Enciendo la televisión, y veo un anuncio en el que aparece una madre
sola que podría ser yo misma, ofreciéndole a su hija un trozo de pan. La madre, con una voz que delata tristeza, le
dice a su hija que es un bocadillo mágico porque puede ser de lo que la niña se
imagine… Este comercial pone de relieve
una situación hasta ahora desconocida para los que crecimos viendo Barrio Sésamo:
que hay niños y niñas que pasan hambre.
El caso es que siendo esto evidente, me escama, por sospechosa y fraudulenta la expresión “Pobreza infantil.”
¿Es diferente la pobreza de la hija a la de la madre del anuncio? ¿Tiene diferente
origen y solución? ¿Resulta intolerable sólo la pobreza infantil?
Las peores mentiras son las que pasan desapercibidas. La propaganda oficial nos proporciona
amablemente conceptos-artefactos que como minas tratan de estallar y ocupar
nuestro subconsciente sin que apenas nos percatemos de su peligro. La propaganda más eficaz utiliza el camuflaje
de la bondad, la bonhomía y la generosidad para inocularse en nuestros
cerebros. Bajo un disfraz de virtud que apela a mejores sentimientos de
cada uno se esconde un lobo que amenaza con zamparse nuestro razonamiento
crítico. Creo que el concepto de “pobreza infantil” es de este tipo y resulta
especialmente sospechoso cuando es utilizado sin rubor precisamente por quienes
más han hecho por empobrecer a los papás.
Como he sugerido en el primer párrafo una cosa es que cada vez haya
más niños y niñas pobres y otra muy diferente que exista una categoría de
pobreza diferenciada. ¿Por qué no existe
la “Riqueza infantil”? ¿Son los hijos de
Beckham y de los reyes ejemplos de “Riqueza infantil”? No existe porque evidentemente los hijos
ricos son ricos porque lo son sus padres, del mismo modo que los niños y niñas
pobres lo son por herencia. En
definitiva hay más niños pobres porque se han aprobado dos reformas laborales
que han precarizado el trabajo asalariado, porque vivimos en un modelo
económico que salva a los bancos mientras condena a seis millones de personas a
la exclusión y porque hay una corrupción generalizada de la política que
siempre trabaja al servicio de los y las explotadoras.
Contrariamente a lo que pueda parecer la “Pobreza infantil” se
diferencia del resto de pobrezas no
en la edad de quien la sufre, sino porque es la única que pasa por ser
inadmisible e intolerable. A los ojos de
los conservadores que nos gobiernan la pobreza no es un problema de injusticia
social. Al contrario, es la condición
natural y merecida de quien no es apto dentro del sistema económico. La pobreza no es solo necesaria sino justa,
por eso tratan de eliminar todos los colchones sociales que la mitigan. Eso sí, parece más complicado de justificar
que un niño por el hecho de haber nacido en una familia empobrecida pague por los
errores de sus padres. Por eso es
necesario hacer categorías dentro la pobreza: la infantil que es intolerable; y
la de los demás, no sólo es tolerable sino que hace justicia. Por esta razón no existe esta categorización
de la “riqueza” porque a ojos de los que se han inventado lo de “Pobreza
infantil” la riqueza siempre es justa, incluso la heredada.
Pero es que además, como casi toda la caridad, se trata de una mentira
interesada cuyo objetivo real es el de blanquear conciencias al tiempo que se
sigue machacando a las y los empobrecidos.
Los “enriquecidos” consiguen así dar una imagen de bondad y humanismo
mientras impiden que se apliquen las políticas adecuadas que atacan al origen
del problema porque ponen en peligro sus privilegios. Si se pone el foco en la “Pobreza infantil”
obviando el origen paterno-materno de la misma, se está queriendo sustituir la
caridad por la justicia. Los
enriquecidos acusan implícitamente a los padres y madres empobrecidos de
incapacidad a la hora de criar con garantías a sus hijos, y de hacerles padecer
por sus propios errores.
La falsa caridad aplicada a la infancia ha provocado en España
desmanes y sufrimientos que nos dejan estupefactos. Vivimos en un país en el que la existencia y
el uso de conceptos como “Pobreza infantil” ha promovido el negocio capitalista
más repugnante que existe: El robo, secuestro
y venta de niños y niñas a familias enriquecidas. Todo ello bendecido por una falsa moral
católica que veía mucho mejor promover la compra de niños por parte de
explotadores con la coartada de buscarles un futuro mejor que favorecer el que
tuvieran una vida digna en el seno de su familia real. Si no queremos volver a vivir estas miserias
morales dejemos de utilizar términos que nos abocan a la caridad y destierran
la justicia. Todos nacemos iguales, la
pobreza de los niños se combate con otras políticas diametralmente opuestas a
las que nos han llevado a este punto y los que más utilizan conceptos-trampa como
“Pobreza infantil” se muestran dispuestos a abrir comedores en verano pero no a
cambiar las políticas inhumanas que son la causa de los sufrimientos de padres,
madres e infancia.
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