La conocida como Antigua Cárcel de Palencia se construyó a fines del
siglo XIX manteniendo su funcionalidad represiva hasta los años 90. Como el
resto de centros penitenciarios fue transformada por el primer franco-fascismo
en cárcel de presos políticos. Por allí pasó el poeta Miguel Hernández junto a
miles de republicanos y antifascistas (más de 2000 palentinos y otros miles
tras la caída del Frente Norte).
La Cárcel fue entonces lugar de tránsito a otros penales y también de “sacas”, a cargo de asesinas
bandas falangistas que, no por casualidad, siguen constituyendo partidos
legales en una España en que el terror de derechas sigue impune, vigente y homenajeado.
Ya durante el tardo-franquismo, “la Antigua” fue penal de tercer grado
para presos políticos y en ella concluyeron condena rojos y libertarios de
todas las corrientes.
Las décadas de olvido programado iniciadas por “la Transición” dejaron
intactos los pilares del viejo régimen remozado con un aluvión de falsos
“demócratas de toda la vida”; y las pirañas siguieron a lo suyo: el ladrillo,
la fuga de capitales y el reforzamiento de los aparatos de represión física e
ideológica. Después, pasaron a la ofensiva, hablando el mismo idioma con acento
distinto…neoliberal hoy, social liberal ayer. La despiadada alternancia de la
casta al servicio del capital.
La vieja cárcel fue remodelada con dinero público (¿qué son los Fondos
Europeos sino dineros de la buena gente que ni especula, ni evade?) y
reivindicada como centro cultural abierto a la iniciativa social. Un limitado
perfil que no consideraba su enorme importancia como Lugar de Memoria
Antifascista y Republicana hermana del Memorial del Cementerio Viejo y otros
lugares de la provincia.
Desde el pasado mayo, Alfonso Polanco, alcalde del PP (y digno
representante del caciquismo local), impuso al Pleno Municipal la cesión de
buena parte del edificio a la Policía Nacional, como espacio abierto de
“Archivo y Museo”. La oposición municipal votó en contra (¡faltaría menos!)...
Pero hace falta más como está diciendo la oposición social.
Gastar dinero público sin controles ni escucha a las prioridades
ciudadanas, es deporte de oligarcas del dinero y la política. Proponer espacios
culturales caros parece la vocación de gentes de talante tan “moderno” como
liberal a palo seco.
Para quienes propiciamos los “Vientos del Pueblo”, sobraban
sofisticadas inversiones. Estimamos más el contenido que el continente…y sobra,
desde luego, escamotear un lugar de Memoria de resistentes al fascismo y la
dictadura para cederlo a un cuerpo represivo como es la Policía Nacional.
Septiembre será solo el principio de la movilización y el debate.
“La Antigua”, hay que ganarla.
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