El pasado 16 de junio tuvo lugar una interesante
jornada sobre los preventorios, las cárceles infantiles del franquismo,
organizada por Izquierda Anticapitalista. Acacio Puig, querellante ante la
justicia argentina y militante memorialista, desgranó la represión franquista,
de intensidad cambiante según el contexto social de cada etapa de la dictadura;
ante la impunidad del franquismo, un régimen genocida, represor y autoritario,
Acacio recordó que no existen los escalafones; sólo el estatus de víctima y
combatiente, cuya memoria ha sido aniquilada de una historia escrita por los
vencedores.
La historia nacional-católica contestada por el archipiélago del movimiento memorialista, que infunde la memoria de la lucha como un legado imprescindible. El reto del proceso constituyente no puede pensarse sin la reparación a las víctimas, y los preventorios suponen otro ejemplo de la aniquilación de la memoria de l@s luchador@s antifascistas.
La historia nacional-católica contestada por el archipiélago del movimiento memorialista, que infunde la memoria de la lucha como un legado imprescindible. El reto del proceso constituyente no puede pensarse sin la reparación a las víctimas, y los preventorios suponen otro ejemplo de la aniquilación de la memoria de l@s luchador@s antifascistas.
Ángela Fernández y Alicia García Romero proceden de familias republicanas que fueron represaliadas durante el
franquismo; sufrieron en sus propias carnes, cuando aún eran niñas, los
horrores del Preventorio de Guadarrama. A pesar de todo, nunca han renunciado a
luchar porque se conozca la verdad, rompiendo el silencio impuesto a miles de
niñas que, como ellas, padecieron la estancia en el preventorio bajo un régimen
del terror; conservando siempre la alegría por vivir y las energías necesarias
para seguir luchando.
Alicia García y Ángela Fernández en Burgos |
Los niñas, de entre 4 y 13 años, pensaban que iban a
pasar una temporada de vacaciones. Alicia y Ángela fueron encerradas durante
meses, al igual que miles de niñas a las que no les permitían salir ni
comunicarse con sus familias, dado que censuraban las cartas. Cuando las niñas llegaban al preventorio de Guadarrama,
eran despojadas de todo lo que habían llevado, desposeyéndolas de una identidad
y humillándolas de forma constante. Nos
llamaban escoria, decían que nuestras madres nos habían abandonado para así poder
ejercer la prostitución — recordaba Ángela.
Las mujeres desglosaron alguna de las tácticas
represivas que sufrieron, o de las que fueron testigo; parecía que nos querían engordar como a las reses. Las cuidadoras obligaban
a las niñas a comer su propio vómito, propiciado por los excedentes de almacén que
servían en el preventorio como comida, en la que flotaban los gusanos, surgiendo diversas enfermedades en unas niñas
que habían acudido sanas hasta allí. Alicia estuvo enferma; no quería que la
encerraran en la enfermería; por suerte, pudo contar con la ayuda de su
hermana.
Palizas y ejercicios
de tortura que, en algunos casos, revestían semejanzas a aquellos aplicados a
los adultos en la DGS u otras dependencias de tortura; introducir la cabeza de
una niña en un pilón de agua y obligarla a aguantar la respiración. Se ha reportado
el caso de un suicidio, así como el abuso sexual por parte del cura del
preventorio de Guadarrama a una niña. Alicia recordaba que eran medicadas, sin
que nunca se haya podido conocer qué medicamentos les suministraban; sospechamos que fuimos tratadas como
conejillas de indias, nunca les entregaron a nuestros padres la libreta médica
con lo que nos habían inyectado.
Preventorio de Guadarrama |
La labor realizada por 14 mujeres, entre las que se
encontraban las ponentes, ha consistido en recabar cientos de testimonios sobre
la estancia en los preventorios, que han sido añadidos a la denuncia contra la
falange, la iglesia y el régimen franquista, incorporándose al proceso iniciado
con la Querella Argentina contra los crímenes del franquismo. Las dificultades
se han presentado a la hora de recabar información, dado que no ha podido
encontrarse ni un solo expediente, de ninguna niña; como si el preventorio no
hubiera existido. Sin embargo, que cientos de testimonios coincidan, demuestra
la cruda realidad que se vivió en los preventorios, y que ha sido siempre
ocultada.
Pero no pueden borrar la memoria de lo que ocurrió, ni
silenciarla. El trabajo del movimiento memorialista se hace necesario para
romper con la impunidad franquista, para reparar las piezas que faltan, y que
de esta forma podamos re-explicarnos nuestra historia, sin que vuelva a
repetirse.