Vivimos en un
mundo barroco, muy preocupado por las formas, la imagen y los envoltorios. Las
empresas trabajan arduo por construirse una imagen corporativa que proyecte sus
pretendidos valores. Las campañas de publicidad, asociar el nombre de productos
o de la empresa en cuestión a iniciativas honorables o solidarias es una de sus
más recurrentes estratagemas, no por nada, algunos de los mejores cerebros
están detrás de todas el montaje publicitario para envolvernos en el papel
cuché del consumo con valores…
Recuerdo,
cuando yo mismo era joven y bastante más
frívolo, en un teatro de la Burgatti, asistí a una representación del
irreverente Leo Bassi, él con su sarcasmo ácido y su comicidad encaminada, nos
preguntaba para qué servía tanto progreso y tanto desarrollo si las mejores
cabezas pensantes de la humanidad ponían todo su talento en la venta de unas
zapatillas, en definitiva, trabajaban con ahínco, a mayor gloria del
consumo. Y no es esto sólo, si no que su ambición es vender productos
pos-materiales, por ejemplo: éxito, felicidad, solidaridad, alegría,…mediante un
coche, un pantalón o unas gafas de sol.
Traigo
a colación esto al hilo del maridaje que se ha creado entre Caja Laboral y Teo Ochoa.
Caja
Laboral, que es una de las pocas cooperativas de crédito que ha quedado sobre
la piel de toro, tras el tsunami financiero, ligada al cooperativismo de
Mondragón, de fuerte raigambre en Euskadi, con una imagen corporativa implicada
con la solidaridad, preocupada por las necesidades de las gentes donde trabaja,
con mensajes en el País Vasco afirmando que no realizará desahucios, donde uno
puede comprobar la importancia que dan a la responsabilidad social corporativa
en su página web…
Todo
eso queda echo añicos cuando se da de bruces con la realidad. Cuando se
encuentra ante decisiones de puro mercado, que es donde hay donde hay que
evaluar las realidades del “marketing”.
Cuando tiene que decidir si se queda con la vivienda de Teo Ochoa, en dación en
pago y también me quedo con la vivienda de sus padres, avalistas y mayores de
65 años, porque le exijo a Teo algo más de 70000 euros, que obviamente no
tiene, ni tendrá en los próximos años, porque está desempleado. Responsabilidad
social corporativa: cero. Crueldad corporativa: incontable.
En
este momento la responsabilidad social corporativa, la solidaridad, las buenas
intenciones quedan para el papel cuché y gracias a movimientos sociales, como
STOP DESAHUCIOS, descubrimos dolorosamente que la publicidad es como el cine,
la película termina cuando se encienden las luces y tenemos que abandonar la
sala. Y sólo quedan intereses, y estos sí que son corporativos, y entonces a
las estructuras, como Caja Laboral, pero podría haber sido cualquier entidad
bancaria, se les cae la máscara y sacan los dientes de depredador financiero
que se esconden tras la publicidad/máscara.
Es
irónico, y al mismo tiempo revelador,
que esta pesadilla le ocurra a
Caja
Laboral, una entidad tan preocupada por su imagen solidaria,… que no harían
en una situación similar tiburones como Banco Santander, el BBVA u otros…
Revelador, también porque nos indica los límites del sistema.
Caja Laboral exige a Teo Ochoa, 70000 euros, creo que hace
mal negocio, porque aunque Teo no tenga la ley de su parte, sí tiene la
legitimidad del derecho a una vivienda (sobre todo si es para sus padres y Teo
sólo pide la “dación en pago”), creo, como digo que Caja Laboral está tirando
por la borda toda una política de marketing, largo tiempo construida y que su
imagen se va a dañar más allá de los 70.000 que le exigen a Teo, después de
entregar su casa, Caja Laboral pierde dinero, y está tomando decisiones erradas
que podrían pesarle en un futuro…, porque la Banca Ética, la de verdad, está
arrancando…
Los
ciudadanos tenemos que pensar que las instituciones, y también las
instituciones financieras tienen que tener una utilidad social; si éstas nos
abandonan a las primeras de cambio y sólo sirven intereses espurios, que
permiten el enriquecimiento de unos pocos y no nos permiten llevar nuestros
proyectos sociales y ciudadanos a cabo, tenemos que pensar en virar de
dirección y tomar otras decisiones, porque no vamos a ser tan cretinos de tirar
piedras contra nuestro tejado, ¿no?
Y
no quiero hurtarme de otra cuestión. Peliaguda y controvertida. La rumorología
más insidiosa está cuestionando la campaña de solidaridad con Teo Ochoa, a
cuenta de cuestiones que atañen al pasado de la vida de Teo. Sólo pretendo
centrar el debate, no creo que se trate de discutir acerca de la moralidad
pasada de alguien o de sus acciones, que sólo le conciernen a él y a sus
allegados. El debate está en el “derecho a la vivienda” –articulado en la
Constitución-, que tiene que prevalecer sobre el derecho a la propiedad, y esté
está por encima de las moralidad individual, ¿o es que el derecho a la vivienda
sólo ha de pelearse cuando alguien es muy honorable? No parece razonable que
los derechos sociales y ciudadanos deban administrarse según la moralidad
pasada de los propios ciudadanos, como si se tratara de bienes sagrados
custodiados por una entidad metafísica. Los derechos como la vivienda se
adquieren por el hecho de ser persona, no por como es esta persona, ni por como
haya sido Teo en el pasado.
Seguimos en la calle Vitoria en frente de la sucursal de Caja laboral…
Girolamo
Savonarola