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domingo, 6 de julio de 2014

Burgaleses exiliados, burgaleses ausentes.

Aeropuerto de Dubai 
 Por Lucas Mallada

A veces parece que en Burgos, tierra generosa, según los quereres y los himnos, no cabemos todos. Al menos esto se reconoce oficialmente en esta jornada que se dedica a los que se van, a los que emigran, a los que no se deja aire, porque sienten que se arrancian.

Aunque pueda tener el corazón partío, he ejercido de burgalés, sobre todo, fuera de..., cuanto más lejos más apegado al terruño; afecto que se desinfla en los periodos como el actual en los que me estoy enraizando en un lugar al que quiero propio, que a veces siento extraño. En el que a veces siento que no quepo.

Así recuerdo, cuando con mi abuelo, me acercaba a las campas de Fuentes Blancas a celebrar la que consideraba un poquito mi fiesta. Celebración por otra parte, que entona homenajes a octogenarios que en su día tuvieron que buscarse el pan, probablemente allende los mares. Pero también los hubo que necesitaban otros cielos, y otras tierras en las que poder florecer en libertad. No quiero desaprovechar la ocasión para recordar a un anciano burgalés que conocí en Sao Paulo (Brasil), viejo inquieto, que salido tarifando de un Burgos angustioso, cerril, que se hubiera bebido su sangre a la menor oportunidad. Recordaba con viveza y cierta sornar el miedo, y los silencios de una ciudad ocupada por el espeso manto de la cobardía y un Poder que quería conformar a sus habitantes en dóciles súbditos. Me alegro por haber tenido la suerte de haber conocido testimonios que han completado el recuerdo de una intrahistoria oficial que pretende continuamente desvirtuar o borrar directamente lo que no concuerda con su ideario.

Asimismo, en la actualidad, los burgaleses ausentes, son otros, muchos de ellos, También exiliados económicos, exiliados seguramente en busca de mejores oportunidades, de oportunidades que no se florecen en su tierra, a buen seguro porque la élite extractiva heredera (ideológicamente), de la que se aprovechó de las botas militares y las sacristías, sigue acaparando la tarta para sus vástagos, extrayendo los recursos, que se evaporan sin rendir cuentas (¿que ha pasado con las cajas de ahorros?, ¿quién está detrás del sobrecoste de las obras públicas, en concreto del hospital? ¿qué pasa con la deuda de los consorcios?, etc...), y todo ello a los ojos del resto de burgaleses. Con las instituciones atadas de pies y manos, al menos para una década más, dado que han dejado muchas facturas pendientes de pagar. Por tanto no se podrán iniciar otros proyectos que creen expectativas para todos. Por la avaricia de unos pocos, igual que antaño, en Burgos no cabemos todos.

Aeropuerto de Helsinki - El norte de Europa es un destino
laboral para muchos jóvenes españoles
Quisiera recordar a algunos amigos ausentes recientes de la ciudad, nuevos exiliados, que aportaran sus saberes allá donde residan, vaya ahí mi pequeño homenaje:

Hace unos días hablaba con Paola y Raúl, profesores de literatura en una universidad de Georgia (EE.UU.), cuando acabe el verano regresarán como las golondrinas al otro lado del mar; me escribo mucho con Gema, trabajando en Noruega en una granja; mi vecino Lucho, ecuatoriano, tras quince años en Burgos trabajando en la construcción, ha retornado porque en su país le ofrecían un puesto de maestro (su profesión) muy bien remunerado llevándose, a pesar de los lloros a sus hijos, burgaleses de nacimiento; David, no está teniendo mucha suerte, pero lo está intentado en Alemania, o si no en otro sitio, ha dicho que a España no regresa; Ana y su marido Ian, que tras intentarlo en Burgos, se marcharon a Australia con sus hijas y están allá estupendamente; César un prometedor arquitecto anda también por Noruega y sólo se queja de la falta de sol; y aunque no esté tan lejos porque no mencionar a Pachi, trabajando en Barcelona, aunque este verano esté sufriendo un ERE temporal...

Ellos buscan su futuro, mientras tanto, en Burgos, se nos escapa lentamente, al son de su marcha, dejando venerables ancianos que se merecen descanso pero que no tienen ya correa para tirar de una ciudad en peligro de acartonamiento..., y lo digo por los efectivos humanos que vamos quedando.

Creo recordar que a la Concejalía de la Juventud no se le ocurrió otra iniciativa que proponer un encuentro, creo con la Embajada de Canadá para mostrar el camino a los jóvenes burgaleses, digo yo que será para encontrar más motivos para celebra la fiesta de hoy, si no no se entiende el afán por regalar de balde lo mejorcito de nuestra sociedad... ¿será que los jóvenes molestan a algunos?