Os invitamos a un paseo por el parque de la Isla, un itinerario lleno de elementos “simbólicos” donde hemos buscado claves de la reforma acometida por el ayuntamiento y que nos desvelarán muchas de las intenciones que esconde esta “amable” actuación.
Lo primero que encontramos al acceder al parque desde Plaza de Castilla es una especie de montículo, llamado “terracono”, a modo de tapón del paseo central, y sobre este elemento, formada con rosas blancas, una R gigante que deja perplejos a los visitantes. Pues sí, la R de R-evolución, esa que se han apropiado para promocionar el negocio de Burgos 2016, capital europea de la cultura, y que, como el cono nos anuncia, quedará dentro de unos meses convertida en una montaña de barro.
Superado el R-tapón, sólo físicamente porque emocionalmente ya nos ha dejado huella, nos encontramos con el paseo central. Aquí la actuación ha sido más sutil; se han colocado bordillos acotando el paseo de manera que, lo que antes era un camino permeable, que se podía recorrer tanto longitudinal como transversalmente, atravesando la fila de árboles que lo flanquean, se ha convertido en un paseo unidireccional, accesible sólo en los puntos que ellos han decidido. En definitiva, se ha estrechado y limitado. No hace falta decir más.
Aquí enlazamos con otro elemento extraño, nos referimos a los alcorques ubicados en zonas donde no hay cambio de pavimento ni es necesario proteger los árboles (estamos en un parque). Parece que les han sobrado bordillos (alrededor de 11.000 metros lineales colocados), o que de nuevo no han podido evitar esa obsesión por limitar, acotar, cercar, como hicieron durante los meses de la obra, hurtando a la ciudadanía el parque y convirtiéndolo en una fortaleza.
Dentro de la misma línea encontramos en la Isla una caseta de madera, “kiosko” de lectura, que ellos denominan “zona de lectura”. Nos invade la duda: ¿estará permitido leer en el resto del parque?
El carril bici también tiene su aquel. Al final del recorrido, junto al puente de Malatos, una señal alerta al ciclista de la preferencia del peatón en todo el tramo, ¿Y para esto segregan la circulación de bicicletas por el parque?
Pero sin duda alguna la “perla” de la Isla es el parque infantil. Lo que según la prensa iban a ser dos parques infantiles temáticos, uno sobre el Castillo y otro sobre la ocupación francesa, que legó el parque a la ciudad, se han convertido en uno, con juegos basados en la historia de la ciudad: Papamoscas, Gigantillos; Danzantes, El Cid y Doña Jimena; como bien se detalla en el suplemento del Diario de Burgos dedicado a La Isla, que además de describir el parque hace publicidad de las empresas que han intervenido en la obra y de la constructora, que ha decidido cómo inaugurar el parque y cómo mostrarlo. En definitiva, la empresa responsable de la ejecución de las obras y la ingeniería redactora del proyecto tienen más capacidad de intervención sobre la Isla de la que han tenido el resto de los burgaleses, a los que se les negó su derecho de participación en las decisiones que se adoptaron para esta reforma.
R-velador.
Volviendo al “parque temático”, allí se encuentran representados personajes emblemáticos junto a objetos tan apropiados para una zona de juegos infantiles como las espadas tizona y colada, enormes y con su nombre grabado, por si hubiera alguna duda, y colocadas a modo de soporte para los columpios. También encontramos el cofre de El Cid, imaginamos que vacío, como las arcas del ayuntamiento después de gastarse 4 millones de euros en esta reforma, aunque no sabemos si todo en las obras, ya que, después de los informes desfavorables de la Confederación Hidrográfica del Duero y de Patrimonio, muchas de las actuaciones previstas no se han llevado a cabo, como tampoco algunas de las que estaban autorizadas. Esperemos que en algún rincón quede algo para el mantenimiento del parque y no nos sorprendan dentro de unos años con una nueva reforma necesaria para salvar a la Isla de la ruina.
Y como colofón, por si la iconografía de este parque infantil temático populista no fuera suficiente, ésta se complementa con una serie de paneles en los que encontramos frases como:
¡Qué miedo!
¿Será esto un aviso?
Y si nos portamos mal ¿caerán las espadas de El Cid sobre nosotros?
Gracias por acompañarnos en este paseo por la Isla
LaDolores