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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Las autoridades educativas escuchan tarde a las familias del Francisco de Vitoria

Por Burgos Dijital

Se abren ahora nuevos canales de comunicación entre la Plataforma de familias por la inclusión educativa y la administración educativa y, con ellos, la esperanza de poder llegar a soluciones que favorezcan a todos. No se trata de buscar buenos ni malos, se trata de dar un nuevo enfoque al colegio y mejorar las relaciones en beneficio del alumnado. 
Esta crisis que se ha planteado es la oportunidad de cambio, los compromisos de inversión en el edificio por parte de la administración son la llave para realizar también cambios en la organización y gestión del colegio. Todas las actuaciones deben ir encaminadas a conseguir una verdadera educación inclusiva. 
La lástima es que esta buena voluntad de entendimiento (por fin las autoridades educativas han prestado oídos a las familias, y parecen dispuestas a llegar a acuerdos) haya tenido que producirse después de numerosas protestas, denuncias en la prensa y lucha de las familias por ser escuchados. Parece que si "no se hace ruido", nadie escucha, por muy antigua que pueda ser una reivindicación.

El modelo inclusivo es un modelo amplio. El derecho a la educación no es sólo acudir a clase, sino participar en las actividades que se desarrollan, garantizar la igualdad, la igualdad de oportunidades, proporcionando a cada uno lo que requiere en función de sus características y sus necesidades. Eso es lo justo. La principal característica de la educación inclusiva es la transformación del sistema educativo para dar respuesta a la diversidad del alumnado, transformando la práctica docente y la organización de las escuelas.
Y, ¿cómo llegar a este modelo, cuando las familias sienten que en el centro no está creada una cultura inclusiva, con una comunidad educativa (docentes, fisioterapeutas, ayudantes técnicos educativos, alumnos y familias) y valores inclusivos?
Para conseguir una verdadera comunidad educativa es necesario que se llegue a crear un sentimiento de pertenencia al centro; comenzando con una buena acogida a los alumnos y a las familias. La sensación que tienen las familias es que sus hijos pueden resultar incómodos para el centro, sobre todo cuando tienen que escuchar por parte del equipo directivo reflexiones como: “¿Para qué fastidiar a todos por unos pocos?” Con expresiones de este tipo la atención a la diversidad se considera como un problema, no como una oportunidad para valorar las diferencias y poder optimizar el desarrollo personal y social a la vez que enriquecer el aprendizaje. Los valores que desde el centro se transmiten se reflejan fácilmente en esa reflexión.

Las familias no perciben una buena comunicación con el equipo directivo, existe ocultismo sobre las políticas y las practicas educativas; desconocen el número real de alumnos con discapacidad motórica matriculados en el centro; obstaculizan que las familias puedan involucrarse en el centro y puedan manifestar su preocupaciones sobre sus hijos o hijas.
Su participación en el centro, se ve muy limitada para poder expresar preocupaciones.
El centro también manifiesta sus dificultades para aceptar la implicación de otras instituciones, colectivos o asociaciones que pueden aportar mucho a la inclusión de este alumnado. La discapacidad surge cuando personas con capacidades diferentes se enfrentan a las barreras de la participación y la inclusión.
La creación de una verdadera comunidad educativa se consigue poniendo en común los puntos que les unen a todos los miembros, no fomentando sus diferencias, distorsionando comentarios sin permitir les defenderse, bloqueando líneas de comunicación, desconsiderando cualquier iniciativa que las familias proponen. No, esto no es una guerra. Lo que se pretende es aunar posturas basadas en el principio de inclusión.
Y en este sistema, la familia parece ser el “Chivo expiatorio”, aquel a quien se señala, a quien se acusa de ser la causa de los problemas que hay en el centro, se le considera poco agradecido por no reconocer todo lo que los demás hacen por sus hijos...
Todo iba bien en el centro hasta que las familias cogieron fuerzas y hablaron.

¿Todo iba bien? O, ¿quizás era un problema que nunca quisieron ver? ¿O existen otros problemas que nunca se asumieron porque están ocultos y no se quieren afrontar? ¿Son las familias de este alumnado las responsables de que año tras años vaya reduciéndose el número de matriculas en este centro? Este curso académico fue inferior a 15 el número de familias que lo escogió de forma voluntaria. ¿Son también responsables de que ninguna administración invierta en las instalaciones del centro y que el centro se vaya deteriorando poco a poco?.

