Puyazos de verano
Por Lucas Mallada
Por Lucas Mallada
Lo que hay que escuchar
y aguantar a más de veinte grados a la sombra.
Uno de
los más preclaros lambiscones aznarinos, que debido a sus
laudatorias odas recibió en concesión, y como si se tratara de una
ínsula Barataria, el chiringuito denominado: Instituto Castellano
leonés de la Lengua, ubicado en el conocido Palacio de la Isla de
nuestra ciudad de Burgos, D. Gonzalo Santonja era protagonista una
vez más.
Instituto de la Lengua en Burgos |
Nuestro
interés, saltándonos, por respeto las profundidades de la crítica
literaria, se centra en el promotor y guía de tal aventura: José
Bergamín. Exiliado y fallecido en 1983 ha sido uno de los mayores
promotores de la literatura en nuestro país. Contradictorio y rico
personaje, tuvo variados registros y cambios de tendencias, tanto en
sus aportaciones literarias, como en sus opciones políticas, hasta
su muerte en San Sebastián.
El
señor Santonja, tan hábil, como siempre en llevar el agua a su
molino, y pagado seguramente por esa habilidad suya, tan común en
los intelectuales apesebrados, declaraba sin ambages: “que la
revista Cruz y Raya, había sido la mejor propuesta cultural de la
intelectualidad católica....” . Sin ser esto completamente falso,
y volvemos al personaje: Bergamín fue siempre católico, pero no el
católico al uso, si no lo que podríamos denominar un católico
adelantado a su tiempo, vamos un progre, de esos que abomina la
curia..., nada que ver con el catolicismo ultramontano que
predominaba en la década de los 30 en España y que sigue
despertando nostalgias en la Conferencia Episcopal. Pero lo que obvia
con descaro Santonja, que no creo que sea por falta de conocimiento,
es que Bergamín, al mismo tiempo y con brío se definía como
comunista, y tras el golpe de estado de los militares contra la
República, siempre fiel a su legitimidad, organizó y lideró la
Alianza de Intelectuales Antifascistas. Al igual que católico
siempre se declaró comunista, con una frase que define su finura e
inteligencia: “soy
comunista hasta la muerte, pero ni un paso más allá”.
Bien por la aclaración!!
ResponderEliminarComo siempre revisionismo histórico, esta vez por parte de un pringadillo que como se mueva no sale en la foto. Vamos que lo hechan de su choco. Un pijo lameculos, vaya
ResponderEliminarPerdón perdón, ECHAN, me bailó una h.
ResponderEliminarConfesión del autor:
ResponderEliminarHe de decir que el artículo propuesto peca de la acusación que arguye. Mea culpa. Esto es interesante. Voy a explicarme, para que se me pueda entender....y aceptar.
José Bergamín, en su rabiosa complejidad y especialísima lucidez, regresa a España con los claroscuros de la transición, porque recordemos que muere en 1983. No fue un personaje homenajeado, ni celebrado, de ahí su injusto olvido actual. Seguramente una de las razones fue que vislumbró en seguida los manejos de los pactos y renuncias que supuso la llamada "transición española". Nadie como él, luchador infatigable percibió que el proceso político estaba cojo y carente de garantías para la ciudadanía....si pudiera verlo en la actualidad.... y por todo ello optó por establecerse en San Sebastián que para él sería Donosti, porque abrazó la causa abertzale, el independentismo euskaldun. Quiza lo hizo porque en aquellos momentos posiblemente era la única causa firme y resistente que no se tragaba el caramelo de la transición, sus razones seguramente tuvo, por ello, fue oscurecido su rico legado literario. Sin embargo, aún hay más, a sabiendas, yo mismo no lo he mencionado, aunque fuese de pasada en el artículo previo, es decir, probablemente me haya autocensurado ante la incomodidad de este reconocimiento... comprender esto, me hace más fuerte ante las censuras que penetran, sobre todo ,entre nuestras propias sinapsis..., eso es lo que pretenden que borremos lo que nos resulta incómodo de aceptar..., todos somos algo vulnerables... Espero que acepten mis disculpas.
Lucas Mallada.