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martes, 25 de diciembre de 2012

LA Biblioteca Pùblica de Burgos y Finlandia

Aunque parezca mentira, pero alguna vez tenía que ser, el “buque insignia de las bibliotecas de Burgos”, la Biblioteca Pública del Estado, tiene ya desde este viernes 14 de diciembre el último de los papeles en regla. Todo ello tras una calamitosa gestión a lo largo del 2012 por parte del Ministerio de Incultura que administra una de las personas más recordadas a diario en los hogares de la mayor parte de los españoles.
Y no, no se debe a una cuestión de mala suerte, como sugiere el Diario de Burgos, ni tampoco a una cuestión de “burrocracia” como llegó a sugerir El Correo de Burgos. Se debe a un cúmulo de necedades, desprecios y estulticias varias adornadas con un montón de silencios fingidos y mentiras múltiples. Para ello repasemos la breve historia de este “coitus interruptus”.

Allá por los inicios de este año que se acaba se anunciaba a bombo y platillo que antes de la finalización del mes de febrero se recepcionaría la obra por parte del Ministerio de Educación y Cultura, y que a partir de ese momento no quedaría más que equiparla del mobiliario ya contratado y realizar la correspondiente mudanza del fondo bibliográfico desde las naves del polígono de Villalonquéjar y desde la Biblioteca de Castilla y León en lo correspondiente al “fondo antiguo”. En principio antes de que acabara la primera mitad del año la sede definitiva de la biblioteca estaría por fin, después de una espera de 8 años, abierta a todos los ciudadanos. Pero pasó el invierno, pasó la primavera, y llegó el verano… y la biblioteca seguía sin abrirse. De vez en cuando alguna pequeña referencia en los medios locales respondida con un silencio por parte de la administración autonómica, fiel a su amo.

Pero no sólo no se abría la esperada biblioteca, sino que movidos nuestros responsables autonómicos por las cornetas de los ángeles exterminadores y sus temidas espadas de fuego de la estabilidad presupuestaria cerraron el servicio sin más explicaciones, privando a los burgaleses “sine die” de uno de los principales baluartes de la cultura de cualquier comunidad que se califique de civilizada.
El verano iba pasando y las puertas del acristalado edificio seguían cerradas. Pero por fin llegó la gran noticia: en octubre haciendo coincidir un Congreso Nacional de Bibliotecas se realizaría por fin la inauguración con la invitación estelar del Ministro Wert.

Así el 21 de octubre llegó la gran estrella mediática del momento, entre loor de multitudes, tras su rutilante paso el día anterior por la “capital city” del cortijo herreriano. Este toro enamorado de la Luna, crecido ante las lanzas de sus adversarios cual pobre “toro de la vega”, no dejó a nadie inerme ante su visita y dio lo que de él se esperaba: educación, elegancia, presencia torera, en definitiva “savoir faire”… Y allí se lanzó desde su atril, tras haber tenido días antes un empacho de “smörgasbord” finlandés agudizado por sus crónicos ataques de cifropatía, y nos vino a recordar que “…en uno de los países que está a la vanguardia de los resultados educativos, Finlandia, el papel de las bibliotecas públicas junto con el desarrollado por el sistema escolar y el de las propias familias, configuran un triángulo que converge en hacer que los niños y los jóvenes tengan unos resultados excelentes en competencia lectora…”. Y que “el uso intensivo por parte de las familias y de los propios niños de los recursos culturales públicos, y básicamente de las bibliotecas públicas, ocupa un lugar muy destacado en la explicación de el éxito educativo finlandés”. También confirmó que la media de préstamos de la Biblioteca Pública de Burgos doblaba la media nacional. Y sólo quizás por eso, digo yo desde mi ignorancia, los burgaleses llevaban castigados sin una sede digna 8 años y un servicio inexistente desde hacía tres meses. Y quizás por eso, y por muchos más motivos, España no es Finlandia, ni los íberos son vikingos…


Y después se fue con toda su comitiva de ganapanes tras la correspondiente comida y posterior besamanos. Pero al día siguiente no se abrió, ni tampoco al otro, ni tampoco a la semana siguiente, ni tampoco al mes siguiente, ni tampoco, ni tampoco, ni tampoco…

Pero si lo dicho hasta ahora resultaría indignante para cualquier colectivo de ciudadanos que apreciaran mínimamente todo aquello que tuviera que ver con la “vitalidad cultural” que el inefable ministro percibía en nuestra ciudad, resulta aún más pavoroso el apabullante silencio de los mismos ante la multitud de tomaduras de pelo sucedidas: una obra que ha costado 14 millones de euros cuando la empresa adjudicataria ganó el concurso de contratación con una cifra de 7 millones (para que luego digan que es eso de la “deuda odiosa”); una obra paralizada durante más de un año por la “increíble” existencia de problemas con el nivel freático en el proceso de cimentación (recordemos que el edificio está construido a tres metros del margen de un río); una Consejería de Cultura y sus responsables provinciales corrigiendo fechas de apertura a golpe de pregunta mediática y ocultando constantemente la verdad; un “lock out” patronal durante meses de un servicio cultural imprescindible para las personas con menos recursos; un Director General de Archivos y Bibliotecas asegurando que el retraso en la apertura se debía a “problemas de agenda”; y una tal Alicia García, a la sazón Consejera-Florero de “Turismo Cultural”, que expresa su felicidad, tras varios meses de cierre a instancias única y exclusivamente suyas, de que el papeleo está a punto terminar. Sí, el papeleo.

Pues bien, resulta que al sr. Ministro y a su Director General se les había olvidado, desde la recepción de la obra en febrero, solicitar al Ayuntamiento de Burgos las licencias de apertura y ocupación, las cuales en la fecha de la visita del ínclito Wert no habían sido solicitadas… Pero éstos no eran los únicos “problemas de agenda” de los que hablaba su Director General, puesto que como la empresa constructora sólo había tardado dos años más de lo esperado, no había tenido tiempo para presentar los documentos técnicos oportunos acerca de instalaciones poco importantes como la electricidad o la calefacción al Servicio Territorial de Industria de Burgos, por lo que la cosa se retrasó irremediablemente…
De lo demás que cada uno saque sus conclusiones, pero yo tengo una cosa clara: ¡¡si esto fuera Finlandia, Wert no sería ministro!!

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