Por Lucas Mallada
Burgos is
different...., el mismo domingo
que celebrábamos las Elecciones al Parlamento Europeo, al mismo
tiempo que algunos, (sobre todo desde La Caverna...) bramaban contra
las consultas ciudadanas que se intentaron organizar en algunos
municipios catalanes acerca del derecho a decidir sobre el futuro de
un colectivo, en una pequeña aldea de Burgos, de al menos 60 vecinos
empadronados, pero con ayuntamiento propio, se celebraba una consulta
singular. Se proponía a sus habitantes el cambio de denominación
del lugar, esta consulta como no socava
de forma alguna los intereses
establecidos por la “casta”, fue bendecida por todos los medios
de comunicación al servicio de las élites oligárquicas. Y refrendada por las instituciones. Quizá
también tuvo que ver
lo curioso de la iniciativa.
Los
paisanos, ya saben que se trata de Castrillo Matajudíos *, que
por decisión de sus habitantes (derecho a decidir...) pasará a
llamarse próximamente Castrillo Mota de Judíos. Más allá
de los criterios etimológicos e históricos que tienen su peso, nada
que objetar sobre el como quieren que se llame su terruño los
lugareños, que para eso aguantan los adobes y ladrillos de su escaso
caserío, patria chica del compositor barroco Antonio de Cabezón.
Parece
ser que por otra parte el alcalde del lugar, Lorenzo Rodríguez,
tiene planes, y entre ellos están la
dinamización del pueblo aprovechando la resonancia internacional que
ha tenido el evento. Un tipo con ingenio y que parece saber
encaramarse
a las olas, que generan las
oportunidades.
Pero,
siempre se puede añadir algún pero, y en este caso, creo que es de
peso. A nadie nos gusta sobrellevar en la chepa el recuerdo y el olor
de la muerte, esa quizá fue una de las razones de fondo que
empujaron el cambio de nombre, de la misma manera, Lorenzo Rodríguez
y los habitantes de Castrillo Mota de Judíos tendrán que
tener cuidado en asociarse con un estado, como es el estado de
Israel, que asesina impunemente a cientos de civiles (ahora
mismo lo está haciendo en Gaza), que ocupa territorios que no le
pertenecen y que pisotea el derecho internacional desde el mismo
momento de su creación, como si fuera su pecado original.
Existen
numerosas asociaciones civiles, alejadas, e incluso contrarias, a la
política oficial del Estado de Israel con las que merecería
realizar acuerdos en los que cimentar un interesante proyecto
sociocultural, más interesante que entrevistarse con Alon Bar,
representante del estado de Israel en España, y por tanto
valedor de su política criminal.
Si
no, al final el apellido Matajudíos se transformará de nuevo
en agrio olor a carne quemada..., si se quiere huir del lastre de la
historia, hay que ir más allá del cambio de nombre...
De Matajudios a chupasela al judio
ResponderEliminarMás que judío el alcalde ese es un poco jodío, no?
ResponderEliminarmuy buen artículo, buena reflexión.
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