Con el chaparrón que está cayendo encima, que la Biblioteca
pública no haya sido tumbada de momento por
la mano pesada de la privatización es un alivio o un aviso para futuros
venideros.
Y dado el caso a uno le entran dos sensaciones diversas; por
un lado rememorar toda la serie de préstamos adquiridos por pequeño pero
vitalicio periodo de tiempo y por otro
que se acerque por tierras Burgalesas ese esperpento llamado Wert, el cual
invita a visualizar a cámara lenta un brazo grueso cuyo fin es un bofetón a mano abierta del coloso Bud
Spencer en las fauces del hermano bastardo de Fétido Adams.
Haciendo alusión al primer pensamiento, por mi memoria se
abren los libros ocupando las mesitas, que aguantaron pilas agotadas y nutrieron los discos
teloneros de buenas de tardes de sesión de cine. El tiempo sólo era atemporal en esa foto
imberbe de un carné desgastado, no así en la mutación del VHS
al DVD, del casette al CD, de poco a mucho en definitiva, todo ello con
normalidad y un apetito acorde al ritmo de cada persona.
Dentro del trascurso de la normalidad hubo sustos sonantes,
como cuando descubres un día una hoja de firmas de una tal Sociedad de Autores
que pretendía cobrar 1 euro por cada préstamo y que diez años más tarde queda
en entredicho, contra la espada y la pared y
bien claro está que el coste del carné no iba más allá de dos fotos mal
tiradas y monedas para un café de máquina.
Escondido en la cartera, en un oscuro bolsillo albergaba un mundo infinito de conocimientos
a las puertas de tu casa y de tus necesidades.
Por eso mismo a uno le entra la nostalgia y se le caen las
lágrimas viendo el pabellón futurista de
la Biblioteca de San Juan, del tiempo de vida que mantienen bajo secreto de
estado a la de Gonzanlo de Berceo o la del Centro Cívico Rio Vena. No quiere decir con esto que vaya a ser de
inmediato y mucho menos sin hechos ni
fuentes pero uno intuye cosas, mira de reojo los colegios u hospitales y se
rasca la barbilla.
El segundo pensamiento es más arcaico y se resume en pocas
líneas:
Mañana día 21 de Octubre viene José Ignacio Wert a inaugurar la
biblioteca pública del Estado en Burgos
sita en la calle San Juan a las 12:00. El
Ministro de Educación y cultura hace un amago por tercera vez de poner los pies
en nuestra ciudad. Se trata de una
persona non grata hasta en el portal de su casa, cada vez que habla sube
el pan y tiene y mantiene pensamientos en blanco y negro. No permitamos que este señor se vaya sin un
tirón de orejas porque quizás se va con la idea que la biblioteca de San Juan
es válida para una ampliación del Casino.
Sea dicho de paso que todo ciudadano, alumno, padre y profesor tiene
argumentos seguramente más importantes que los expuestos en esta reflexión para
mañana soltarle unos piropos.
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