El espíritu del 15M y la pérdida del miedo.

Por Diego Izquierdo

Soñábamos con cambiar las cosas, con una democracia real y justa para todas, y seguimos en ello. Echando la vista atrás, compruebo que nuestros derechos son limitados por ese poder legislativo que se impuso hace cuatro años en nuestras instituciones. Compruebo que sigo teniendo amigos y amigas trabajando fuera, con ganas de volver, pero sin oportunidades reales. Compruebo que los servicios públicos son cada vez menos públicos. Constato que durante estos cuatro años desde aquella rebeldía colectiva, la conciencia política de mis vecinos ha aumentado, observo cómo el miedo ha cambiado de bando, ya no nos paraliza ni atenaza, sino que es riqueza y valía. Es bandera y alegato, por fin hemos conseguido algo real, perder el miedo al cambio.

Como agua de Mayo, hace cuatro años, un espíritu nos invadió, y de aquel agua han surgido proyectos y procesos políticos, germinando granos de esperanza en todos los rincones de nuestro estado.

Ya no nos creemos sus mentiras, hemos levantado alfombras y despejado cielos en búsqueda de consensos, hemos dejado atrás banderas y recelos por los bienes comunes y defendemos a ultranza lo nuestro. Hemos imaginado lo posible, hemos construido nuestras propias palabras, hemos dejado nuestros egos en recónditos parajes fuera de plazas y asambleas, hemos creído en la inteligencia colectiva, en nosotras. Tras cuatro años, el espíritu quincemayista perdura, impregnando formas y actitudes en nuestro día a día, aderezando la cotidiana labor de construir en común, de consumir en común, de hablar e imaginar en común.

Feliz aniversario a todas. 

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Últimamente cuando circulo por la ciudad, en esas esquinas que siempre miras por costumbre, delante del semáforo, me encuentro un color; azul celeste con el brillo apocado y una tonalidad alta. Según mi profesora Fátima, el azul expresa tranquilidad y estabilidad, y sobre todo honradez dentro de los estándares y estereotipos occidentales. 

Una capa figurativa del río Arlanzón, sobre mordidas de formas romboidales, unidas con un hilo negro sobre nuestro azul honrado, detallan las obras comenzadas, a comenzar y proyectadas. Su tamaño no me deja distinguir las letras escritas. El semáforo se pone en verde.

Nuestro ayuntamiento ha gastado más dinero del presupuestado en "protocolo", partida presupuestaria destinada a pagar la publicidad institucional. Así como 300.000 €. El aumento de partidas es normal en el funcionar de un ayuntamiento, explica en un medio local el concejal del ayuntamiento al tanto de este asunto. Y yo me digo: ¡sobre todo en pre-campaña electoral! Lo bien que le vendrían a algunas personas, sobre todo a esas familias que no salen en los medios locales, a esa anciana de la pensión no contributiva. ¿Cuánto se puede hacer con ese dinero?

Y tendremos Colisseum, bulevares impagados, polígonos industriales a medias... pero que los anuncios propagandísticos no paren, que las rotativas no dejen de soltar ideología mezclada con apariencia. Nadie puede decir que no es momento de declarar las ideologías, estamos en pre-campaña (en campaña está prohibido inaugurar carreteras y centros cívicos), pero que lo hagan con su dinero, no con el mío.