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martes, 18 de febrero de 2014

Uros, bisontes y otras bestezuelas.

Por Burgos Dijital

Caballos Przewalskii  (caballo salvaje mongol) pastando en Salgüero de Juarros (Burgos)
Aparecen constantes noticias en la gaceta parroquial de nuestra ciudad, "Diario de Bulos", sobre la introducción de uros, bisontes y otras especies en montes públicos de la comarca de Juarros y Urrez; y la oposición de los ganaderos hacia lo que ellos consideran especies invasoras y foco de conflictos.  Meses antes ya introdujeron caballos de la raza Przewalskii, caballo salvaje mongol que casi se extinguió a mediados del siglo XX, evitada su desaparición total por algunos naturalistas y ahora perdura en algunos Parques Nacionales y zoológicos, con unos 1000 ejemplares aproximadamente.

De dónde parte esta idea, quién la lleva a cabo y qué objetivos pretende. 

La idea original parte de un naturalista insigne, Benigno Varillas; escritor, impulsor de cientos de proyectos medioambientales, antiguo director de la revista Quercus y colaborador del maestro Félix; recogiendo una corriente que lleva décadas en Europa, avalada por ciertos filántropos conservacionistas, que propone volver a crear espacios salvajes con especies emblemáticas de grandes herbívoros en peligro de extinción, herederos de lineas genéticas prehistóricas, como son los bisontes europeos, el uro y ciertas especies de caballos salvajes que sobreviven en escaso número en remotas regiones centroeuropeas gracias a la labor de biólogos y colectivos altruistas que han intentado mantener estos animales. La idea es repoblar amplias áreas forestales, conseguir la viabilidad de estas especies y usarlos como motor económico basado en el ecoturismo, el mantenimiento de los bosques y su uso futuro como producto alimentario.

En Burgos, la idea se materializa al "rebufo" de Atapuerca y sus yacimientos. Por un lado, utilizando su filón para recrear una fauna paleolítica (según los restos encontrados, estas especies habitaron estas comarcas hasta tiempos "recientes" como los uros que desaparecieron alrededor del siglo XV) y por otro, crear un atractivo turístico que potencie la oferta del yacimiento.  La asociación Paleolítico Vivo se hace eco de esta idea en contacto con el mencionado naturalista y ya solo hace falta contar con unos espacios naturales próximos a Atapuerca que cumplan los requisitos para mantener a esta "ganadería salvaje" en un régimen de semi-libertad. Los espacios que cumplen estos requisitos se sitúan en la comarca de Juarros y Urrez, donde grandes extensiones de monte público pueden recrear el hábitat que estos ungulados necesitan para mantenerse. La idea ilusiona a algunos alcaldes de la zona y de forma un tanto precipitada se dan los pasos para traer estos animales a pesar de no haber resuelto del todo ciertos aspectos legales y organizativos fundamentales para un proyecto de esta envergadura.

El proyecto no es pionero, pues hay desde hace años bisontes en pueblos de Palencia y Asturias. Algunas de estas iniciativas han tenido más acierto que otras (en Palencia funciona bien, pero en Asturias algunos animales han sido envenenados).

Quiénes están en contra y por qué.

Fundamentalmente, los ganaderos de la zona están en contra; alegan por una parte que son especies invasoras (obviando que estos animales, aunque han desaparecido en la actualidad, poblaron estas comarcas, y en cambio las razas Limousin, Charolesa y Pardo Alpina o "ratina" que conforman el noventa por ciento de la ganadería de la comunidad son foráneas); por otra parte achacan el riesgo de transmisión de enfermedades; un miedo infundado pues en los lugares donde llevan años asentadas estas bestezuelas no se ha reportado ningún caso (probablemente tengan más papeletas de ser infectados estos animales salvajes en contacto con los domésticos). No comentan los ganaderos la razón de fondo: según nuestra Política Agraria Común europea no cuenta cuántos terneros vendas para consumo, aquí cuenta la subvención, y la subvención se da por cupos o "derechos" de ganado, y cada cupo necesita hectáreas de pastos, y si los uros o bisontes ocupan el sitio que pueden ocupar las vacas Limousina o Pardo Alpina, pues ya tenemos el problema: dinero que "yo no gano"...

La mala suerte acompañó los inicios de este proyecto, la suelta de animales ha sido un fracaso (se escaparon rompiendo la cerca el primer día de su llegada) y ahora campan a sus anchas una manada de uros salvajes por la sierra de la comarca juarreña. Tampoco ha ayudado la recogida de firmas en contra y la oposición sin que se conozca el motivo exacto de la guardería forestal.

Como reflexión final, llama la atención cómo un proyecto que aparentemente no perjudica al medio ambiente, que tiene una vertiente educativa y cultural interesante, produce tanto rechazo. En cambio, la gran amenaza del Fracking, las canteras incontroladas, la pésima gestión forestal, los cazadores furtivos en la zona, y el desmantelamiento de los servicios básicos, entre otros, no presentan la misma resistencia beligerante por parte de los habitantes que todavía quedan en estas comarcas...¿Cómo acabará este asunto? Estaremos atentos...