Por Burgos Dijital
No te conozco de nada y no tengo nada personal contra ti. Simplemente he leído tu artículo de opinión en la primera plana de un medio de defecación masiva de mi ciudad.
No te conozco de nada y no tengo nada personal contra ti. Simplemente he leído tu artículo de opinión en la primera plana de un medio de defecación masiva de mi ciudad.
En él dices: ¡Fracking sí..! y lo apoyas sin reservas, e insinúas
que las personas y colectivos que estamos intentando parar esta
aberración o estamos mal informados o somos unos ilusos antisistema
que queremos volver a la época de las cavernas.
Te
aviso; no pienso argumentar contra tu discurso con palabrería
científica ni económica. Y sí; voy a hablar desde la rabia y la
indignación. No tengo otra arma contra vosotros que este foro de
librepensadores que da forma a "Burgos Dijital".
Ciertamente
tus ideas y reflexiones las comparte un colectivo no muy numeroso
pero con capacidad divulgativa
apoyado fielmente por los "mass mierda" del país. Vendes
una idea de desarrollo e independencia energética y obvias
completamente los aspectos ambientales, humanos, sociales y su coste.
Tu discurso está plagado de medias verdades y manipulación, pero
argumentas bien, lo reconozco y seguramente convenzas a mucho borrego
que todavía cree en duros a cuatro pesetas. Desconozco si te paga
alguien, a qué intereses obedeces o para qué empresa trabajas;
quizá, simplemente tu lucha sea desde el convencimiento y creas en
ello, de todo tiene que haber en la viña del señor...
¡Los
antivida
sois los que defendéis
la fractura hidráulica
y toda su podredumbre..!. ¡Sembráis
oscuridad, sembráis
muerte, sembráis
desesperanza, y lo disfrazáis
de progreso y rentabilidad..!
Pienso
que estáis
enfermos. Zombificados. Sois cuerpos sin alma ensoñando una
hipotética sociedad tecnocrática que pensáis
será la solución a los problemas de la raza humana. Os imagino
incapaces de emocionaros viendo un atardecer en la montaña; no os
veo tumbados al lado de un arroyo cristalino
en un hayedo dejando a la imaginación vagar o leyendo un poema; y
estoy convencido de que la mirada triste de un perro atado de por
vida a una cadena tampoco os conmueve por dentro. Tu discurso es gris
y gélido, tienes fe ciega en la tecnología como tu nuevo dios. Tu
concepto de la vida se basa en su precio monetario, nada más.
Aparentemente tendrás
familia, amigos y conocidos y en ciertos ambientes serás seguramente
valorado como intelectual e instruido.
Pero
a mí, no me engañas. No eres más, y perdona que te lo diga con esta
franqueza, que un cascarón vacío.
Una carcasa reseca. Un autómata. Un conjunto amorfo y apelotonado de
células
compitiendo entre ellas formando huesos y ligamentos sin sentido. Un
muñeco articulado manejado por un titiritero en la sombra que ha
moldeado tu intelecto dándole,
eso sí, coeficiente intelectual quizás alto, pero desprovisto de
esencia. Esa
esencia que hacer sentir la naturaleza como parte tuya y no como un
almacén que crees infinito a tu disposición constante para saquear
y expoliar.
¡Infórmate!..Detrás
del Fracking no hay más que especulación. Es un timo como el del
"tocomocho" pero a gran escala, no es más que una reunión
de vendedores de humo, un circo de mercaderes e ingenieros de minas
que no tienen huevos para irse a Alemania a buscarse los garbanzos...
No
sé si tienes o piensas tener hijos. Yo no los tengo...Me esfumaré
como el polvo y no dejaré simiente ni legado. ¡Pero mi conciencia,
volará libre! Nuestra
conciencia es lo único que nos llevamos y es inexorable. Acudirá en
los últimos días con una pregunta machacona: ¿Has colaborado para
dejar un mundo mejor a tus descendientes?
He
tenido la suerte de beber directamente en ríos de nuestra provincia
como el Arlanzón, el Rudrón y muchos más... Cuántas
veces me he tumbado en una noche estrellada en el páramo de Masa
(por aquél
entonces sin contaminación lumínica) oyendo el ulular de los
cárabos sobre mi cabeza. He visto lobos al amanecer en las cumbres
nevadas del Trigaza. Se me ha erizado el vello con la berrea de los
ciervos en Neila. Recuerdo en mi infancia el vuelo vertical y
frenético de la alondra en su cortejo y cierro los ojos y oigo el
croar ensordecedor de sapos y ranas en la ribera del Vena.¿Tienes tú
recuerdos de este tipo?...¿Sabrá tu hijo qué es esto de lo que
estoy hablando..?. ¿Podrá
saborear la vida; o estará condenado a vivir en un infierno
tecnológico; en una cúpula de cristal, bajo tierra, con un
organismo plagado de químicos, bebiendo un sucedáneo
de agua que producirá una gran corporación?
