El sábado 3 de mayo, una marcha feminista de "la cofradía por el libre cuerpo de las mujeres" recorrió
las calles céntricas de la ciudad, rogando porque “el poder judicial no haga
suyos los mandatos de la iglesia y ambos nos libren de su misógina opresión”,
según rezaban las mujeres y activistas que secundaron la cofradía, presidida
por la crucifixión simbólica del cuerpo de la mujer, seguida por las
“penitentes”.
No es casualidad que la marcha se iniciara a las
puertas de la iglesia de San Lesmes. La policía trató entonces de identificar a
l@s manifestantes,
que objetaron que no debían presentar la documentación, puesto que no habían
alterado el orden público y, por descontado, las manifestaciones no están
sometidas al régimen de previa autorización, según el art.3 de la LO 9/1983.
“Venga a nosotras el derecho a cuestionar si es
bendito el fruto de nuestro vientre” – rezaban las mujeres". La iglesia, en
alianza con el gobierno derechista y conservador de Rajoy, pretende
criminalizar a las mujeres, introduciendo el poder político en el cuerpo físico
y negando el derecho al aborto, a la libre decisión.
El pasacalle se desarrolló en un ambiente reivindicativo,
realizándose distintas performances durante las paradas que tuvieron lugar
frente a capitanía, como símbolo de la represión hacia las mujeres, o ante la
catedral, haciendo un recorrido por el trato en que eran y son tratadas las
mujeres; la violencia y la represión recayendo sobre sus cuerpos.
Al tiempo que la marcha abandonaba los aledaños de la
catedral, recibió el aplauso de un@s burgales@s poco acostumbrados a iniciativas originales y rompedoras
respecto a los valores autoritarios de los poderes fácticos de la ciudad.
La performance finalizaba con la oración:
La performance finalizaba con la oración:
“Pretender ser la mano de un dios que ejecuta su
mandato, no va a marcar el resto de mis días. Yo mando en mi vida. La decisión
es mía. IMEN”