A veces parece que en Burgos, tierra generosa, según los quereres y los himnos, no cabemos todos. Al menos esto se reconoce oficialmente en esta jornada que se dedica a los que se van, a los que emigran, a los que no se deja aire, porque sienten que se arrancian.
Aunque pueda tener el corazón partío, he ejercido de burgalés, sobre todo, fuera de..., cuanto más lejos más apegado al terruño; afecto que se desinfla en los periodos como el actual en los que me estoy enraizando en un lugar al que quiero propio, que a veces siento extraño. En el que a veces siento que no quepo.
Así
recuerdo, cuando con mi abuelo, me acercaba a las campas de Fuentes
Blancas a celebrar la que consideraba un poquito mi fiesta.
Celebración por otra parte, que entona homenajes a octogenarios que
en su día tuvieron que buscarse el pan, probablemente allende los
mares. Pero también los hubo que necesitaban otros cielos, y otras
tierras en las que poder florecer en libertad. No quiero
desaprovechar la ocasión para recordar a un anciano burgalés que
conocí en Sao Paulo (Brasil), viejo inquieto, que salido tarifando
de un Burgos angustioso, cerril, que se hubiera bebido su sangre a la
menor oportunidad. Recordaba con viveza y cierta sornar el miedo, y
los silencios de una ciudad ocupada por el espeso manto de la
cobardía y un Poder que quería conformar a sus habitantes en
dóciles súbditos. Me alegro por haber tenido la suerte de haber
conocido testimonios que han completado el recuerdo de una
intrahistoria oficial que pretende continuamente desvirtuar o borrar
directamente lo que no concuerda con su ideario.
Asimismo,
en la actualidad, los burgaleses ausentes, son otros, muchos de
ellos, También exiliados económicos, exiliados seguramente en busca
de mejores oportunidades, de oportunidades que no se florecen en su
tierra, a buen seguro porque la élite extractiva heredera
(ideológicamente), de la que se aprovechó de las botas militares y
las sacristías, sigue acaparando la tarta para sus vástagos,
extrayendo los recursos, que se evaporan sin rendir cuentas (¿que
ha pasado con las cajas de ahorros?, ¿quién está detrás del
sobrecoste de las obras públicas, en concreto del hospital? ¿qué
pasa con la deuda de los consorcios?, etc...), y todo ello a los ojos
del resto de burgaleses. Con las instituciones atadas de pies y
manos, al menos para una década más, dado que han dejado muchas
facturas pendientes de pagar. Por tanto no se podrán iniciar otros
proyectos que creen expectativas para todos. Por la avaricia de unos
pocos, igual que antaño, en Burgos no cabemos todos.
Aeropuerto de Helsinki - El norte de Europa es un destino laboral para muchos jóvenes españoles |
Ellos
buscan su futuro, mientras tanto, en Burgos, se nos escapa
lentamente, al son de su marcha, dejando venerables ancianos que se
merecen descanso pero que no tienen ya correa para tirar de una
ciudad en peligro de acartonamiento..., y lo digo por los efectivos
humanos que vamos quedando.
Creo
recordar que a la Concejalía de la Juventud no se le ocurrió otra
iniciativa que proponer un encuentro, creo con la Embajada de Canadá
para mostrar el camino a los jóvenes burgaleses, digo yo que será
para encontrar más motivos para celebra la fiesta de hoy, si no no
se entiende el afán por regalar de balde lo mejorcito de nuestra
sociedad... ¿será que los jóvenes molestan a algunos?