Pero
tranquilo; al final, como decía, tu adormecida conciencia,
posiblemente cerca de tu último aliento, en un camastro de tu
añorado mundo orweliano, quizás despierte.
Vamos
a imaginar un poco juntos...
Veo
un mundo gris, contaminado, formado por megaciudades hacinadas, todo
privatizado. Estás abandonado a tu suerte en un hospital propiedad
de un consorcio de nombre extranjero. Estás entubado; tu organismo
decrépito no aguanta más químicos; en tu sangre y orina tienes
teflón, bisfenol, glifosatos, DDT, eftalatos y mercurio en unas
cantidades para llenar un odre. El mundo neoliberal que soñabas te
ha dejado de lado. En un planeta dominado por las corporaciones
privadas, no eres más que un estorbo, un gasto, un número a borrar
apretando la tecla de un ordenador.
Si todavía
te queda cerebro y no lo has achicharrado del todo (las microondas de
esa tecnología
que te apasionaba y defendías)
comprenderás
que estás esperando la bendita eutanasia;
impuesta hace años por las élites para evitar pagar pensiones y
seguir pagando la infinita deuda a los bancos. Eutanasia que tendrás
que costearte tú, lógicamente.
En esos momentos de lucidez mirarás a un lado y allí estará tu hija
de treinta años; sierva de un corporación de transgénicos; pálida,
adicta al lexatín, varios masters, idiomas...Te mirará de manera
ausente. No te cogerá la mano, porque en tu sociedad soñada no es
bueno mostrar sentimientos. En ese preciso momento...La
imagen que se forma en tu mente es nítida, viva, huele...captas los
más
sutiles
detalles, cierras los ojos...Estás
con tu abuelo en el pueblo de tu infancia. Tienes doce años. Fue el
último año que tu familia veraneó allí. Luego tu abuelo falleció,
vendisteis las propiedades y os fuisteis a Madrid a tener una vida
urbanita.
No
sabes por qué aparece este residuo en tu inconsciente. Nunca le diste
importancia; ¿por qué aparece ahora?
Estás
con tu abuelo en el pueblo de tu infancia; por aquel entonces había
mundo rural ya en proceso de desaparecer. La primavera no era
silenciosa como ahora. Paseabais por un camino de concentración
parcelaria.
El gorjeo
y el trino a tu alrededor era de una algarabía
impresionante ¡Vida! Un bando de perdices salió inesperadamente de
unos arbustos y te asustaste. Tu abuelo te contaba historias
de cuando cogía
cangrejos en el río y los almorzaba acompañado de un vino casero.
El sol brilla en lo alto, pero a lo lejos en la sierra descuelgan unos nubarrones negros amenazando tormenta. Se empieza a sentir el característico olor a ozono de la inminente descarga ¡Vida! Caen las primeras gotas, gordas, aisladas. Os refugiáis en un chozo de pastor con tejavana de aulagas, y mientras tu abuelo reseco y de mirada limpia se lía un cigarro de picadura, ves pasar una pareja de corzos brincando raudos entre los tallos de las cebadas ya verdes y altos que se pliegan con el viento formando olas y remolinos en una danza frenética. Llueve más fuerte; tus ojos y todos tus sentidos están atentos a todos estos acontecimientos en apariencia tan simples y a la vez tan hermosos.
La mano recia y membruda de tu abuelo te arremolina el pelo, acariciándote.
El sol brilla en lo alto, pero a lo lejos en la sierra descuelgan unos nubarrones negros amenazando tormenta. Se empieza a sentir el característico olor a ozono de la inminente descarga ¡Vida! Caen las primeras gotas, gordas, aisladas. Os refugiáis en un chozo de pastor con tejavana de aulagas, y mientras tu abuelo reseco y de mirada limpia se lía un cigarro de picadura, ves pasar una pareja de corzos brincando raudos entre los tallos de las cebadas ya verdes y altos que se pliegan con el viento formando olas y remolinos en una danza frenética. Llueve más fuerte; tus ojos y todos tus sentidos están atentos a todos estos acontecimientos en apariencia tan simples y a la vez tan hermosos.
La mano recia y membruda de tu abuelo te arremolina el pelo, acariciándote.