Escribo este texto el día después de las elecciones al “Parlament” catalán del 27 de septiembre de 2015. Los resultados dan una clara victoria a la coalición “Junts pel si” (Juntos por el Si), formada por Convergencia (sin Unió), ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) y diversas personalidades de la cultura catalanista de Catalunya (no confundir con la cultura catalana en su conjunto).
Esta coalición ha obtenido 62 diputados, a una cierta distancia de los 69 necesarios para obtener la mayoría absoluta que se había aceptado como premisa para iniciar un proceso independentista.
La segunda fuerza en el nuevo “Parlament” será precisamente la más opuesta al proceso, “Ciutadans”, formación nacida en 2007 en Cataluña y que se ha destacado tanto por su oposición a los nacionalismos Catalán y Vasco como por su ultraliberalismo económico.
Esta coalición ha obtenido 62 diputados, a una cierta distancia de los 69 necesarios para obtener la mayoría absoluta que se había aceptado como premisa para iniciar un proceso independentista.
La segunda fuerza en el nuevo “Parlament” será precisamente la más opuesta al proceso, “Ciutadans”, formación nacida en 2007 en Cataluña y que se ha destacado tanto por su oposición a los nacionalismos Catalán y Vasco como por su ultraliberalismo económico.
Como catalán que reside desde hace un año en Burgos, puedo decir que los resultados profundizan en una deriva identitária que no es nueva, pero que se ha profundizado a ambos lados del Ebro desde aquel día en el que el ex-presidente Zapatero rompió su palabra de “aceptar el estatuto que saliera del “Parlament” de Catalunya.
Poco después de la proclamación del nuevo Estatuto en 2006, se hizo evidente que los problemas que el nuevo encaje autonómico debía resolver se habían hecho en realidad más profundos. La crisis económica iniciada en 2008 no hizo más que confirmar el cisma creciente entre el gobierno de Catalunya y el Gobierno de España.
Poco después de la proclamación del nuevo Estatuto en 2006, se hizo evidente que los problemas que el nuevo encaje autonómico debía resolver se habían hecho en realidad más profundos. La crisis económica iniciada en 2008 no hizo más que confirmar el cisma creciente entre el gobierno de Catalunya y el Gobierno de España.
En este contexto, las elecciones recién celebradas ponen de manifiesto la dificultad para las fuerzas de izquierda catalana de soslayar el discurso independentista para centrar el foco en el incremento de la pobreza y la desigualdad que ha producido la crisis económica y las políticas de desregulación adoptadas tanto por el gobierno español como el catalán “Catalunya si que es pot” (Cataluña si se puede), la coalición que incluye a Podemos, ICV y miembros del movimiento vecinal, ha sido la respuesta de la izquierda al desafío de la convocatoria electoral de 2015. “Catalunya si que es pot” ha obtenido 11 diputados, empatando con el PP catalán liderado por el ex-alcalde de Badalona, Xavier Garcia Albiol, conocido por su discurso xenófobo.
El resultado pone a “Catalunya si que es pot” también por detrás del PSC, que ha encontrado en Miquel Iceta un candidato insospechadamente carismático. Cierran la composición del “Parlament” los 10 diputados de las CUP (Candidaturas de Unidad Popular), una agrupación anticapitalista e independentista que ya consiguió representación parlamentaria en las pasadas elecciones.
El resultado pone a “Catalunya si que es pot” también por detrás del PSC, que ha encontrado en Miquel Iceta un candidato insospechadamente carismático. Cierran la composición del “Parlament” los 10 diputados de las CUP (Candidaturas de Unidad Popular), una agrupación anticapitalista e independentista que ya consiguió representación parlamentaria en las pasadas elecciones.
Estos resultados ponen en evidencia lo difícil de contrarrestar las narrativas identitarias que resurgen con fuerza en tiempos de crisis económica.
No se trata de un fenómeno nuevo, sino de algo que ya hemos visto suceder en otros tiempos y otros espacios. Las crisis económicas aumentan el nacionalismo y las ideas excluyentes al disminuir las posibilidades de dialogo y aumentar el “narcisismo de las pequeñas diferencias”.
Así, en medio de la crisis, los “ganadores” acaban siendo los discursos que buscan culpar al “otro”.
No se trata de un fenómeno nuevo, sino de algo que ya hemos visto suceder en otros tiempos y otros espacios. Las crisis económicas aumentan el nacionalismo y las ideas excluyentes al disminuir las posibilidades de dialogo y aumentar el “narcisismo de las pequeñas diferencias”.
Así, en medio de la crisis, los “ganadores” acaban siendo los discursos que buscan culpar al “otro”.
La simplificación de problemas estructurales que son comunes a España y Cataluña, y que tienen que ver tanto con la globalización como con las respuestas políticas a esta, nos conduce a una situación donde las fuerzas nacionalistas de uno y otro lugar crecen en apoyos. Pocos días antes de las elecciones, una “guerra de banderas” en el Ayuntamiento de Barcelona copó la atención mediática y sirvió para acallar el discurso sobre los problemas sociales.
En un momento como este, una coalición como “Catalunya si que es pot” puede llegar a ser acusada de indefinición por aquellos quienes han sido silentes mientras que las condiciones sociales de la ciudadanía, tanto la que se identifica como catalana como lo que se identifica como española o como ambas (o con otra afiliación), empeoraban rápidamente.
Difícil desafío, hacer comprender que el problema de Catalunya no reside en un estatus político que cada vez es más cuestionado desde instancias superiores como la Unión Europea (el Estado-Nación), sino en desigualdades económicas creadas por una economía disfuncional, un auténtico “capitalismo de amiguetes” donde los intereses públicos y privados se han confundido tanto en el gobierno de España, como en el de Cataluña y en el de otros gobiernos autonómicos y municipales.
