esfuerzo de los comensales..., ejem,
ejem, y de los que proporcionaron las viandas se entregarán al Banco
de Alimentos y a Caritas.
Actuaciones
de emergencia, con mucha publicidad, pero de escasa incidencia a
medio plazo. Se da prioridad a estas actuaciones, más mediáticas,
que a establecer planes de promoción, prevención o desarrollo,
planes reales en los que puedan participar los implicados, y que
tengan un mayor alcance.
Los
mismos que promueven este tipo de actos, que cotizan en el ego
caritativo, son aquellos que ni se inmutan cuando recortan, reducen,
arrinconan los derechos sociales que son los realmente efectivos para
combatir la pobreza y la exclusión. La justicia nos cuestiona y nos
obliga a estar alerta, sin embargo la caridad es cómoda y
gratificante a su vez. Nuestros vecinos que sufren carencias tienen
derecho a una alimentación suficiente y a una vivienda digan, amén
de a la sanidad, educación o servicios sociales, por el solo hecho
de ser nuestros vecinos y compartir el mismo barco.
Dar lo
que nos sobra, no es un acto de caridad, sino que implica una
profunda soberbia, que refuerza las desigualdades, de las personas a
las que dice ayudar. Hay que llamar a las cosas por su nombre, lo
ocurrido el otro día en el Fórum, no es más que una vulgar e
insultante campaña de márquetin...., lo vistan como lo vistan.
Mi más
visceral condena.