Lo que las familias no quieren es ser sacrificadas en el altar y quieren buscar una solución a los problemas reales abogando por una nueva organización y gestión del colegio. Reconocen esfuerzo y buena labor por parte de algunos de los profesionales del centro, pero no se quieren conformar con "unos pocos". Saben que se puede hacer mucho y muy bien, y es lo que piden.
Es para sentirse orgullosos de que en algunos centros existan familias comprometidas con la educación y sean promotoras de cambios, en un sistema anclado y obsoleto que no se corresponde con el siglo en el que vivimos.


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martes, 4 de noviembre de 2014

La inclusión educativa, gran ausente en el CEIP Francisco de Vitoria



Por Burgos Dijital

La lucha por la inclusión educativa es lo que ha llevado a la plataforma formada por las familias de los alumnos con discapacidad del C.E.I.P “Francisco de Vitoria” a unirse y denunciar la situación en la que se encuentran sus hijos. Hablamos de niños y niñas en edad escolar, de las etapas de Infantil y Primaria. 

Debido a la discapacidad motórica que presentan los pequeños, desde la Dirección Provincial de Educación se les matricula en un centro educativo preferente motórico, donde se les garantiza una atención adaptada a sus necesidades físicas porque es un centro dotado de recursos (personales). Y sí, es cierto, es un centro dotado de recursos; pero como todo en la vida, no es el qué sino el cómo.

Los padres manifiestan su hartazgo al ver cómo los valores hacia la inclusión educativa se reflejan en numerosos textos, normas y leyes pero, sin embargo, con tantas dificultades, rectificaciones y restricciones se llevan a la práctica. Sus preocupaciones no son nuevas de este curso, la diferencia actual radica en que los padres han conseguido unirse y compartir experiencias, dudas y expresarlas ante la institución y la administración.

Lo primero que llama la atención es que este sea uno de los dos centros establecidos como preferente motórico en la ciudad de Burgos. Es en un edificio obsoleto y no adaptado, en el que se puede apreciar que apenas ha habido inversión en el mantenimiento en los últimos años. Las últimas “ñapas” que se han ido haciendo enfatizan más el aspecto decadente del edificio: una rampa de acceso que lleva a una base con inclinación, un pavimento agrietado que dificulta los traslados del alumnado…
El edificio en sí da mucho que pensar sobre si la elección de este centro como preferente motóricos es la más acertada, teniendo en cuenta que en los últimos años se han construido centros educativos nuevos.

Las cuestiones propias del edificio no son lo único que preocupa a los padres. La gestión del equipo directivo es otra de sus mayores preocupaciones. “Podríamos tener el edificio más adaptado, pero si quien lo gestiona no tiene buena actitud, no serviría de nada”. Los padres apuestan por una educación inclusiva, en la que el colegio no sólo sea transmisor de conocimientos académicos, sino de valores y actitudes sociales. ¿Es posible conseguir esto, si desde el centro no se apuesta por un tiempo de recreo que favorezca la integración y las relaciones? Al alumnado con discapacidad motórica, en muchas ocasiones, no se le brinda la oportunidad de participar en las actividades porque no se diseñan de forma adecuada para ellos, y en el mejor de los casos, si se les tiene en cuenta, pasan a ser los últimos de la fila, como en la fiesta de graduación.

Parece que las mismas ñapas que se realizan para aparentar una adecuación del edificio, son las misma ñapas que llevan a cabo para aparentar una educación inclusiva.

Todo esto nos lleva a plantearnos muchas reflexiones. ¿Seguimos instaurados en un modelo de beneficencia donde sólo se cubren necesidades asistenciales, pero carente de valores y justicia social, donde el ciudadano debe callar y estar agradecido por tenérsele en cuenta? ¿ Dónde quedan los derechos de las personas? ¿ Tanto cuesta avanzar hacia un modelo social donde ser discapacitado es ser una persona con derechos, no con problemas? Y por último…¿Qué pensaría de todo esto Francisco de Vitoria, Un apasionado por la justicia y la libertad para todos los hombres, con iguales derechos?