Difícil desafío, hacer comprender que el problema de Catalunya no reside en un estatus político que cada vez es más cuestionado desde instancias superiores como la Unión Europea (el Estado-Nación), sino en desigualdades económicas creadas por una economía disfuncional, un auténtico “capitalismo de amiguetes” donde los intereses públicos y privados se han confundido tanto en el gobierno de España, como en el de Cataluña y en el de otros gobiernos autonómicos y municipales.
En tiempos de crisis, reforzar las identidades y subrayar las líneas fronterizas entre “nosotros” y “ellos” sirve para simplificar y negar las desigualdades sociales y económicas. Es por ello que conviene tener en cuenta este discurso y rebatirlo con argumentos si se buscan soluciones progresistas a la crisis.
De lo contrario, las fuerzas de izquierda como “Catalunya si que es pot” estarían condenadas a ser absorbidas por quienes buscan ponerlas en la casilla del “nosotros” o en la del “ellos”, casilla de la cual solo sería posible salir a costa de empeorar la posición del contrario.
De lo contrario, las fuerzas de izquierda como “Catalunya si que es pot” estarían condenadas a ser absorbidas por quienes buscan ponerlas en la casilla del “nosotros” o en la del “ellos”, casilla de la cual solo sería posible salir a costa de empeorar la posición del contrario.
La auténtica autodeterminación e independencia de un pueblo no es sólo crear un propio estado, sino que éste no esté condicionado por fuerzas o imperios extranjeros, normalmente el colonialismo o las estructuras capitalistas mundiales. Pues bien, la única fuerza que habla de una posible (o necesaria) salida de la UE o la OTAN son las CUP. Podemos y sus aliados de ICV, bien al contrario, adolecen de una gran cobardía política, similar a la de Tsipras, y jamás hablan de esto. De hecho coinciden con PP, PSOE y la derecha mediática en atacar a Cuba y Venezuela en el plano internacional, mintiendo como bellacos.
ResponderEliminarPor otro lado, vincular el independentismo catalán a la crisis, como cualquier nacionalismo reaccionario del estilo "inmigrantes fuera" o el golpismo ucraniano, no tiene ningún sentido. Los conflictos graves entre el pueblo catalán y el estado español vienen, al menos, desde el S. XVII, con la revolta de els segadors, en la que se independizó de facto durante un breve lapso de tiempo, pero fue traicionado por la aristocracia, como suele suceder. Desde entonces se han repetido conflictos políticos y militares continuamente: la guerra de sucesión (los catalanes apoyaban al candidato austríaco para defender sus fueros), la prohibición del catalán, los nuevos conflictos con la industrialización, el auge de la identidad catalana y el conflicto a finales del S. XIX-principios del XX, la independencia unilateral y el estatut en la II República, la guerra civil, la detención y tortura de 100 independentistas a manos del ex-juez Garzón antes de las Olimpiadas... y en 2006 el fraude del estatut.
No hay que olvidar que el estado español se configuró y se mantiene a sangre y fuego, con guerras y represión. Como otros, claro. Pero no lo olvidemos.
Curioso el papelón de Pablo Iglesias. Apareció en Cataluña como el madrileño "listillo". "Los descendientes de andaluces y extremeños me tienen que votar a mí". Porque sí. Ala. Como si las independencias o identidades fueran algo racial o genético. Después de décadas criticando a Arzalluz por su frase sobre el RH aparece el coletas y dice esto.
ResponderEliminarY lo mejor: "si soy presidente habrá referéndum". También podría haber dicho "si algún día llego a la luna, habrá referéndum".
La izquierda española está terminando de fracasar, incluso esa que dice que no es "ni de izquierdas ni de derechas", "ni indepe ni española", "ni venezolana ni cubana", y habla a golpe de encuestas. Se acabó el marketing, todo el mundo te ha pillado, Pablemos.
La prensa ha dicho que el plebiscito ha fallado basándose en los partidos CUP y JUnts pel Si, pero ha olvidado que PSC y ICV (en Podemos) también han sido o tienen filas independentistas. Para saber si el plebiscito a favos del Si ha fallado o ha ganado habría que hacer un Referéndum. Eso si , la buena noticia es que las CUP de repente y para sorpresa de todos han reculado fugazmente para exigir una declaración de independencia. que extraño! ganan y de repente nadie tiene agallas para declarar la independencia...ninguno... la única conclusión que saco es que me parece vil engañar a los votantes con que se va a conseguir algo (independencia) que luego nadie es capaz de proclamar... ni aún ganando. Han dividido a la sociedad por puros réditos políticos, luego la Independencia que tanto prometen ... ni agua, en mi pueblo se llama estafa.
ResponderEliminarEvidentemente la única forma sensata y razonable es un referendum, y mejor aún sin las presiones de los "amigos" de España (Obama, Merkel, etc.). En cuanto a las CUP, para mí es coherente su decisión. Dejaron claro que para una declaración unilateral de independencia sería necesario el 50% más un voto al menos, y que no iban a apoyar a Artur Mas para ser elegido President. Si eligieran otro candidato que no asegurara corrupción y recortes podrían favorecerlo para continuar con el proceso independentista, que ahora necesitaría una desobediencia clara y convocar un referéndum oficial pese a que la justicia española lo impugne. Pero no van a colocar al recortador oficial de los servicios sociales para eso... Artur Mas tiene que irse al carajo.
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