La rosa, símbolo de lo pintoresco, categoría estética a parte entre lo bello y lo sublime, puede ser un gran regalo para San Valentín, pero ojo, lo que la hace especial es que igual que bella puede ser traicionera, igual que delicada puede ser agresiva y punzante, cuando menos te lo esperas una rosa en vez de un regalo te puede pinchar las manos. Mientras te distrae con sus engalanadas flores, sus tallos rastreros van construyendo alambres de espino (al servicio de la banca) y cuando uno se quiere dar cuenta se halla ya acorralado. Y es que no hay nada mejor para tener a una rosa en su sitio que unas buenas tijeras de podar que controlen, según las estaciones, a los tallos descontrolados que hay que cortar y sanear.
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