El pasado jueves 22 de marzo tuvo lugar una mesa redonda en la Biblioteca Municipal Miguel de Cervantes con el título ““Retos y oportunidades para las bibliotecas públicas españolas en el contexto de la crisis actual”. Hubo ocasión de reflexionar sobre la importancia del papel que la biblioteca juega en épocas de crisis o de “recesión”, que tan necesitados estamos de eufemismos nuevos. En otros tiempos muy recientes nuestros políticos gestores, investidos de arquitectos con casco blanco, chaleco reflectante y recubiertos de una capa de vocación frustrada de poceros entendieron que la política cultural se convertía de nuevo en el pretexto ideal para que los del ladrillo y el cemento se pusieran otra vez manos a la obra y convirtieran en oro todo lo que sus expertas manos de mago tocaban. El museo de arte contemporáneo se elevó a la categoría de equipamiento imprescindible, los auditorios multitudinarios pasaron a ser elementos indispensables para la cultura de masas y los palacios de congresos fueron declarados bien de primera necesidad. Y todo ello utilizando como coartada a la cultura con el fin de usarla como la argamasa capaz de unir hormigón, industria cultural y promoción turística. De esta forma lograron que toda acción cultural que no tocara alguno de estos tres elementos quedara relegada a un segundo plano. Y eso a pesar de que la legislación existente al respecto, la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local establece que los servicios esenciales que un ayuntamiento de más de 5000 habitantes está obligado a prestar a sus ciudadanos son parque público, biblioteca pública, mercado y tratamiento de residuos. Nada dice de mausoleos de cemento, plazas de toros cubiertas, teleféricos a castillos y algún que otro boulevard de los sueños rotos.
Tradicionalmente la Biblioteca Pública en España ha sufrido un déficit de atención por parte de nuestros políticos y han sido especialmente ignoradas por las autoridades educativas que no han sabido – o no han querido – enraizar la biblioteca en las escuelas, siguiendo modelos educativos (ay!) tan añorados de los países nórdicos. Tampoco los ciudadanos hemos sabido entender, como sí lo ha hecho la sociedad norteamericana y anglosajona, que la biblioteca pública es sinónimo de libertad, actúa como elemento socializador e integrador, es garantía del derecho de acceso a la información de los ciudadanos, es una pieza clave para la alfabetización y se erige en institución modélica en el uso compartido de recursos y servicios. Francamente, no hay servicio más democrático que el que ofrece la biblioteca pública.
Pero, ¿Qué es lo que está pasando en nuestras bibliotecas? Como era de esperar con el aumento del paro el uso de la biblioteca ha crecido en nuestro país en los últimos años. Estudios americanos sobre el habito en el uso de las bibliotecas indican que el 80% de la población desempleada dispone de carné de biblioteca frente al 50% entre la población que no ha sido castigada por la crisis. Por tanto ahora más que nunca la biblioteca pública se convierte en una institución a reforzar y a salvar de la gran quema de los servicios públicos a la que se nos ha invitado para que atónitos y mudos, contemplemos cómo chisporrotea y se retuerce en las ascuas de los mercados la sanidad, la educación, la cultura de base y cómo no, nuestras bibliotecas. Veamos algunos ejemplos de ello.
- Las recomendaciones marcadas por la Unesco y la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas establecen que debe haber al menos, entre 1,5 y 2,5 libros por habitante. En España esta ratio se alcanzó por vez primera en 2008 con 1,69 libros por habitante lo cual supuso superar una barrera que ha lastrado durante décadas a nuestras bibliotecas. Desgraciadamente la política de recortes sistemáticos está poniendo en peligro los logros alcanzados. En el año 2009 el Ministerio de Cultura dedicó 30 millones de € a la compra de libros en bibliotecas. En 2010 redujo este presupuesto en un 30% para finalmente dejarlo en 10 millones de € en 2011.
- Desde hace años los ciudadanos podemos leer en las bibliotecas revistas culturales españolas en gran medida gracias al pago de sus suscripciones con cargo a una subvención del Ministerio de Cultura. Pues bien, el ministerio de Wert para Creer ha notificado a las Bibliotecas que todavía no conocen el importe de dichas ayudas para el año 2012 y advierte que en cualquier caso habrá un cambio sustancial en su planteamiento. Bibliotecarios y editores de revistas culturales temen que se destine una parte de esta subvención, bastante mermada, directamente a la edición de la revista suprimiendo por tanto la ayuda al mantenimiento de las suscripciones en las bibliotecas. Si esto ocurre se privaría a los ciudadanos de una oferta cultural importante, se rompería con la continuidad de las colecciones de revistas ya existentes y se aumentaría la brecha social entre los que tienen recursos económicos y los que carecen de éstos para financiarse el acceso a la cultura.
- Cada vez son más frecuentes las noticias de municipios que cierran sus bibliotecas por no poder pagar a los bibliotecarios que atienden este servicio o simplemente de edificios de bibliotecas construidos que no llegan a abrirse. La geografía del disparate desgraciadamente se agudiza con la crisis como podemos ver en el mapa de google sobre crisis y bibliotecas. A mayores, todavía resuenan en la profesión las palabras encerradas en una Botella llamando a los voluntarios ciudadanos como solución para la atención de las bibliotecas de Madrid. Estamos convencidos de que en realidad se refería a la práctica del voluntariado en los cargos del congreso, senado, cortes, parlamentos, diputaciones, universidades, alcaldías y demás cenobios democráticos.
- Mención aparte merecen proyectos megalómanos de equipamientos de Biblioteca como el de la Ciudad de la Cultura gallega, un proyecto de biblioteca sin contenido y vacío que se traga los presupuestos de la Xunta dedicados a bibliotecas, y está consiguiendo que dentro de unos cuantos siglos se desarrolle una nueva disciplina: la arqueología bibliotecaria, basada en mantener desde el año 2009 bibliotecas públicas congeladas que no han podido adquirir nuevos libros.
- En el ámbito de la biblioteca rural, se estima que por la distribución geográfica de la población sería preciso disponer en nuestro país de una flota de al menos 200 bibliobuses frente a los 80-90 disponibles actualmente y distribuidos de forma irregular. Habrá que estar atentos para que desde los pueblos sigamos demandando y utilizando este servicio que en muchos casos se ha venido manteniendo gracias a las aportaciones de las obras sociales de las cajas de ahorro, lo cual todavía incrementa su incertidumbre. Ejemplos tenemos en Burgos, que hemos visto cómo Caja Círculo ha cerrado Bibliotecas y Salas Informáticas Infonet.
- También en Burgos parece ser que después de muchas y diversas zancadillas y gracias al empeño de unos cuantos la Biblioteca Pública va a tener por fín una sede digna adecuada a las colecciones y servicios que presta. Esperemos que en este caso Ministerio y Junta no apliquen el descuento correspondiente y los horarios, servicios, atención, etc. no se resientan. Como ciudadanos, no nos queda otra que estar atentos.
La biblioteca pública, puerta local hacia el conocimiento, constituye un requisito básico para el aprendizaje a lo largo de los años, para la toma independiente de decisiones y el progreso cultural del individuo y los grupos sociales. Manifiesto de IFLA/UNESCO sobre la Biblioteca Pública.